Viernes, 27 de enero de 2012 | Hoy
MUESTRAS
Las fotos de Cecilia Lutufyan son un viaje a un mundo sin tiempo, en un espacio delimitado por la naturaleza y con un frente común: el misterio de lo vivo, el peso de lo que ya no está. Su primera exposición, Criaturas, vuelve a colgarse en la fotogalería del San Martín durante febrero y el texto de la muestra fue escrito nada menos que por Patti Smith, tras una odisea que vale la pena conocer.
Por Flor Monfort
Ella saca fotos, no se define como fotógrafa, si bien es la editora de una revista de viajes, donde las imágenes son el punto de partida para tentarse a leer. Se lleva mejor con las imágenes que con las palabras, explica, a pesar de haber estudiado Comunicación Social y haberse recibido. Tiene 38 años y una historia que tiene un antes y un después de conocer a la fotógrafa Adriana Lestido, en un quiebre que marcó un volver a empezar. El fin de un matrimonio, de un trabajo que no le gustaba y la decisión de volcarse a la fotografía como autora.
Cuando viajaba, se colgaba la cámara, como todo el mundo. Primero una Canon T60, después una Nikon FM. Más tarde, formato medio, revelado propio, algunos cursos, y mientras tragaba ese híbrido que es la carrera de comunicación de la UBA se empezó a dar cuenta que la fotografía la apasionaba en serio. “La carrera la hice en seis años, hubo un año en el medio en que falleció mi vieja y no cursé. Hice un viaje muy largo por Latinoamé-rica, me llevé mi camarita, volé a México y bajé por tierra hasta acá en seis meses. Alucinante. Sacaba diapo y mandaba bolsas con rollos a Buenos Aires para no tenerlos encima. Fui a una editorial y empecé a trabajar en una revista de viajes. Mi primera nota fue el Perito Moreno, no me olvido más. Como había estudiado comunicación me hicieron escribir también las notas y yo me copé, viajaba sola... pero me fui a los 2 años, y entré a trabajar a otra editorial de aristo-target, donde escribía también, y viajaba por todo el país. Terminé agotada porque hacía todo, estuve seis años. Me separé y dejé el trabajo. Se acabó el mandato, estaba fuera de eje, pensaba ¿por qué estoy haciendo cosas que no tengo ganas de hacer? Era joven y no me daba cuenta de lo que quería, fueron cosas que fueron pasando, que hice sin pensar”, dice.
En 2003 conoció a Lestido, un gran descubrimiento. Eso fue antes de separarse y de desandar todo ese camino que había armado, meticuloso pero forzado. Empezó su taller semanal, y desde entonces ése es su refugio. “Fue como despertar en todo sentido, Adriana trabaja mucho en el autoconocimiento, en escucharse, y me ayudó a hacer algo que tuviera que ver conmigo. Empecé a hacer una serie en el campo, es el trabajo por el cual llegué a Patti Smith, así que tiene su historia. Iba con el auto, salía por lo menos a 100 kilómetros de Buenos Aires, con un mapa, lo marcaba e iba para ahí, pero era al azar. Me empecé a encontrar con escenas que me pedían una foto, casi como convertirme en un canal. Ahora veo las fotos y no sé cómo las saqué. Siempre hubo una conexión fuerte con los animales pero también con el silencio, con el secreto. Hay algo fantasmagórico que me atrae mucho, algo que en el momento es una descarga de adrenalina y después queda en esa zona de miedo que puede leerse en las fotos. Pero yo no pensé en aquel momento “voy a hacer esto”, simplemente me lo crucé. Después de mirar mucho es que me fui dando cuenta de que tenía que ver con algo que quiero tratar de entender, una búsqueda que nunca cierra.”
Aquel primer trabajo salió en la revista Dulce x Negra. Le llevó un año y cerró como si hubiera habido una necesidad atrás, muy de golpe. En esas imágenes parece no haber tiempo ni lugar: una atracción de parque de diversiones abandonada, un enorme plástico que tapa un bulto, otro que cuelga, la naturaleza de fondo pero en plan hostil, con el blanco y negro borrando la frescura del color, su amabilidad. Son fotos que invitan a preguntarse: ¿Eso está vivo o no?, ¿es realidad o efecto?, ¿es imagen o copia? “Las imágenes que me asustan me encantan, me tiene que pasar algo muy visceral, muy corporal con la foto”, dice y cuenta que alguien le sugirió que lo que se ve parecen piezas de un policial negro, pero que ese esfuerzo, el de definir, es el que evita ver la desviación de las imágenes, su decadencia, ese toque perturbado, algo de terror infantil, con una nota de violencia pero muy de fondo o allá en el pasado de ese tiempo sin tiempo.
