Jueves, 2 de julio de 2009 | Hoy
NAIROBI PRESENTA WU WEI EN GLASTONBURY
LUEGO DE ESPECULAR CON COMO SERA SU GIRA POR EUROPA –QUE LOS LLEVO A PARTICIPAR DEL FESTIVAL DE GLASTONBURY (¿LOS PRIMEROS ARGENTINOS?)–, ESTA BANDA PRODUCIDA POR MAD PROFESSOR SUENA A DUB LATINO. “NOS ACERCAMOS, CON RESPETO Y HUMILDAD, A UN GENERO QUE SABEMOS QUE ES DE LOS RASTAS. LOS ADMIRAMOS, PERO MIRANOS: SOMOS ARGENTINOS”, DICE IVAN.Antes de viajar hablaron con el NO, y despues de tocar contaron algo.
Por Yumber Vera Rojas
Es un sábado tan horriblemente invernal que al frío se le ha sumado la probabilidad de lluvia. Un día idóneo, entonces, para quedarse metido en cama haciendo cucharita con la compañía de turno o, si se está en plan solista, disfrutar en casa de uno de esos tabaquitos de la buena onda y dejarse guiar por el magnánimo trip hasta aterrizar en el Extremo Oriente. No obstante, hay que patear la calle. Al salir de la estación de subte de Congreso, el deseo de regresar y emprender alguna fantasía hogareña se hace cada vez mayor. Si bien es mediodía, una brisa gélidamente densa reta a los colectivos que bajan por la calle Hipólito Yrigoyen a participar en una violenta picada. Algunos aceptan. Tras llegar al cruce con San José, pavimento y cemento parecen haberse devorado toda especie viviente, salvo a tres figuras que a los lejos se ven sumergidas en sus bufandas. Recostados contra la entrada de uno de los secretos gastronómicos mejor guardados del barrio, estos supervivientes del desenfreno climático sugieren entrar en el local para calentarse. Antes de atravesar la puerta, en el otro lado de la vereda se puede divisar un inmenso graffiti de matices pasteles que rompe el espeso paisaje gris con el grito de Dub.
Por ahora son éstos los Nairobi que se encuentran dentro de este suculento restaurante de comida peruana, repleto de fantasías kitsch y amenizado con música del Altiplano. Antes que degustar ceviche, papa a la huancaína o arroz chaufa, el vocalista y teclista Iván Díaz Mathé (conocido como Ivi Lee), el baterista Sebastián Martínez (Bastard) y el bajista mexicano Daniel Michel (Chivi) se debaten entre té y café. Luego de especular acerca de cómo será su inminente gira por Europa, que los lleva entre fines de junio y mediados de julio por Inglaterra –para convertirse en la primera agrupación argentina en participar del notorio Festival de Glastonbury– y Alemania, surge un ida y vuelta musical del que se desprende uno de los estimulantes sonoros que a la postre afectó en la concepción del combinado: el disco Drum and Bass Strip to the Bone by Howie B (1999), de la legendaria dupla jamaiquina Sly Dunbar y Robbie Shakespeare. “Ese álbum lo trajo George (guitarra y piano) el año en que salió, y no lo podíamos creer”, evoca Iván. “Fue una gran influencia porque escuchamos algo que es reggae, pero está llevado al extremo. Y eso nos abrió la cabeza.”
Mientras se incorporan a la tertulia George Washington (cuyo nombre real es Jorge Estebenet) y el chileno DJ Baladi (scratch y sampling), los componentes restantes del quinteto fundado en Buenos Aires en 2007, es preciso advertir que Nairobi se convirtió en una de las actuales sensaciones de la escena emergente local debido a varias –y buenas– razones: por abocarse a un concepto sonoro aferrado estrictamente al dub en una época en la que todo pasa por el filtro del indie, por llevar adelante esta propuesta de naturaleza jamaiquina sin tener ningún tipo de conexión con la movida reggae argentina, por la energía y el arengue que emanan sus vivos, por la atención que generó a partir del boca a boca y porque acaba de poner a la venta su precioso debut: Wu Wei, mezclado nada menos que por Mad Professor y en el que colabora –en el rol de vocalista–- el legendario Lee “Scratch” Perry. Disco que fue presentado hace tres semanas en el Centro Cultural Rojas en un recital emotivo, en el que contrastaba la puesta en escena de una agrupación estéticamente heterogénea como Roxy Music con la vibración de un repertorio que, contrariamente al imaginario introspectivo del género, desataba la exaltación colectiva de la audiencia.
Antes de adentrarnos en esta cita con la versión argentina de la Jamaica más cósmica y arriesgada, no está de más recordar que el dub –ascendiente del dubstape, que en la actualidad hace retumbar los ghettos de todo el mundo– es una corriente musical que surgió en Kingston a fines de la década del ‘60 como remezcla instrumental de canciones previamente concebidas y en la que el estudio de grabación pasó a transformarse en un instrumento más. Los discos de 45 revoluciones por minuto por lo general contenían entre dos y cuatro piezas, pero a las agrupaciones e intérpretes jamaiquinos de ska y reggae de esa época tan sólo les alcanzaba para plasmar un tema por los problemas económicos que le legó el Reino Unido a la isla tras concederle la independencia. Los productores e ingenieros de sonido King Tubby –padre de la criatura– y Lee Perry –el de mayor renombre–, precursores de esta suerte de psicodelia antillana de tez oscura –antecedente del remix que hoy conocemos–, despojaron a las canciones de casi toda su instrumentación, excepto del bajo y la batería, y las manipularon radicalmente, agregándoles segmentos de voces y guitarras con resonancias o ecos.
