Viernes, 10 de noviembre de 2006 | Hoy
CLASIFICADOS › CINE
Desde ayer, y hasta el 19 de este mes, en dos salas
de Buenos Aires, el Festival Diversa exhibirá documentales
y ficciones, cortos y largometrajes con un denominador común: en estas películas la temática y las y los
protagonistas naturalizan lo queer lejos de prejuicios y
estereotipos y cerca de la sensibilidad de quienes necesitan hacer el mundo más ancho para sentirse parte de él.
Por Roxana Sandá
En el contraste está la acción, parecería insinuar el aviso que hoy se menta. Por tanto, que una empresa de supuesto primer nivel de aquí, de allá y de todas partes, como decía una vieja publicación, requiera en su búsqueda de ejecutiva de una mujer brillante aunque discreta, firme pero no fiera, desafiante y no menos amable, cacarea acerca del imperio de la contradicción como un factor más del poder desfachatado. Las ejecutivas argentinas, acostumbradas a parar de pecho estas perversiones de la flexibilización a niveles de liderazgo y a sabiendas de su necesidad de tolerancia, suelen activar un saludable piloto automático cuando media la entrevista laboral con los voceros del despropósito: “Todas ellas poseen pasión por su trabajo, son exigidas, exigentes, muy organizadas y muestran deseos de superación constantes. Uno de sus principales incentivos está dado por el logro de resultados y se preocupan especialmente por fomentar el trabajo en equipo”, enumera la especialista en temas de gerencia femenina, Lidia Heller, en su investigación sobre Mujeres líderes en Latinoamérica. Es una lástima por los buenos oficios de la feminidad empresaria, que son tantos y tan poco reconocidos, pero en la paleta del rubro, los contrastes de la desigualdad ocupacional siguen en aumento. Un estudio realizado por el Foro Económico Mundial (WEF) sobre 58 países en 2005, advierte que en la Argentina las mujeres ocupan el tercer puesto en el ranking de acceso a la educación, después de Suecia y Uruguay, mientras que alcanzan uno de los últimos puestos en cuanto a participación en la riqueza, a causa de la inequidad de salario por el mismo trabajo y la falta de oportunidades económicas. En la investigación fechada en 2002, Heller se refiere a las ejecutivas argentinas como “las recién llegadas a empresas con pautas y culturas eminentemente masculinas”. Cuatro años después, la realidad empresaria de la región no parece interesada en aggiornar metas de género: los hombres empresarios constituyen el 79% del total mundial, mientras que las mujeres sólo llegan al 21%, según sondeos recientes de Naciones Unidas.
Por Moira Soto
Ella lo cuenta como quien no quiere la cosa, sin darse aires de audaz ni de pionera: hace poco más de tres años, a los 26, Gabriela Waisman, muy vinculada al cine, después de advertir que las películas de temática homosexual que se pasaban en ciclos y muestras atraían a mucha gente, decidió fundar Diversa, Festival Internacional de Cine Gay Lésbico/Trans de la Argentina, arriesgándose a financiarlo en su primera edición.
Waisman había terminado sus estudios de cine y televisión, trabajaba editando y subtitulando, filmando institucionales siempre con la idea de dirigir en el futuro: “Me interesaba hacer todo ese recorrido y a Diversa lo considero parte del trayecto. Empecé a pensar en un festival de estas características cuando me di cuenta de que el interés que provocaban estas películas se debía a que muchas personas se encontraban con personajes e historias con los que podían identificarse de verdad, sin vueltas, tener esos referentes genuinos. Fui madurando la idea de traer ese material, promocionarlo en otro contexto. Me largué a contactar gente con la que se discutió sobre si hacer un ciclo de prueba o directamente un festival anual. Esto pasaba en marzo-abril de 2004. Comenzamos a pedir películas, a imaginar secciones. A mitad de año ya teníamos 150 films, la idea fue muy bien recibida, muchas instituciones nos fueron abriendo puertas... En agosto ya estaba definido que sería un festival y que iba a durar, en principio, siete días, siempre contando con la participación de muchas personas de buena voluntad”.
Obvio es decir que el sueño de Gabriela Waisman se cumplió con creces, como ella misma lo reconoce con entusiasmo. Ayer comenzaron las exhibiciones regulares del tercer Diversa, que se extenderán hasta el 19 de noviembre, y que se ha expandido en varias secciones: Mi vida en rosa (ficción), Documento de diversidad (documentales), Panorama del cine argentino GLTTBI (Gay/Lésbico/Travesti/Transexual/Bisexual/Intersexual), Panorama del Cine Actual, Cortos Argentinos y Cortos Internacionales. Además de nuestro país, participan Australia, Brasil, Canadá, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Hungría, México, Noruega, Reino Unido y Uruguay.
