Domingo, 30 de octubre de 2016 | Hoy
ESPACIOS > (EXPERIENCIA) HIEDRA
Desde hace un año funciona en Chacarita (experiencia) Hiedra, donde Jacinta Racedo y Paula Salischiker instalaron un lugar de diálogo y experimentación artística que logró insertarse con convocatorias abiertas. Propone cenas curatoriales donde, entre comida casera y velas, se puede charlar con Yuyo Noé y ofrece también talleres de filosofía. Todo en la búsqueda de evitar gestos pretenciosos y tejer complots de pensamiento con el arte como excusa.
Por Cristina Civale
Parece más tiempo, pero no. Recién lleva un año. El aniversario fue este octubre. Así es, el espacio artístico (experiencia) Hiedra ubicado en una esquina del barrio de Chacarita (Guevara y Concepción Arenal) generó tal cantidad de eventos que su anclaje en Buenos Aires no parece tan reciente. Esta impresión tiene que ver con el concepto con el que sus creadoras, Jacinta Racedo y Paula Salischiker, montaron el espacio, un lugar que existió antes de tener una dirección postal. Estaba en la cabeza de sus gestoras que ya habían bajado a palabras sus objetivos: “Espacio contemporáneo de experimentación y diálogo, una plataforma para generar narrativas de creación e investigación artística y curatorial, comprometidas social y políticamente. Un ambiente receptivo y crítico que, como la hiedra, se extienda y expanda. Solo posible como punto de encuentro dentro de y para la comunidad”.
Jacinta y Paula se conocieron cursando la Maestría de Curaduría de MUNTREF y sintieron que todo lo que recibían era demasiado teórico. Necesitaban pasar a acción todas las palabras que les transmitían aglutinadas en una serie de conceptos que sin acto se desvanecían en la nada misma. Así empezaron a buscar un lugar, un espacio donde hacer de la curaduría un acto de creación. Jacinta encontró un lugar adecuado a la vuelta de su casa y como buena vecina logró un trato razonable para montar allí lo que a partir del minuto uno en que pensaron pasar a la acción ya era (experiencia) Hiedra -eH-.
En simultáneo sucedieron varias cosas que marcaron el lugar y dieron crédito a sus objetivos que, a un golpe de mirada, se podrían leer como pretenciosos. Falso.
El artista visual Augusto Zanetti fue convocado para intervenir la fachada con su escultura, #traza, un trabajo que quebró la distinción entre obra y contexto al plantear una simultaneidad en el momento de creación, montaje y exhibición. Lo que sucede en simultáneo parece ser una característica de eH. La obra fue también obra mientras se iba haciendo. Luego quedó instalada y ya se pudo percibir de otra manera: como identidad del espacio. Es una estructura de planos negros que se adosó a la arquitectura del local generando la ilusión de reproducción permanente. Parece como una hiedra negra. Dicen las gestoras con sus palabras de curadoras: “Una extenuación lúdica de nuestro paisaje cotidiano”. Así eH marcó la cancha en una de sus paredes.
Mientras la escultura se estaba montando, por debajo de la puerta del lugar, apareció la carta de un vecino que se escondió bajo el seudónimo de Junius. En la carta, expresaba su escepticismo ante la misión planteada por Hiedra de integrarse con la comunidad barrial. No lo dejaron tener razón y lanzaron a todo trapo una convocatoria al barrio para que sus habitantes presentaran proyectos de distinto orden. Entre otros, desde Hiedra convocaron a la comunidad para que realizara un identikit del tal Junius. De esta convocatoria surgió una muestra que expresó cómo el barrio imaginaba al personaje anónimo, una muestra compuesta por dibujos, pinturas y textos y que aún sigue in progress.
Mientras la convocatoria ardía, se lanzó el primer proyecto expositivo que se llamó “Identidad” que tuvo tres ediciones con distintos curadores y artistas. En cada caso se intentó poner en cuestión, según Paula y Jacinta, “quiénes somos, cómo nos vemos y cómo miramos el mundo a nuestro alrededor en un contexto en continuo cambio, en el marco de una realidad globalizada de intercambio, mercancías y representaciones nos hace ir siempre acompañados de una imagen propia”.
Las tres muestras podrían haber dado por cumplido el diseño de trabajo del primer año. Pero sucedieron más cosas. Entre otras, las más destacada fue la creación de las cenas curatoriales. En ellas se propusieron realizar ocho encuentros-cenas con un curador o artista que hubiese participado de una Bienal para que contase en el marco íntimo de una comida a la luz de las velas (literalmente) su experiencia de trabajo. La idea era crear un clima donde todos estuviesen sentados a la misma mesa, reunidos por el acto cotidiano de compartir una comida. El último invitado hasta ahora, mientras se escribe esta nota, fue el pintor Felipe “Yuyo” Noé. Como a las otras cenas, concurrieron alrededor de 20 personas que pagaron 300 pesos para comer, beber y escuchar a “Yuyo”. Jacinta y Paula no son solo anfitrionas de estas cenas, sino que también cocinan, ponen la mesa y agitan la convocatoria principalmente a través de su página en Facebook. Para la cena con Yuyo, trajeron tamales y empanadas desde Tucumán, de donde es oriunda Jacinta. Ellas dicen que las cenas son un formato novedoso de charla. Se pasan diapositivas de obras del artista que va hablando mientras transcurren las imágenes y con la coordinación de las anfitrionas se permiten realizar preguntas ordenadamente. En la última cena hubo desde quien preguntó por técnicas de trabajo hasta quien pidió un autógrafo. Así de abierto es el rango de los comensales. Noé descubrió la muestra con los identikits de Junius y dejó su versión del escritor de la carta que finalmente resultó de gran inspiración para el espacio.
Como la hiedra planta voraz, en (experiencia) Hiedra, los eventos suceden en simultáneo y mientras los viernes, el tercero de cada mes, se cocinaba una cena, los martes se convocaba a un encuentro sobre cómo pensar la vida en estos tiempos. De eso se trató el taller experimental de filosofía, performance y política coordinado por los investigadores Franco Castignani y Sol Prado. Invitaron a Peter Pal Pelbart para dialogar sobre pensamiento y deserción, a Franco Berardi para dar vueltas sobre los conceptos de tiempo y capital y a Suely Rolnik para interrogarse sobre la vampirización e invención común. La propuesta de trabajo no estuvo orientada a obtener respuestas o soluciones a estos problemas. La idea fue, según los coordinadores, “hacer estallar este instante de no-saber extendido”.
(experiencia) Hiedra no se parece tanto a la planta trepadora que le da nombre, más bien se asimila a una máquina bien lubricada que hilvana propuesta tras propuesta con curiosidad, entusiasmo y la libertad de plantearse todas las preguntas porque se atreven a decir que no tienen demasiadas certezas. Todo eso para seguir trepando, creando, urdiendo y complotando con el arte como magnífica excusa.
Las actividades de (experiencia) Hiedra se pueden seguir en facebook.com/experienciaHIEDRA/
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