Sábado, 3 de diciembre de 2005 | Hoy
CON NOMBRE PROPIO
La venezolana Marva Griffin es la mentora del Salón Satélite de Milán, una plataforma de lanzamiento de jóvenes talentos de todo el mundo y una suerte de hada madrina del design.
Por Luján Cambariere
Marva Griffin nació en Venezuela, pero una separación siendo aún muy joven puso su norte en Milán, la ciudad que adoptó como lugar de residencia desde hace 32 años. Allí empezó una carrera en el área de comunicación, primero como relaciones públicas y prensa de importantes empresas de mobiliario como C&B Italia (hoy B&B Italia), trabajando para el mismísimo Piero Ambrogio Busnelli, dueño y director de la compañía. También fue colaboradora de varias revistas de la editorial Conde Nast –Maison & Jardin, Vogue Decoration, American House & Garden y Vogue– siempre especializándose en el área diseño. Fue así como durante ocho años organizó la feria textil Incontri Venezie, es miembro del comité de Arquitectura y Diseño del Museo de Arte Moderno de Nueva York y desde 1998 comanda el Salón Satélite de la Feria del Mueble de Milán, plataforma de despegue de jóvenes promesas. Son estudiantes y noveles profesionales de todo el mundo que a través de piezas experimentales tienen su primer contacto con la prensa y la industria nada menos que en la meca.
El encuentro Safety Nest (que permanece hasta diciembre en Río y de allí parte del 26 de enero al 12 de marzo al Museo de la Casa Brasilera en San Pablo) fue una oportunidad única de tenerla en estas latitudes y conocerla de primera mano. Allí estaba siempre impecable, dada y tranquila, luciendo algunos fetiches design como un anillo terracota del italiano Gaetano Pesce que fue la envidia de todas durante todo el encuentro. Mimada por sus niños, como ella no se cansa de llamar a los diseñadores que vio nacer, como un Ezri Tarazi que en cada desayuno la abrazaba con cariño, no de madre, ya que según él: “She is the Queen” (ella es la reina).
Aparentemente se dio de una forma muy natural. “Los diseñadores jóvenes siempre me pedían que intercediera por ellos para estar en el Salón del Mueble de Milán. Así que cuando en el ‘98 Manlio Armellini, gerente administrador del Cosmit, empresa organizadora de la feria, me dijo que tenía un espacio para ver, según sus propias palabras, ‘qué puedes hacer con tus jóvenes’, no lo dudé”, cuenta Griffin. Llamó a los diseñadores que conocía y a sus colegas periodistas especializadas para que le recomendaran los propios y empezó su convocatoria. De eso, en este próximo 2006, ya harán nueve años. Infinidades de anécdotas, profesionales ya consagrados trabajando para la industria con productos en la calle y una progresión que no se detiene (de 55 espacios, 101 diseñadores y 9 universidades y escuelas en el ‘98, hoy suma 510 diseñadores, 180 espacios y más de 30 escuelas y universidades).
“Nunca olvidaré a un niño al que adoro, Patrick Knoch, que llegó a último momento, a ocupar un pequeño espacio que quedaba con una alfombra verde, un silloncito y una lámpara con ese rostro angelical que tiene, y ahora es todo un consagrado”, detalla. O Matali Crasset y Lorenzo Damiani, otros nombres de la escena mundial.
¿El objetivo del salón? “Es dar cuenta de lo experimental. Lo que viene pero para crear un lazo con la industria. Desde hace años, los productoresmás importantes del mundo tienen cita obligada con el salón. Además, el jurado cambia todos los años y hoy hasta hay gente que muere por ser parte del comité. Giulio Castelli, Pierluigi Cerri, Magdalena De Pádova, Beppe Finessi, Italo Lupi, Rodrigo Rodríguez y Philippe Starck, entre otros, ya fueron parte. Algunos, como Ingo Maurer, creen que hay que dar oportunidad a todos los jóvenes y otros concuerdan con ser selectivos. Sobre todo porque esto termina por ser una enseñanza para los que no aplicaron”, señala.
¿Por dónde pasa su visión? “No puedo dar recetas. El don lo tienes o no lo tienes y eso lo veo a primera vista. Me gusta o no me gusta, es algo que no puedo explicar.”
¿Materiales y procesos que cambian conforme el espíritu de los tiempos? “Hay temáticas que van mutando. Hoy los jóvenes están obsesionados con la ecología, con el diseño sustentable, un tormento positivo mediante acciones de reciclaje y reúso. Esa es hoy una tendencia. Aunque también lo es la tecnología”, detalla.
¿Pruebas del éxito del salón? “Este año pedimos a algunos expositores que dieran cuenta de que productos mostrados están ya en el mercado y nos mandaron más de cien fotografías. Y después las anécdotas del día a día. Hace poco, por ejemplo, recibí un mensaje de una niña de Melbourne que expuso una frutera para avisarme que ya está siendo producida por Alessi”, señala.
Este año, el Satélite abre sus puertas del 5 al 10 de abril en nuevas instalaciones, la nueva Fiera Milano en el complejo Rho-Pero diseñado por el arquitecto Massimiliano Fuksas con la más alta tecnología. ¿Los requisitos para participar? No tener más de 40 años, no haber participado más de tres veces y ser seleccionados por el comité curador.
¿Posibilidades desde el sur? “Siempre las hay, no hay discriminación. Hoy en Italia no hay sólo diseño italiano, hay ingleses, franceses, israelíes”, cuenta.
¿Emergentes? “Los australianos, que hoy tienen muy buenas escuelas de diseño. Tom Dixon me los recomendó. Los chinos que se están poniendo muy al día también en diseño. Y los rusos.”
¿Milán sigue siendo la meca del design? “Italia sigue siendo líder porque existe un fenómeno que es la industria. Empresas que quieren productos diseñados y eso no pasa en muchos otros sitios del planeta”, reflexiona. ¿Un sueño personal? “El diseño puede hacer mucho para aliviar nuestras angustias. Que haya un saloni en Venezuela. Me encantaría que muchos niños que hoy están trabajando en Milán pudieran regresar a Caracas”, remata.
* Salón Satélite: www.cosmit.it
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