Como siempre, el público votará la película favorita, y por otro lado, este año se distinguirá el mejor largo latinoamericano de temática GLTTBI con un contrato de distribución en los Estados Unidos, auspiciado por la distribuidora Casque D’Or, de Los Angeles, cuya directora, Véronique Curtois, declara a Las/12: “Mi apoyo a Diversa tiene dos motivos: uno personal y otro profesional. Nací y me crié en Francia, siempre tuve una afinidad muy cercana con el cine latinoamericano. Mi interés por la Argentina creció cuando supe que mis padres, allá por la década del ’50, tuvieron intenciones de emigrar allí. Mi deseo de apoyar el cine latinoamericano –especialmente el vinculado a la temática gay, lésbica, bisexual y travesti– se acentuó mucho en los últimos diez años, especialmente después de haber conocido a mi pareja, que es del Perú. Cuando escuché sobre Diversa y vi cómo Gabriela Waisman e Iván Fantasía promocionaban el cine GLTTBI y llevaban a la Argentina películas extranjeras, sentí que tenía que apoyarlos porque compartía plenamente sus objetivos. De por sí, un festival de esta temática es tanto artístico como político en cualquier país que se realice, pero todavía más en Latinoamérica”.
daleenelarcojuana.com.ar es la página web de Waisman: “La inventé cuando empecé a incursionar en el mundo lésbico. Estaba con mi primera pareja y no tenía idea de nada, no sabía adónde ir, no tenía amigos gay. Entonces, empecé a recopilar información para mi uso personal, después pensé que era bueno compartirla, armé esa página y puse todo lo que yo hubiera querido saber cuando lo necesité. Tuvo mucha repercusión y se armó un foro vía mail. Ahora la estoy actualizando con noticias, contactos, un poco de historia, artículos, direcciones, sitios recomendados, incluso algunos que no son específicamente gay pero que me encantan. En este momento, hay más de trescientas inscriptas y miles de usuarios, se organizan actividades. Paralelamente, estamos encarando un programa de asesoramiento para maternidad y paternidad homosexual desde la práctica: ¿vos querés tener un hijo ya?, ¿qué podés hacer y cómo? Porque más allá de las leyes, hoy esto está sucediendo y lo que desearíamos es facilitar ese camino de diferentes maneras. Con estos tres objetivos –la página, el programa y el festival– conformamos este año Prisma, asociación civil sin fines de lucro”.
¿Una película como Cama para tres –Gazon Maudit–, de Josiane Balasko, ¿podría entrar en esta muestra?
–Yo creo que sí, porque reúne las condiciones que nos interesan. Nos importa qué se cuenta y cómo. También nos importa mostrar películas que casi seguro no se van a estrenar, darle esa oportunidad al público. Aunque hay que reconocer que en los últimos tiempos se viene abriendo bastante esta temática en el cine, en la tele.
Justamente, en la TV se han multiplicado las series y telefilms, en plan de comedia o de drama, de denuncia o simple costumbrismo.
–Sí, entre esas producciones está The L Word, con una serie de chicas muy fashion. Rose Troche es una de las responsables, justamente ella que con su comedia Go Fish tuvo éxito porque retrataba a lesbianas con mucha frescura. Me parece que en esa serie se nota la intención de caerle bien a todo el mundo, ser comercial, despertarle el morbo a los hombres... Para mi gusto, no le salió bien. En cambio, la serie Tipping the Velvet me pareció más lograda.
¿Las lesbianas siguen estando menos representadas que los varones gay en la ficción?
–Sí, es increíble, y sucede en otros órdenes como con los lugares para salir. En cuanto al cine local, resulta gracioso señalar que todas las películas sobre lesbianas están hechas por hombres: Tan de repente, Lesbianas de Buenos Aires, El favor. Esta última es muy cliché, pero nosotros le pasamos el dato a Casque D’Or, que después la ubicó en montones de festivales del mundo. En general, en el mundo de la cultura local, no hay referentes femeninos, mientras que sí hay hombres gay que se han declarado públicamente. Entre las mujeres, tenemos a Celeste Carballo y a Sandra Mihanovich, y ahí nos quedamos. Hay un factor de invisibilidad de las lesbianas muy generalizado. Hoy por hoy, no hay ninguna mujer conocida que diga en la tele “hola, soy lesbiana”.