La foto fue tomada en Capilla del Señor, en la casa de un hombre que tenía dos caballos, el potrillo y la madre. Los dos blancos, Cecilia los ama. “Para mí tienen algo muy mágico. Llegué al fondo y el potrillo estaba acostado pero la escena duró un segundo: yo saqué la foto y se levantó.” Esa foto fue parte de aquel ensayo que salió en Dulce x Negra. Patti Smith vino a la Argentina en 2006 para el Festival BUE y en la conferencia de prensa, Marcos Adandía, el editor de la revista, la fue a ver con un par de ejemplares. Le explicó que la revista se llamaba así en homenaje a ella. Patti la miró, y tres veces se detuvo en la foto del caballo. Marcos no habla bien inglés, pero entendió clarito: Patti dijo beautiful. “Me llamó en ese momento y me contó lo que había pasado. Entonces preparé una copia, era un descarte pero estaba muy bien, se la mandé en un taxi, él la montó y se la dejó en el hotel. Patti lo llamó después y él no estaba, le dejó un mensaje en el contestador, lo volvió a llamar y de nuevo, un mensaje. A la tercera vez la atendió la mujer de Marcos, Clarisa, que habla menos inglés todavía, pero le alcanzó a dar el teléfono de Dyn, donde él trabajaba. Ella llamó a Dyn y habló con el jefe de Marcos, que sí habla bien inglés. Le agradeció la foto y después, cuando pudo hablar con Marcos, él le pidió que lo deje hacerle un retrato, pero aunque ella dijo que sí, nunca llegaron a encontrarse. Patti se fue y no teníamos ningún contacto, ni siquiera si ella sabía que la foto era mía porque yo se la mandé pelada”, cuenta.
A Patti, igual que a Cecilia, le encantan los caballos blancos.
“El año pasado pensaba qué trabajo podía hacer. Lo mejor es salir a sacar las fotos y mirarlas, tratar de ver qué es lo que estás mirando. Por error, en mis vacaciones al sur de Chile (una cabaña sin luz al lado del Pacífico) descubrí que la cámara que había llevado tenía una falla y que salían superpuestos dos fotogramas. Eso me alucinó. Puntualmente una de un árbol arrayán que tenía unas formaciones en el tronco muy extrañas, y en la superposición sale una mujer que se ve clarísima, te da impresión porque no es una mujer en realidad, ni siquiera es una doble exposición del árbol, sino un corrimiento de la película que se pegó con otra cosa pero salió así, como una figura de mujer pegada al árbol muy nítida.” Ese fue el disparador.
Empezó a investigar para hacer un trabajo con ese recurso, encontró que la cámara Holga le permitía hacer doble exposición, que no la convencía por el tema de la calidad pero al final funcionó. Volvió al blanco y negro, a la rutina de salir de Buenos Aires y a buscar animales. Se tomó el fin de semana de Pascua, fue por el río Luján en un tren arruinado, y estuvo cuatro días buscando las fotos. “Para hacer fotos, para mí, es fundamental estar sola, estoy más concentrada. Empecé a caminar y vi que en una casa había unos gansos, y me llamaron la atención. Después encontré que había chanchos, ovejas, había de todo. Entré y un chico de 11 años se reprendió conmigo, me acompañaba, me llevaba los rollos. La mayoría de las fotos salieron ahí. No sabía bien qué estaba contando pero había algo, una necesidad, y salió todo de golpe, otra vez. Nunca había sacado con la Holga así que no sabía si iban a salir. La doble exposición tiene el riesgo de que no salga nada.” Pero salieron las criaturas.
