Jueves, 22 de abril de 2010 | Hoy
¡EXCLUSIVO! ¡EXTENUANTE! “CATA” DE PRESERVATIVOS
Le encomendamos la tarea a un cronista del NO, quien se encargó de catar una docena y media de preservativos, y –antes de ser internado exhausto– entregó esta cobertura especial. Para el bolsillo de la dama, para la cartera del caballero... (igual, dice el autor que casi todo se lo contaron unos amigos).
Por Luis Paz
“¿Adónde vas?” Es una pregunta que, normalmente, podés oír de alguno de tus padres, alguna noche del fin de semana. Y es una consulta, o más bien una inquisición, que podés escuchar de boca de tu pareja, después de una discusión o cuando simplemente te aburriste de un rato demasiado largo de convivencia. Pero seguro que alguna vez, en algún encuentro casual y si sos hombre, te lo preguntaron cuando intentabas penetrar a tu ocasional pareja con esa mezcla de concentración para embocar bien y coordinación para no dejar de besar o acariciar tal parte a la vez. Claro, vos simplemente te habías olvidado –o te habías querido pasar de listo–, pero nadie te iba a decir, como sí tus padres, un amenazante “te olvidaste de equis cosa”. No, ella o él dice “¿adónde vas?” con esa mueca que hace sentir al hombre un boludo o algo como un abusador sexual o triste obrero del sexo, obligado a ponerle capuchón a su herramienta si quiere laburar.
El forro es tan parte de la vida juvenil (tanto más que de la adulta) que ya era hora de rendirle homenaje. En especial cuando, en muchos sentidos, si bien no podrá compararse con la libertad, la emotividad y la sensibilidad de la sexualidad desnudada, se puede comprender hoy al preservativo como un agregado. En realidad es la que queda a los amantes que eligen ser furtivos: o te unes al forro y lo tomas como aliado, como juguete sexual; o te consigues una pareja estable, se hacen los análisis que se tengan que hacer, consiguen anticonceptivos y disfrutan de mezclar fluidos en total desnudez.
Los profilácticos ya no son como ese par de condones de piel de cerdo que hace unos años hallaron en un libro del siglo XVI y que hoy exhibe la Universidad de Salamanca. Ahora (hace rato, bah) los hay con tachas, con textura, con tachas y textura, con gel cálido, con sabor, con sabor y gel cálido, y con gloria pero sin pena. Y por más que sí, que sea un bajón usarlo, para los dos (o los tres, o cuantos se prendan), siempre es mejor que usar una bolsa de pipas, una bolsa del pan o tripa de cerdo, todas anécdotas leídas en la web, dignas de un Guinness de la improvisación.
Se podría inventar el Forropoly con el lema: “Elegile una casa para tus espermatozoides”. Y tenés distintas ofertas.
- Carpas Camaleón: “La solución más rápida al problema de vivienda de su esperma; sólo retire el packaging, yerga y coloque en posición”.
- Prefabricadas Tulipán: “Económicas casas producidas en serie, efectivas a los fines más básicos, pero escasas de personalidad y calor”.
- Dúplex Prime: “Elija uno de nuestros múltiples diseños y déle a su esperma un hogar lleno de calor y sabores. Es más, mezcle los diseños y sea más feliz”.
- Chalets A: “Una distinguida fachada esconde la eficacia de una planificación habitacional para su semen. Y nuestras publicidades, ¡fueron las mejores!”.
- Hoteles Jager: “Entréguese a una noche y a una vida de lujuria en Hotel Jager, un espacio sin testigos para el rocker bardero que todos llevamos dentro”.
Todo es una cuestión de elección: entre bolsas de pipas, tripa de cerdo, la pirulina al aire en un encuentro fugaz o las posibilidades del látex anatómico, el NO recomienda –tanto para el lector como para la lectora– tener a mano un buen sombrero de goma. Y que si es tu amante pasajero quien debe usarlo, lleves uno encima por las dudas. Hay que disfrutar, pero respetuosa y responsablemente, como con todo. Y si parece cursi lo que acabás de leer, revisá las noticias recientes y encontrarás una excusa técnica: el Virus del Papiloma Humano –una infección que afecta a los genitales femeninos y masculinos, y es el principal causante del cáncer de cuello de útero– está cada vez más presente en personas que no usan preservativos. Sin mencionar el riesgo de que una bolsa de girasol que hoy te impermeabilice, pero mañana te pueda dejar con un incendio tremendo ahí abajo. No seas... usá. Por amor, como pintaron los artistas hace algunos años, o por placer. Acá, una guía profiláctica para el póntelo/pónselo.