¿El balance del primer festival te impulsó a seguir?
–Sí, fue un festival modesto, pero todo lo mejor que podría haber pasado, pasó. Incluso vino algún programador del Festival de Berlín y me invitó a ser jurado de los premios Teddy, incorporados a la muestra oficial. De modo que el siguiente 1º de febrero me fui a esa ciudad, un sueño fantástico. Justo ese año ganó Un año sin amor. Claro que la apuesta estaba ganada y había que seguir. Se abrió una puerta al mercado exterior, a un gran intercambio con otros festivales. Incluso distribuidores independientes de acá se empezaron a interesar en la temática porque se dieron cuenta de que había quórum. I-Sat, la señal de cable, nos contactó para que le recomendásemos material para traer.
A nivel mundial, ¿hay un mercado desarrollado?
–Mirá, San Francisco, que es el festival gay lésbico más grande, recibe 1500 películas por año. Productores de Hollywood van ahí a probar films. Sí, hay un mercado con diferentes grados de desarrollo según los países, en algunos, más latente. Por eso hacemos hincapié en que los realizadores nos manden las películas, porque la difusión es importante. Otra consecuencia no menor de Diversa para nosotros es la de poder tomar un lugar social. Fijate lo que nos pasó: nosotros arrancamos diciendo “somos gente de cine, esto no es político ni lo quiere ser” y nos topamos de pronto con lo impresionante y revolucionario que era hacer un festival gay en Buenos Aires, la Argentina. También contribuyó a concientizarnos llevar Diversa al interior: fuimos primero a Córdoba, concurrieron 1500 personas, luego a Mendoza, a La Plata. Particularmente en Mendoza era la primera vez que se hacía una cosa pública, masiva gay. Por supuesto que siempre aclaramos que nos interesa que venga gente no gay y así tener una visión desmitificadora. Porque la discriminación empieza por la ignorancia.
¿Cómo proceden para seleccionar las películas?
–Hacemos la convocatoria a festivales, distribuidoras, organizaciones. Llega el material por correo y desde este año lo ve un comité de selección, discutimos, votamos. Por supuesto que hay películas que sabemos que son muy buenas y que nos encantaría pasar, pero no podemos por una cuestión de costos, o porque ya están fuera del circuito de festivales. Había, por ejemplo, una linda comedia de chicas, Loving Annabel, estadounidense, que era imposible pagar. Porque además de los derechos nos hacemos cargo del subtitulado.
¿De qué películas de esta edición te sentís orgullosa?
–En primer lugar de Boy Culture, de Q. Allan Brocka, por su manera de hablar del amor a través de la historia de un taxi boy. Paragraph 175 es un documental fuerte, bien realizado, con mucho material de archivo, que trata sobre el Holocausto y la persecución de homosexuales. Entre los cortos internacionales hay algunos verdaderamente excelentes. En cuanto a la retrospectiva, me parece todo un logro poder mostrar las argentinas Otra historia de amor y Adiós, Roberto, fue muy difícil conseguirlas. Vistas ahora, pueden parecer algo ingenuas, con una estética superada, pero en su momento, los años ‘80, representaron un avance increíble, de gran audacia. It’s Elementary quizá no sea tan valiosa en lo formal, pero sí en los contenidos. Además, está relacionada con nuestra realidad porque recorre una serie de colegios primarios, en los Estados Unidos, donde se imparte educación sexual, y se asiste a las reacciones de los nenes y las nenas cuando se les explica, de acuerdo a la edad, qué es la homosexualidad. Chutney Popcorn, de Nisha Ganatra, sobre una lesbiana que quiere ayudar a su hermana a tener un bebé, y Electro-shock, del español Juan Carlos Calver, un romance desgraciado durante los últimos años del franquismo, son más light quizá, pero sin dejar de ser interesantes. En la sección de documentales, el común denominador tiene que ver con la identidad: además de las nombradas, se pasan Mr Leather, fascinante pintura de la comunidad leather, y Muxes, auténticas, intrépidas y buscadoras de peligro, realización de Alejandra Islas que se refiere no sólo a la diversidad sexual sino también a la cultura, ya que retrata a un grupo de homosexuales indígenas de Juchitán, Oaxaca, que no sólo se declaran gays sino que preservan su identidad como zapotecas.
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