Lunes, 21 de julio de 2008 | Hoy
FúTBOL › RACING, INDEPENDIENTE, SAN LORENZO, HURACáN, CENTRAL, NEWELL’S Y OTROS TANTOS
La AFA sigue mirando para otro lado mientras se incrementa la cantidad de clubes concursados o quebrados. La corrupción y la ineficiencia hacen que se gaste más de lo que se puede y se declare menos de lo que se esconde. No se vislumbran soluciones.
Por Gustavo Veiga
El dato no es caprichoso. Ni siquiera puede atribuirse a la movilidad que provocan los ascensos y descensos entre las distintas categorías. Se apoya en una matriz defectuosa: la corrupción estructural, o si se prefiere los corruptos de antes y de ahora. Las crisis ya no son un argumento creíble. A fines de 2005, en Primera División había siete clubes concursados y uno quebrado. Hoy son diez en aquella condición más Racing, que sigue quebrado y, Blanquiceleste mediante, cada vez está peor. La lista, además de este caso testigo, la completan Independiente, San Lorenzo, Huracán, Rosario Central, Newell’s, Banfield, Colón, Gimnasia y Esgrima de Jujuy, Godoy Cruz y San Martín de Tucumán, que siguen pagando sus respectivos concursos. Este último, recién ascendido, tiene como presidente a Rubén Ale, dirigente y dueño de La Gerenciadora del NOA, que administra el fútbol del club. Algo incompatible por donde se lo mire.
Desde que en la Argentina el fútbol es fútbol profesional, industria y entretenimiento televisivo, ocho, diez u once instituciones bajo control judicial no hacen la diferencia. El problema es mucho más grave. La AFA no las controla o, en el mejor de los casos, sigue mirando para otro lado. Ni siquiera tiene actualizado un padrón de clubes complicados en la Justicia Comercial. En su última asamblea ordinaria del 19 de octubre de 2007, cuando se reeligió a Julio Grondona hasta 2011, no hubo ni una sola mención al estado calamitoso de las entidades afiliadas. Sí, en cambio, se resaltó “la gestión que, en forma ininterrumpida desde el año 1979, viene cumpliendo el señor Presidente”...
El Tribunal de Cuentas de la AFA suele poner todo su celo en informar que “... la real posibilidad de cobrar los créditos que la institución mantiene contra sus clubes asociados, tal como lo venimos informando en períodos anteriores, podría ocasionar una situación financiera comprometida”. Cada año repite esta cantilena. Pero el problema no es la economía de la AFA. Al 30 de junio de 2006, o sea en el penúltimo balance, esa previsión de incobrables ascendía a 156.444.470,09 pesos, casi 52 millones de dólares al cambio de ahora.
La AFA, como se ve, tiene bien fiscalizados sus números y da superávit (4.792.105,46 pesos en el último ejercicio, 12,71 por ciento más que en el período anterior). Eso no está en discusión. Lo que sí está en discusión es si cumple como corresponde el papel que tiene como asociación. La respuesta es no. Sus dirigentes son los mismos que se permiten un laissez faire, laissez passer en la mayoría de los clubes, un libre albedrío desde hace años. Y así les va. Con la venia de Don Julio, quien jamás hizo realidad aquello que le dijo a este periodista en octubre de 1999: “Los clubes tendrán que gastar lo que puedan, no lo que quieran”. Comenzaba su sexto mandato y argumentaba que el leitmotiv del momento sería la economía. Racing había quebrado el 15 de julio del año anterior. Después le seguirían más concursos y quiebras.
Con todo, una fuente de la AFA que conoce de expedientes, juicios y también de cuentas, sostiene que ésta “no es la etapa más crítica de los clubes. Cuando el 10 de mayo de 2001 se aprobó un plan de asistencia económica respaldado por contratos que tenía la asociación, vivíamos la peor situación de los últimos años. Tuvimos que firmarlo en el Ministerio de Trabajo porque había una huelga de jugadores”. Pasaron algo más de siete años desde aquel desembolso de 43 millones de pesos y casi todo sigue igual. Vale la pena aclararlo: eran 43 millones de dólares; todavía regía la convertibilidad.