Lo interesante del hogar es que se adapte a tus necesidades y es esa misma la virtud de los anatómicos de Prime: si lo buscado es comodidad, ajuste y una reducción de la sensación de estar separado de tu pareja por una pared de látex, esta cajita es una de las mejores opciones. Sobre todo si no sos de explorar demasiado o si tu acompañante tiene problemas con la sensibilidad allá abajo. Un forro clásico, como un chalet de tipo inglés, pero mejor adaptado a la ergonomía peneana, como un chalet a tu medida.
Prime Extra Lubricado 9 ($ 1,61)
Siempre fueron envidiables esas cintas mecánicas que había en el futuro de Los Supersónicos y permitían moverse mucho más fácil, dócil y rápidamente. Como el cuchillo a través de la manteca a temperatura ambiente, como la llave en una cerradura bien aceitada (salvo que estés en un estado etílico que te complique), como Maradona frente a los ingleses, los extra lubricados de Prime son lo más parecido que puede haber para tu herramienta amatoria, una vía de acceso sin restricciones a la lujuria.
Prime Superfino 6 ($ 1,61)
Interesantes pero peligrosos, los superfinos pueden llegar a hacerte olvidar (acompañados de un momento de brutal calentura) de que el hombre posee un piloto en el pito. Pero ahí también radica su problema: si el olvido se convierte en una liberación de la furia sexual animal, hay que recomendar sesiones cortas para que no se desgaste y termine destrozado. Si bien los de Prime son bastante más confiables (digamos que un 40 por ciento) que los delgados de otras marcas, tampoco son la vanguardia de la profilaxia.
Prime Tachas 7 ($ 1,79)
El más punk de los preservativos existentes en el mercado viene con estrellas en relieve ergodinámicamente diseñadas para alborotar las terminales nerviosas del interior de tu pareja. Pero tiene un problema: si el uptempo es frenético, lastima (¡una lástima!). La cajita en que vienen es sobria, esbelta y esencialmente efectiva a la vista, salvo que tu pareja sea demasiado supersticiosa. Ahora, si en algunos boliches no se permiten los cinturones con tachas, ¿se podrá pasar con una caja de éstas?
Prime Texturado 7 ($ 1,79)
Si al Prime Tachas le cabe el rótulo de “forro punk”, a éste le va bien el de “forro hard rock”. El texturado pareciera ser, a priori, el opuesto natural de los extra lubricados o los superfinos, pero no. Que tenga esas banditas horizontales paralelas saliendo de su cuerpo no necesariamente significa que te vaya a hacer las cosas más difíciles. Simplemente es como el hard rock: fuerte y ¡que se sienta! Pero, ojo, lo mismo que con el de tachas: si te pasás de energía y caés en el heavy metal, también lastima.
Prime Dual Pleasure 7 ($ 1,79)
Este híbrido tiene muy buenas críticas especializadas, pero es bastante evadido por el sentido común, lo que no sorprende: si a Tachas y Texturado les caben la doble categoría de divertidos y peligrosos, este Dual Pleasure duplica la diversión y el peligro. Como con todo lo que tenga relieve, se recomienda para amantes entrenados, acompañados de una buena lubricación. Lo otro que hay que aclarar es que esta serie (y todos los sombreritos con tachas o texturas) está más destinados al receptor que al dador.
Prime Warming Hot Pleasure 8 ($ 1,79)
Detrás de este suntuoso y redundante nombre (algo así como Placer Cálido por Calentamiento) aparece la más interesante novedad del universo fórrico, un diseño contemporáneo aunque deforme por lo demasiado cabezón. Los más caros del mercado vienen por tres y acompañados de gel íntimo. También les cabe un riesgo: al calor natural y al propio de la fricción se les suma el ungüento. En definitiva, pueden ser un paraíso tropical para tu entrepierna. O un infierno, ojo.
Tulipán Sabor a Frutilla 7 ($ 1,43)
La marca, se sabe, no goza de demasiado respeto para la población adulta. Confinados a las primeras épocas sexuales, los forros de la flor nunca han sido unos flor de forros, pero cumplen con lo que les toca. Esta variedad, los saborizados a frutilla, le pone un poco de calidad gourmet a un mundo donde los gustos deberían ser tan importantes como las formas y los tamaños. En el caso de éstos, las que ayudaron a la faena del NO han asegurado que “saben rico”, y con eso basta para facilitarles un lugar.
Tulipán Ultra Resistentes 6 ($ 1,43)
Casi una resistencia de potencia doble: si a esta marca se le escapa por lo rústico de su grosor, los ultrarresistentes vienen a darte más grosor, si es que querés ponerte más rústico en la cama (o en la ducha o en el auto o en la mesa o en el container, gustos son gustos). No serán los más placenteros, pero a los fines para los que fueron diseñados son bastante efectivos. Claro, antes de ir a comprarlos, tenés que asegurarte de que tu pareja quiera violentarse un poco con vos. Si no, sirve como bolsa para el mercado.
