Sábado, 9 de octubre de 2004 | Hoy
El primer paso para salvar el patrimonio porteño es hacerlo entrar en el catálogo de áreas protegidas. El trámite requiere paciencia pero es simple y que lo inicien los vecinos le da más valor. Los pasos a realizar.
Por Sergio Kiernan
No todo es cuestión
de esperar pasivamente o, como dice la frase, rezongar que debería
haber una ley para eso. Sucede que justamente hay una ley que puede proteger
edificios históricos, valiosos o simplemente queridos por sus vecinos.
Si bien la ley todavía no tiene dientes como para evitar tajantemente
las demoliciones, ya tiene muelas como para empezar a cuidarlos, sobre todo
si se aplica como resultado de iniciativas desde el llano. Lo que los vecinos
pueden hacer es pedir que un edificio y sobre todo un ámbito, una zona,
se cataloguen y pasen a formar parte de las Areas de Protección Histórica
de la ciudad.
Como muestra el recuadro, Buenos Aires ya tiene varias APH con niveles diversos
de protección. Las Areas raramente son edificios individuales, aunque
los hay, porque el concepto es proteger conjuntos, lugares que tienen un valor
edilicio colectivo. Generalmente, estas zonas terminan protegidas por iniciativa
de la Ciudad en algún nivel, por las suyas o en diálogo con los
vecinos. Pero es perfectamente posible y bienvenido el pedido de los vecinos.
El mecanismo para lograrlo puede ser alargado, pero no es particularmente complicado.
Primero hay que tener las ideas en orden y claridad sobre por qué se
quiere proteger algo. Más allá del cariño, el proponente
tiene que poder expresar si los bienes a catalogar tienen valor arquitectónico,
patrimonial, cultural o estético. No hace falta que el edificio, conjunto
o lugar sea antiguo, ya que perfectamente puede ser de arquitectura moderna
o, como ocurre nueve de cada diez veces, una mezcla de estilos o épocas.
El siguiente paso es preparar una carta lo más completa posible. Cuanto
más información se envíe, más posibilidad existe
de un trámite rápido y exitoso. Conviene enviar fotos, ser prolijo
en la descripción y claro en la ubicación de los edificios, y
abundar en la historia del lugar. No hace falta ser arquitecto o llamar a uno,
ni ser técnico en la valoración de los predios a proteger.
La carta puede enviarse o llevarse en persona a la sede de la Secretaría
de Cultura porteña, en el viejo palacio de La Prensa, en Avenida de Mayo
575. Hay varios destinatarios posibles: si el lugar o casa está en el
casco histórico, el destinatario debe ser la Dirección General
de Casco Histórico; si está en cualquier otro punto de la ciudad,
a la Dirección General de Patrimonio o directamente a la Subsecretaría
de Patrimonio Cultural. En este nivel, la propuesta recibirá un estudio
profesional y será elevada a la Dirección General de Planeamiento.
También puede enviarse directamente a Planeamiento, lo que ahorraría
un paso pero privaría a la iniciativa de un respaldo importante.
Si la propuesta cierra y es posible, pasa a la Dirección General de Planeamiento
Interpretativo para su aprobación, y luego a Planeamiento, que la envía
al Consejo Asesor formado por ONG y órganos públicos (la Secretaría
de Cultura, el Instituto Histórico porteño, la Comisión
de Preservación del Patrimonio Histórico de la Ciudad de Buenos
Aires, el CICOP, el Icomos, la Sociedad Central de Arquitectos, el CPAU, la
FADU y otros). Con el acuerdo del Consejo, Planeamiento eleva la idea a la Legislatura
porteña para que se vote una ley. Tanta instancia no debe intimidar.
Si la idea es buena, si tiene respaldo de los vecinos, podrá tomar tiempo
pero no será bloqueada.
Una buena idea es no pedir por un edificio aislado, excepto que sea excepcional
o enorme, sino por un área. Por ejemplo, un corredor, que
puede ser una avenida: Alvear está protegida de punta a punta, plazoletas
incluidas. También puede ser el entorno de una plaza, lo que incluye
el pasto en sí y los edificios que la rodean. Otra buena idea es revisar
que el lugar o edificio no esté ya protegido: la lista completa está
en la página www.dgpatrimonio.buenosaires.gov.ar, donde también
hay información sobre APH y los diversos grados de protección
que puede tener un edificio o zona.Una mala idea es pedir por esa casa que quedó
solita con su planta baja en una cuadra ya de departamentos. Excepto que tenga
excepcionales valores históricos o arquitectónicos, difícilmente
recibirá protección, ya que se considera que la cuadra ya cambió
de carácter definitivamente.
Más sencillo y rápido, si bien no tan protectivo como el catálogo
o la APH, es el inventario. Como su nombre lo indica, el edificio o lugar pasa
a formar parte de la lista de edificios de valor de la ciudad porteña,
distinción que bien puede ayudarlos a sobrevivir.
Como todo en esta vida, las cosas funcionan mejor si hay gente. Los vecinos,
las juntas históricas, los clubes, cualquiera de las instituciones reales
de los barrios son los verdaderos motores de este tipo de iniciativa. El trámite
empieza apenas con una carta, sigue con paciencia y llamadas, y continúa
con la vigilancia de que no venga alguien y de noche demuela el bien protegido.
Pero así son las cosas y aquí están las herramientas.
Los grados de protección Hay tres niveles de
protección para edificios o lugares que sean catalogados. Uno es
integral, para edificios de interés especial cuyo valor histórico
o arquitectónico los hace hitos de la ciudad. Este grado protege
la totalidad del edificio en todas sus características arquitectónicas
y sus formas de ocupación del espacio. |
APH de hoy y de mañana Areas de protección
histórica vigentes: Nuevas APH: |
Fachadas en el Casco Histórico Hay más tiempo
para pedir los créditos que la Ciudad dispuso para consorcios de
edificios del Casco Histórico que quieran restaurar sus fachadas.
El presupuesto total es de un millón de pesos y cada proyecto no
puede superar los 100.000 pesos. |
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