Ahora que se cumplen 30 años de los primeros toasting –pericia del DJ para cantar encima de temas o pistas– sobre versiones instrumentales editadas de los clásicos del reggae –y que tiene en U-Roy a su pionero–, los integrantes de Nairobi llegaron a través de maneras diferentes y misteriosas a esta manifestación alucinante y reverberativa del Caribe anglófono: Daniel viene del folklore y la psicodelia, Iván de la música electrónica más ligada al ambient y al IDM, y Sebastián del punk. Jorge, que acaba arribar al restaurante, igualmente tuvo su pasado en los tres acordes, aunque luego fue seducido por Pixies.
Minutos después irrumpe DJ Baladi, el ingrediente hip-hopero del grupo. “La necesidad de hacer dub surgió de la alegría que genera en nosotros este género, pues somos músicos que procedemos de diferentes formaciones”, recalca Iván. “Nos gratifica interpretarlo, es inmensa la cantidad de posibilidades creativas que te ofrece todo el tiempo. Es un desafío tomar un género negro y aprender a hacerlo con respeto. Pero si me preguntás si quiero que suene a Jamaica, prefiero que suene a la Argentina, México, Chile, a América latina. Que podamos darle rienda a lo que somos.”
Iván: –George y yo formamos un proyecto llamado Crazy Feeling, que era una cosa medio experimental con groove. Pero no era una banda. Después surgió la necesidad de hacer lo mismo a nivel grupal, con otros dos amigos. Así nació Martyn & The Deer Hunters, en 2005. Era todo muy relajado, con improvisaciones. Un freestyle de dub. La agrupación duró año y medio, y luego con Bastard armamos Ganja Pfeife, en la que había un poco más de esqueleto. Tras su disolución llegó Nairobi. Esa geografía de la que hablás creo que está relacionada con Chivi –quien vino a estudiar cine a la Argentina– y Baladi, pues a partir de que conocíamos a los chicos de Zonora Point (conjunto hip-hopero chileno) pudimos invitarlos a tocar el bajo y el scratch. Todos necesitábamos dub, y de distintos lados caímos en este contenedor musical. Nos subimos a algo que es universal, no inventamos nada nuevo.
Iván: –No pertenecemos a ninguna escena, ni tampoco hay otras bandas parecidas a Nairobi. El tema de reggae o no reggae tiene que ver más con un resultado que con una búsqueda, porque, si bien hay otros estilos que nos influyen, respetamos los cánones del reggae. Aunque, al mismo tiempo, los aplicamos como si esto se tratara de cubismo: mostrando todas sus caras.
Iván: –Algo clave para nosotros, y en eso coincidimos todos, es que no nos acercamos al reggae ni al dub para pertenecer a esa cultura sino como forma de expresión. Para Nairobi, el dub genera cambios en el estado de las cosas, en el tiempo y en el espacio. Poder modificar la música en tiempo real y concebir composiciones nuevas, segundo a segundo, te lleva a un estado espiritual y mental único.
Jorge: –El sonido de Jamaica fue tan particular... Tanto el reggae como el dub son géneros híbridos.
Iván: –Brian Eno, que es otro de nuestros referentes, hablaba en una entrevista que estaba hinchado las pelotas de tantas entrevistas estúpidas. En una de esas le preguntaban qué le parecía lo más avant garde que había escuchado (ésta era una nota de 1978), y respondió: “El reggae”. Decía: “Observen cómo el reggae trabaja sobre la sustracción en una época en la que todo es adición”. Y en la propuesta estética de Mad Professor existe esa austeridad. Así que era lógico que nuestro álbum lo produjera él.
Jorge: –Mad Professor fue muy importante para nosotros porque puso a Nairobi dentro de una escuela de sonido. Si lo comparás con algunos discos suyos y de otras bandas, te podrás dar cuenta de ello.
Iván: –Eso no cambió tanto las cosas para nosotros. Es como que un amigo que vos apreciás mucho vaya del brazo de una chica a la que no respetás tanto. Pese a eso, nuestra admiración por Mad Professor no varió. Seguimos escuchando discos increíbles suyos, aunque reconozco que hay algunos que no me gustan. Pero, ahora que entiendo cómo es su acercamiento a la música, pude comprender cómo construyó su obra.
Jorge: –Entendí primero qué es él, porque es importante la manera desde la que cada uno se acerca a la música. El no es músico, es un ingeniero de sonido posta que tiene una impronta muy fuerte y una estética muy marcada que lleva una tradición. Mad Professor es un trabajador de la música, tiene mucha humildad y aporta todo lo que puede. Viaja a todo el mundo, mantiene un sello, un estudio, una estructura y eso tiene valor.
