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Ya que están pensando en una segunda vuelta con su repaso de la historia argentina en grageas tipo figuritas, aquí va una idea para los hacedores del libro Antifichus: poner codo a codo a Andrés Calamaro –en la época de Así es el calor– con cierto político innombrable que en una realidad paralela podría haber dicho “Hay que pasar el verano”, y de paso sumar con data sobre los fines de año reload a los que estamos acostumbrados. Es que las 560 imágenes de este “álbum” nacen de una coladora a puro volumen. Los hechos se hacen trizas, se vuelve a armar y renacen con una vigencia que asombra. Un collage con Symns ataca el Cabildo en 1810. Al Che Guevara no lo inmortaliza Korda sino los logos de multinacionales. Ceferino Namuncurá con la leyenda “Roca’n’roll” escucha un reproductor de MP3. Un encendedor marca “Cromañón”. Por ahí va la cosa. “En el libro hay una visión de las cosas desde otro costado, con un fuerte componente crítico y humorístico. Muchos lo definen como de carácter punk”, apunta Rapa Carvallo, uno de los creadores de la obra publicada recientemente por Pequeño Editor.

A lo que el diseñador gráfico define como “una causa y un work in progress continuo”, se sumaron colegas, ilustradores, dibujantes, artistas visuales de aquí y de allá (El Niño Rodríguez, Patrick Thomas, Pixel Podrido, Costhanzo y Juan Pablo Cambariere –el reputado diseñador del NO–, entre otros) con sus visiones ácidas y de ácido sobre el Bicentenario. La chispa inicial apareció hace cinco años. Rapa y sus hermanas (la diseñadora Soledad y la historiadora Andrea) encontraron libros y cuadernos escolares en un baúl familiar. De la inadecuación de ese registro “neutral y seco” que los separaba de los hechos surgió este libro de diseño identitario, un Manual Kapelusz Hardcore, el álbum de figuritas más impensado. “Yo lo metería en la escuela de una, no en reemplazo de nada, pero sí como una visión nueva de la historia”, dice Rapa. A ver si la seño se anima mostrar esa pelota Tango del Mundial ‘78 con la dirección de la ESMA en un gajo, o a explicar por qué el Cornelio Saavedra de la “primera yunta” luce como Tony Soprano (o Méndez).

El escritor y periodista musical Gustavo Alvarez Núñez se ocupó –junto a Andrea– de la confección de textos corrosivos, sorprendentes y muy detallistas. Así es como Bouchard –el corsario que ondeó la bandera argenta en California– es definido como un “surfer safari”, como si el gran Osvaldo Bayer se fuera de juerga con un stencilero. O algo así. “Nos aburre sobremanera el discurso monocorde, unívoco y plomo de manual de historia. Nos interesaba que, tanto en el plano gráfico como en el escrito, las fuentes, las puestas y los elementos sean de múltiples registros y muy rigurosos”, apunta el diseñador radicado en España. Hace pocas semanas inauguraron en la Casa América madrileña una expo, readecuando el espíritu de Antifichus a un salón. “Montamos un Falcon verde a escala real, una Evita que levita en 3D, un Perón de neón y otras simbologías de la política nacional en su versión más pop”, cuenta Rapa, anticipando una posible gira de la muestra por toda Latinoamérica.

¿Cómo leer Antifichus? Lo dice su autor: “De atrás para adelante, de adelante para atrás, del centro hacia ambos lados, y cuando ponen el Himno nacional o Monkey Gone to Heaven de Pixies, ponerse de pie”. Rapa creció en los ‘80 y se nota: la cultura skater que tanto (m)amó se cuela en el libro con tablas tuneadas para la ocasión. Es que, en Antifichus, lo anecdótico y lo personal, sea el recuerdo de un fichín o el disco Invasión ‘88, tienen la misma relevancia que la data cruda de un país particular. “Maldito en el sentido ‘tatoboresiano’ del término. Como un video de los Talking Heads en que una persona corre y cae, cae y corre, sin saber a dónde va, en un loop eterno e infinito.”

* Para seguirla: Antifichus.com.ar