Viernes, 4 de enero de 2013 | Hoy
VISTO Y LEIDO I
Lastima, la primera novela de Angeles Yazlle García (Interzona), propone un recorrido por la experimentación femenina a través de un relato fluido, coloquial y despojado.
Por Silvi Herrera
La historia de Lastima comienza cuando ella, la narradora y protagonista, empieza a contar las distintas relaciones que tuvo en un lugar lejano, impreciso, que puede ser cualquier lugar o ninguno, al que llegó sola. Ahí consiguió un trabajo y se quedó. En veinte capítulos cortos cuenta la relación con sus amores, sus jefes, sus amigos; relaciones hirientes, manipulables y placenteras. Un novio que la quiere y sufre, una amante que la necesita, amigos que la idolatran y la seducen, jefes que juegan con el poder. “Las personas no me gustan”, dice, y agrega: “En realidad no me gustan ni los hombres ni las mujeres. Me corrijo: sólo me gustan algunas personas. Algunas son hombres, otras son mujeres”.
El discurso narrativo se coloca en el terreno de experimentación del yo, un yo femenino en busca de una identidad, un sujeto y un decir que fluyen, que se mueven a través de las personas como si fueran espacios definidos, mundos distintos con características propias, un sujeto que viaja y se desplaza de un lugar a otro. “La gente viene y va”, afirma el texto que se vuelve deseo de movimiento, un estar en otro lugar y crear pertenencia a través de las relaciones humanas. Cada persona es un territorio para estar, un país, un mundo. Lastima, el título del libro, es así, sin acento, no se nombra en sustantivo, es un verbo, la acción de lastimar.
La voz narradora es una primera persona femenina, la fuerza de la subjetividad es tan fuerte que no hay posibilidad de distancia entre quien narra y quien vive, enunciado y enunciación se funden en un yo abarcador. La escritura y la vida se mezclan en una conjunción indivisible, en un lenguaje coloquial.
El espacio textual es un lugar sin nombre, con agua, con mar y con playa, un lugar que se vuelve un encuentro de extranjeros que vienen a empezar otra vez, un espacio de inmigrantes que se unen en una comunidad de aprendizaje, personas en fuga, que huyen para encontrarse. Las referencias políticas a naciones concretas son aproximadas y difusas, salvo en el primer capítulo, en el que se cuenta el pasado de Galo, que provenía de un país problemático, lleno de conflictos políticos y guerras civiles, y relataba monólogos enteros sobre el Mariscal Tito. Un personaje con un pasado cargado de ideología que llega a un nuevo lugar para soltarlo todo y desprenderse.
La primera persona que narra es la que estructura el relato y plantea una polarización, es ella y los y las demás que se acercan y se alejan, mundos que giran alrededor de un eje que también está en movimiento y no se detiene. Lastima es una novela sobre los distintos tipos de amor en la modernidad, que plantea el quiebre del esquema tradicional de relaciones y apuesta a la posibilidad de libertad desprejuiciada. Cada capítulo es ella y un otro, a veces esos otros se mezclan pero siempre está ella en el centro, para que la miren, la quieran, le permitan jugar a amar y sufrir. En ese mundo hay degustaciones de comida, hay trabajos en vinerías y restaurantes, cuerpos que se arman, se desarman, lucen vestidos de colores, y bailan, una mujer siguiendo una configuración personal para hallar el propio placer. El erotismo atraviesa todo el texto, pero desde la sutileza y las imágenes que conjugan el sexo con el goce por la comida, los cuerpos se saborean y se comen.
Lastima es la primera novela de Angeles Yazlle García, una escritora rionegrina nacida en 1985, que publicó algunas de sus poesías bajo el seudónimo “Naoko” en el blog de Claudio Andrade del diario Río Negro. Además, participó de Historias del Fin del Mundo, la antología surgida de la Residencia Creativa Interzona 2012. Su primera novela traza una línea sobre la experiencia vital femenina a través de una narración honesta, fresca y libre.
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