Iván: –Si ves la historia del dub te darás cuenta de que hay un punto en el que todo cambia y tiene que ver con Mad Professor. Y ese sonido es el que queríamos.
Iván: –Cuando teníamos el disco hecho y Mad Professor aceptó mezclarlo, subió el nivel de compromiso. El aportó esa música, son sesiones suyas. Al escuchar el estilo de tocar de los chicos, le recordó el sonido de Sly and Robbie.
Iván: –En efecto, nos ayudó. Pero para ello debíamos poseer canciones lo suficientemente buenas como para sentarnos a laburar con él. Lee Perry debe ser una de las personas más lúcidas que conocí. La primera impresión que tuve al verlo –Ivi viajó hasta su estudio en Suiza– fue que era un enviado, que lleva adelante una misión y que está en un flash, pero conectado con una frecuencia que no tiene que ver con el presente. Vive en una casa muy linda, con fuente y muchas estatuas de Buda. Es todo nevado, hermoso. Es una casa amplia, luminosa y muy sana.
Jorge: –El dub, en esencia, no es una música cantada. Pero obviamente tiene partes vocales. Eso lo podrás encontrar en los discos de Lee Perry con Mad Professor. Nuestra temática es amplia. A mí lo que más me interesa con Nairobi, no sólo con las letras sino con el sonido, es la fluctuación. Lo veo como un ritual chamánico. Me entrego al trance, al cambio del estado de conciencia. Creo que las letras tienen que ver con eso, hablan de actualidad, de ecología, de amor. Pero siempre desde un punto de vista de cambio y movimiento.
Iván: –Hay un tema nuestro que se llama Sin la polera, cuya letra dice: “Fumo uno, fumo dos, fumo tres. No me pasa nada, no quedo nada dread”. Lo hicimos en un momento riéndonos de las bandas que caen en los clichés. Nosotros nos acercamos, con todo respeto y humildad, a un género que sabemos que es de los rastas. Los admiramos un montón, pero miranos: somos argentinos, latinoamericanos. Es más factible que recemos a Buda, a Jesucristo o a Mahoma que a Haile Selassie I. Eso no quita que no disfrutemos un montón cuando vienen Israel Vibration o Don Carlos.
Iván: –No hubo otra razón más que la buena onda. Cruzar lo que estamos haciendo con gente de distintos estilos que entendía lo que queríamos. Princesa misma me dijo: “Qué bueno que me invitaron, porque el reggae acá es muy misógino, no puedo tocar en ninguna parte”.
Iván: –Estamos inmensamente felices y agradecidos. Llegamos allí por intermedio de Mad Professor. Es parte del camino de Nairobi. No hay un plan maestro, hay ganas de hacer cosas, sacar discos, juntarse con gente. De tocar en festivales.
Jorge: –Mad Professor nos viene señalando un camino, que hagamos sacrificios y vayamos hacia una dirección; y ésa es llevar a Nairobi a otras tierras donde haya cultura de dub y reggae, y un nivel de exigencia altísimo. Poner a prueba a un grupo humano para este tipo de situaciones.
Iván: –Sinceramente, para mí estar en el Glastonbury es lo mismo que tocar en el Día de la Tierra o en Creamfields. No somos nadie, acá no nos van a ver ni 50 personas, pero en ese festival interesó nuestra propuesta. Nairobi no es ni grande ni pequeño, es real. Somos los nuevos realistas.
Al tiempo que ultima los detalles de su nuevo álbum, que saldrá en dos semanas y llevará por nombre Audio Illusion of Dub!, Mad Professor comparte con el NO, al otro lado del teléfono, desde los estudios Ariwa –en Londres–, sus impresiones sobre lo que fue la realización de Wu Wei (Nairobi meets Mad Professor), el disco debut del conjunto argentino, donde participó en el proceso de mezcla. “Fue fantástico trabajar con ellos”, asegura el ingeniero de sonido y productor guyanés, que ya estampó su particular marca en la obra de exponentes de la categoría de Massive Attack, The Orb y Depeche Mode. “Debido a que me relaciono con artistas de muchos lugares, no recuerdo cómo entré en contacto con Nairobi. Lo que no se me olvida fue la grata impresión que me dejaron sus canciones. Son místicas, honestas y ejecutadas con pasión.” Cuando se le consulta acerca de por qué se animó a recomendarlos a Lee “Scratch” Perry y a los organizadores del Glastonbury, responde: “¿Por qué no? Me parece que son muy buenas oportunidades, y Wu Wei –concepto del taoísmo que supone que la forma más adecuada de enfrentarse a una situación es no actuando (no forzar)– es un muy buen disco que no tiene comparación con lo que se está haciendo actualmente en el dub”. Neil Fraser –nombre real de este icono del género jamaiquino–, quien igualmente estuvo involucrado en el próximo larga duración de la MC local Alika (registrado en 2006), vino por primera vez a la Argentina en 2003 y desde entonces quedó prendado con la escena reggae de acá. “Me llamó la atención la manera en que los argentinos aman el reggae, eso lo vi en muy pocas partes.”
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