Tulipán Premium Spiral 9 ($ 1,61)
La vedette de la nueva línea Premium de Tulipán es este diseño en espiral, ideal para noches enreveradas. Y no, por supuesto que no hace falta que gires como un sacacorcho para entrar. Es, más bien, la textura del tipo más cercana a la que por naturaleza tiene el instrumento, sólo que esa irregularidad de los cuerpos cavernosos está normalizada en un cacho de látex de 48 mm de ancho nominal (como la mayoría, salvo los Large de 52) que, lubricado, convierte al pene en un acelerador de partículas.
Jager Dotted 8 ($ 2,17)
El texturado de Jager tiene como virtud frente a sus pares de diferentes marcas, además de esa cajita útil para guardar monedas, púas y tucas, el hecho de ser mucho más livianos en su textura. Los puntos en relieve que en Prime Tachas son agresivamente punks, acá son como cantautores indies, relajados, apenas perceptibles hasta que empiezan a sonar. Lástima que sea tan difícil conseguir esta marca en los barrios alejados de las cabeceras de distritos conurbanos, del microcentro y de las capitales provinciales.
Jager Black 7 ($ 2,17)
Nada demasiado particular, nada que los diferencie de un forro común y corriente, nada en relieve, ningún sabor particular, el mismo ancho nominal de todos. Lo que hace de los Jager Black una rareza es su color, lo más cercano que los caucásicos estarán jamás de la contundencia peneana de los afros: en el color negro. Si bien es cierto que a los fines, que sean fucsias o amarillo patito no modifica mucho, no dejan de ser un forro estándar con el agregado estético de ser profundamente negros.
Jager Doted, Ribbed & Contour 7 ($ 2,17)
El Jager de la caja roja es el exceso convertido en instrumento de profilaxis: con puntos de látex (tachas), nervaduras circulares (texturados) y forma (anatómicos). O sea, un tres en uno con las virtudes de los tres y con menos problemas que los tres de otras marcas, porque sigue siendo patrón en los Jager la docilidad de las texturas y formas. Y claro, forros que vienen en caja multiuso, con toallita húmeda mentolada, son una rareza y un emblema del buen servicio.
Tulipán Clásicos 4 ($ 1,34)
Tal vez los más usados por quienes han abandonado la quimera del látex, aun así los clásicos de Tulipán son probablemente los más aburridos y menos personales preservativos. Genéricos, sin forma, sin gusto, sin textura, pero finalmente efectivos, cómodos y de buena resistencia. Es claro, también, que su impacto en el usuario común está relacionado con una extraña estrategia de mercadeo: en muchos quioscos de barrio son los únicos que podés conseguir, cual Philip Morris de los preservativos.
Tulipán Súper Finos 6 ($ 1,34)
De lo mejorcito de las líneas clásicas de la marca más usada. Mucho más cómodo que su par Clásico, casi tan resistente como su competidor el Prime Superfino, y habitante de una cajita de un naranja bastante simpaticón, no serán un gran agregado pero levantan un poco el handicap de las líneas bajas de Tulipán. Junto a la alternativa del Ultra Fino (entre los que este crítico profiláctico no encontró diferencia sustancial), siempre una buena opción para escaparle a la sensación de estar encorsetado en látex.
Camaleón Black Chocolate 6 ($ 1,67)
Lo que diferencia a los saborizados de Camaleón de otras líneas es que no sólo vienen preparados para el sexo oral. Claro que no es para ponerse a discutir si hay papilas gustativas en otras cavidades además de la boca, pero el punto es otro: Prime, Tulipán y Jager venden sus saborizados sin lubricar, lo que los hace sólo aptos para el bucal. En cambio, Camaleón, que de por sí nunca anduvo por la punta de calidad del mercado, te los da saborizados y lubricados, lo que podrá ser un enchastre, pero útil al fin.
Camaleón 2 ($ 1,33)
Eternizados como los menos cómodos y flexibles especímenes de la profilaxis vernácula, los Camaleón estándar difícilmente sean la primera elección de ninguno, pero suelen aparecer como plan B cuando se acaba la disponibilidad de otros: es que son los que a menudo se regalan en las campañas sanitarias del Estado y las ONG. Y, en definitiva, llegan a cumplir su misión. Pero son aburridos, rígidos, poco delicados y el envase es de lo más frágil que se haya visto en packaging profiláctico.
Camaleón Lollypop Banana Split 5 ($ 1,67)
Sí, banana split. Dulce de leche, banana y tintes de chocolate. Ese mejunje en formato pito, por obra y gracia de un forro más entretenido que curioso y más sabroso que gracioso, según nos contó Clara de Noche. Parte de las novedades gourmet de Camaleón (al igual que el Lollypop Cherry o el más logrado Blac k Chocolate), el Lollypop Banana Split es una catarata de sabor para el Niágara de tu sexualidad. Pero, aun así, incómodo. Todo bien con los gustos, ¡pero a docilizar el látex, por favor!
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