–En el momento no me di cuenta que estaba relacionado con aquel de 2003 (el del caballo que le mandé a Patti). Para mí era algo nuevo. Cuando lo terminé de hacer me di cuenta de que era el final de aquel, como que encontró su forma, tal vez un poco menos densa, más condensada. Pienso que tiene algo que ver con tratar de acercarme al mundo de los muertos, como si tratara de entender algo que me cuesta mucho, como si inventara ese mundo o algo similar a eso. Estuve mucho tiempo con el tema de mi mamá, y me di cuenta de que lo que me pasaba es sentir esa necesidad de acercarse a alguien que no está y generar un lugar en el que podría llegar a estar, ese otro plano con el que parece que quisiera conectarme. Por eso el juego de si es real o no, un plano paralelo que no ves normalmente pero que si afinás la percepción aparece. Los animales también como lectores de peligros inminentes, cosas que nosotros no vemos.
Cuando surgió la posibilidad de exponer en la fotogalería del San Martín, había que generar un texto para la muestra. Cecilia le llevó las imágenes a Juan Travnik, el curador del espacio, y él quiso mostrar Criaturas. Adriana Lestido, cual hada madrina, simultáneamente la había recomendado a Travnik. Pero todo fue muy rápido, había que montar la muestra en pocas semanas y alguien le dijo a Cecilia que le pida el texto a Patti. Una buena idea.
“Yo había pensado en qué genial sería mostrarle estas nuevas fotos. Regalarle alguna. Pero lo del texto no se me había ocurrido. Empecé a hablar con toda la gente que podía tener su contacto. Tiré muchas puntas, con Fabián Casas que había estado con ella en Barcelona, con la revista Rolling Stone, con la curadora de la muestra de Mapplethorpe que vino al Malba. Nadie tenía su mail y pensé fue buenísimo haberlo intentado pero ya está, es imposible.” Como último intento, escribió a la página de la fundación Mapplethorpe, mandó un mail y le contestaron que el mail de Patti era mucho pedir pero que sí podían reenviar su correo al asistente de la star, que andaba de gira por el mundo. Pasaron tres días y nada. Hasta que llegó una respuesta, un poco quejosa por lo apremiante del pedido, pero positiva. Cecilia insistió, mandó la foto del potrillo acostado como referencia, e increíblemente Patti dijo que sí y pidió más información. Quería saber todo sobre las imágenes, con qué cámara se habían tomado, con qué película, dónde se expondrían, cuándo. “Me pareció rarísimo pero le mandé todo. Le recontra agradecí a su asistente por estar en plena gira y tomarse ese trabajo. Me contestó “sí, es increíble, le tienen que gustar mucho tus fotos para hacer algo así” y ya me dio el mail directo de Patti, a quien le mandé las fotos y una mía, para que me conociera. Yo miraba la página y tenía shows todos esos días, pensaba es una rock star, ¡esto es una locura! La muestra inauguraba un jueves y el miércoles a la noche dije ya está. Con mi chica, hicimos un altarcito con su foto, un disco y un caballito hecho con alambre. Y el jueves a la mañana, a las 9.32, apareció el mail con el texto.
Dice:
“Una naturaleza
Primero debo hablar de los caballos, blancos e inmaculados.
La primera imagen que vi fue la de un potrillo, de pelaje húmedo color tiza, anidando en el pasto oscuro. La humilde espiritualidad que emana el potrillo, bañado por una luz exquisita, me recuerda la cinematografía de Robert Bresson, específicamente en Au Hazard Balthazar.
El conjunto de imágenes que he visto posee la misma cualidad: una comprensión de la dualidad del mundo natural, con su mezcla continua de crueldad e inocencia.
Para mí, estas bellas fotografías sugieren el milagro del nacimiento, el misterio de la muerte y lo salvaje de la naturaleza.”
Palabras justas para la obra de Lutufyan.
–Ella saca fotos, y cuando vi lo que hace me pareció que tiene mucho que ver con lo que yo hago. Tiene un libro que se llama Camera Solo que es increíble. La gente cuando veía el texto no entendía si eso había sido escrito para la muestra o si era algo que yo saqué de otro lado. Me parece que es la definición perfecta de lo que quise transmitir, porque estaba la posibilidad de que me mande el texto y sea malo o inexacto. Y sí, creo que lo mío tiene mucho que ver pero no sabría decir cómo ni por qué, es una conexión sin palabras pero visible, al menos para mí. Ahora estoy armando un librito con las fotos de Criaturas para regalarle.
Criaturas vuelve a exponerse desde el 1 de febrero durante todo el mes en la fotogalería del Teatro Gral. San Martín, 1º piso. Av Corrientes 1530. Entrada libre.
www.cecilialutufyan.com.ar
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.