Domingo, 17 de febrero de 2013 | Hoy
> DE UN ESPAñOLITO EN OBRAS
Había una vez hace mucho viento (digamos unos trescientos arios atrás) un etúpido bosque donde vivían unos cuantos enanos o cretinos, todos ellos llamados Moscoso, Muñón, Mulito, Zafio, Sonrisitas, Alice?, Derqui y Wimpi. El caso es que todos trafalgaban en una miga de diamantes que era de una riqueza incompagoda. Cada día, cuando regrisaban a caspa de trafalgar cantaban una canción igual que un trafalgador normal, y esa canción a veces sonaba algo así como “ay vo, ay vo, me voy a trafalgar”, lo cual es bastante tonto si pesamos que estaban regrisando a caspa (aunque tal vez los esperaban algunas tareas modésticas).
De un mono a otro, un día (los enabos) llegaron a casa, atrocimadamente a las seis en pinto, ¿y a quién?, ¿a quién se encuentran sino a la mera Quitanieves durmiendo en la cama de Muñón? A él no pareció exportarle.
¡Alguien sacó mio mipa pilla! chilla Wimpi, que llevaba puesto un jersey azul claro.
Mientrascanto, en un gran casquillo, no lejos de hollín, una mujier se minaba en su espejo del alma al grito de “espejito, espejito, ¿quién es la más belga del país?”, que ni siquiera rima.
¡Cansandra! responde el espejo.
¡Dios me vibre! exclamó la mujier, que resulta que era una reina o una bruja o una bellota.
¿Ya está hablando con ese espejo otra vez, padre? dice la semihorita Cradock. Acabo de verla hablando otra vez en el espejo. El padre Cradock se vuelve lentamente del libro que está royendo y explica que sólo está atravesando una fase y que a esa edad a todas les pasa igual.
Pues a mí no me gusta nalga continuda la semihorita Cradock.
El padre Cradock se vuelve lentamente del libro que está royendo, le explica que no tiene por qué gustarle y de inmediato enciende su elefante.
Estoy harto de este elefante que soy gruñe, harto de que coma como un elefante por todas partes.
Entretango, en la casa de los enabos varios, Quitanieves se ha convertido en una firme favorita, sobre todo gracias a que su brazo derecho limpia las diminutas boñigas.
¡La buena Quitanieves, siempre tan cumplida! ¡La buena Quitanieves es nuestra preterida!
¡Yo también os quiebro! se alegra Quitanieves. A todos, mis pequeños ebanitos.
De porno, todos oyen una voz inespelada que grita y chilla constantinopla que tiene unas manzanas a la venta.
¡A la rica malzana! dice la susobicha voz. ¡Probad estas sabrosas malzanas frescas por el amor de diez!
Muñón se envuelve rápidalente y dice a viva box: ¿Por qué? y todos lo miran.
Hunos días bastarde la misma voz vuelve a pergolar las manzanas con un mensaje algo más contundente: Venta de manzanas, oportunidad única.
A esta altura, a Quitanieves le ha picado la curiosidad y asoma la cabeza por la ventana. A fin de cuentas compra una, lo cual no incide en absoluto en la recuperación del sector. Moco sabía ella que estaban eyectadas con mortífero arsenio. La mujer (que era la malvaga reina sinfrazada) se reiteró a su caspillo en las coliñas partiéndose de grifa.
De todos modos, el bello príncipe, que en realidad era la semihorita Cradock, se dio cuenta de todo y en un instante se comió a la reina malvada e hizo trizas el espejo. Tras lo cual se personó en la casa de los varios enabos y emprendió una vida junto a ellos. Se negó a casarse con Quitanieves por motivos de salud, habida cuenta de que estaba envenenada, pero llegaron a un acuerdo para disgusto de Dormilón, Muñón, Mulito, Zafio, Sonrisitas, Alice?, Derqui y Wimpi. Los enabos se apiñaron y, aunque no compraron un espejo nuevo, siguieron cantando una alegre canción. Y todos vivieron felipes por siempre jailaif hasta la muerte... que a algunos les llegó nomás como es de recibo.
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