Tampoco sirvió de mucho el pomposo “Plan de recuperación mediante inversiones privadas en el fútbol profesional”, que se había aprobado el 8 de marzo de 2000 y le abría oficialmente la puerta a un régimen de gerenciamiento bajo la tutela de la AFA. Apenas lo exploró Quilmes, que delegó el control de su fútbol en el grupo Exxel (había invertido 11 millones de pesos) porque José Luis Meiszner, el segundo dirigente en importancia detrás de Grondona, lo fogoneó para sacarse de encima los contratos de sus profesionales. Las seis chances de ascender a Primera División que dilapidó el equipo disuadieron al grupo económico de que lo conveniente era retirarse.
“Los clubes no lo han utilizado porque el fútbol no es un negocio, salvo que las inversiones se hagan a largo plazo. El gerenciamiento propuesto por la AFA nunca fue aceptado por las instituciones porque exige una serie de requisitos, como poner todos los contratos en blanco y la consiguiente exposición ante la AFIP. Deberían completar largos formularios y dar información que no todos están en condiciones de entregar”, agregó un especialista del rubro.
En la AFA utilizan este argumento para desligarse de emprendimientos como el de Blanquiceleste SA, sujeto a control judicial, aunque sólo en los enunciados. Racing sigue hoy dominado por el caos, como dijo Adrián Bastía en las últimas horas. Aunque en realidad parece Kaos, la organización que combatía el Superagente 86 en la serie de TV (tampoco parece haber llegado desde el Gobierno nacional la solución que ilusionaba a muchos socios e hinchas). Y ahí está la huelga de su plantel profesional para ratificarlo.
“De esta deuda de siete meses se viene hablando desde enero. Tendrían que haber vigilado a la gerenciadora, pero no lo hicieron y ahora vienen como paracaidistas. Los futbolistas parecen trabajadores de segunda clase. Estos señores del órgano fiduciario no ofrecieron ni un austral. No sabían lo que está pasando en Racing”, se quejó, entre irónico y fastidiado, Sergio Marchi, el secretario general de Futbolistas Agremiados en la noche del viernes.
Tampoco varió la situación judicial de los clubes del Ascenso sujetos a quiebra, como en el caso de los grandes cordobeses, Talleres y Belgrano, al igual que Ferro. Con el agravante de que, en el primer caso, la administración del club la tomó este año Carlos Ahumada Kurtz, un empresario de presuntos vínculos con el narcotráfico y sobre quien pesa un pedido de extradición desde México. En lo que respecta al club de Caballito, el destituido juez de su quiebra, Rodolfo Herrera, le había concedido un gerenciamiento al empresario Carlos Gustavo Mascardi en condiciones más que leoninas. Los socios, como ese contrato era tan perjudicial para la institución, consiguieron voltearlo.
San Martín de San Juan, Atlético Tucumán –que acaba de ascender–, Platense e Independiente Rivadavia de Mendoza completan el cuadro de los clubes concursados en la B Nacional. La AFA tiene registrados varios más en la Primera B: Temperley, Almirante Brown, Deportivo Morón, Nueva Chicago, Defensores de Belgrano, y Talleres de Remedios de Escalada y Comunicaciones, los dos únicos quebrados. Social Español, el sucedáneo del Deportivo que desapareció, es un caso aparte. Pero estos datos que posee su asesoría letrada no están actualizados. Al punto de que Morón levantó su concurso preventivo a principios de marzo pasado.
El 31 de este mes es la fecha límite para que los presidentes de todas las categorías entreguen la documentación que se les requirió en junio. Hasta hoy, ninguno cumplió con el trámite.
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