Sábado, 12 de noviembre de 2005 | Hoy
Por Sergio Kiernan
Si todavía hay alguien que duda que el patrimonio edificado es como la riqueza ecológica, aquí va una noticia: están demoliendo otro petit hotel en Recoleta. En notas recientes avisamos de dos demoliciones de este tipo de edificios únicos, irrepetibles, de los que ya van quedando pocos. El de Rodríguez Peña al 1736 es también de Dubois y Pater, y está siendo destruido por el arquitecto Oscar Alegre, que ejerce en Capital y tiene oficinas en la avenida Córdoba.
Pese a que está en una zona valiosísima en lo patrimonial e incluida en el proyecto que tiene la ciudad ante la Unesco para declarar la franja ribereña paisaje cultural de la humanidad, ninguna casona de Recoleta tiene la menor protección de ningún tipo. El expediente 51890/05 le permite al arquitecto Alegre destruir alegremente la obra de Dubois y Pater con pleno permiso del gobierno porteño. Es la tercera destrucción en lo que va del año: en la otra cuadra de la misma calle se demolió un petit hotel bellísimo y a la vuelta, en Callao, acaba de desaparecer uno tan noble y hermoso que parecía un sueño.
La razón de estas nubes de polvo es, por supuesto, la enorme ganancia que se puede hacer en este barrio caro y siempre de moda. La casona tenía tres pisos y un subsuelo de servicios, menos de la mitad de lo que se puede construir según el Código. La cuenta más sencilla cierra. Como estos edificios son tesoros, la demolición la está haciendo José Risoleo e Hijos, que desarman la casona pedazo a pedazo para venderlos como antigüedades y materiales nobles. Había que ver el cuidado con que sus obreros sacaron el mármol de su escalera de acceso...
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