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Domingo, 10 de abril de 2005

CASOS > EL HOMICIDIO QUE ENLUTó AL ROCK FRANCéS

Amores que matan

Desde que Bertrand Cantat –líder de la banda de rock francesa Noir Désir– mató a golpes a su mujer, la actriz Marie Trintignant, los rumores se multiplicaron. ¿Hubo boicot radial contra el grupo? ¿Aumentaron las cifras de ventas de sus discos? ¿Por qué Xavier Cantat, hermano del homicida, se ve obligado hoy a publicar su versión de los hechos?

El 28 de julio de 2003, una noticia congeló el tórrido verano francés: Bertrand Cantat, líder del grupo de rock Noir Désir, acababa de moler a golpes a su mujer, Marie Trintignant, en una pieza de hotel de Vilnius, el remoto pueblo lituano donde la actriz rodaba una película. Trintignant murió en París tres días después, y el morbo ávido de los medios no tardó en hacer de la tragedia el folletín sangriento de la temporada. Mientras recrudecía el debate sobre las mujeres golpeadas y todo francés hurgaba en las letras del grupo para explicar el rapto demencial de Cantat, Nadine Trintignant, madre de Marie, condenaba a su yerno en un libro escrito en tiempo record (Mi hija Marie, ediciones Fayard) y las fans del cantante, detenido entonces en una prisión de Vilnius, escribían las paredes de París con leyendas de apoyo como Bertrand, ¡casate conmigo!

Muchas preguntas quedaron resonando a partir de ese trágico verano. ¿Hubo boicot radial contra las canciones de Noir Désir? ¿Explotaron las cifras de ventas de sus discos, como sostenían los rumores? ¿Y por qué –a poco más de un año y medio del hecho, cuando Bertrand Cantat cumple su condena de 8 años en una cárcel francesa– su hermano Xavier acaba de publicar su propia crónica del affair?

Es cierto que la Mouv (la radio rockera del grupo Radio France) dejó de difundir a Noir Désir durante los diez días posteriores a la muerte de Trintignant. “Es normal: hubo que preservar a la familia –explica la gente de prensa de la radio– pero nunca confundimos el acto de Cantat con la obra del grupo que marcó para siempre la historia del rock francés. Al poco tiempo, la música de Noir Désir volvió al aire de la radio.” Lo mismo dice Jean Patrick Laurent, programador de la FM Ouï: “Hicimos una tregua hasta los funerales de Marie, pero después reaccionamos como adultos y reincorporamos al grupo a nuestras frecuencias”. Europe 2, en cambio, nunca excluyó a la banda de la programación, pero evitó comentar los hechos de fines de julio.

Aunque hoy los ánimos están menos crispados, el tema de las ventas sigue siendo urticante. “Quizás hayan aumentado durante un par de semanas”, aceptan de mala gana en la discográfica, “pero en discos aparecidos hace mucho. Subieron mil o dos mil unidades [muy poca cosa para una major]. No tenemos cifras exactas, pero sabemos que Noir Désir jamás llegó a entrar en el top 100 de ventas. Y hoy las cifras se mantienen estables”.

Si las repercusiones comerciales de la tragedia no fueron significativas, las afectivas, en cambio, siguen levantado polvareda. Después del alegato de Nadine Trintignant, que ignoraba olímpicamente el principio de presunción de inocencia, Xavier Cantat, hermano de Bertrand, lanza ahora Méfaits divers (ediciones Michalon), un libro en el que vuelca cronológicamente las notas que tomó a partir del 28 de julio: diario de impresiones personales, pero también crónica del tratamiento que el caso mereció en los medios y hasta manual de instrucciones para orientarse en el laberinto jurídico-policial. “Escribí el libro porque la prensa no hizo correctamente su trabajo –dice Xavier– y también para corregir ciertos desbordes. Cuando el periodista de la agencia AFP traduce ‘drugs’ por ‘drogas’ (y no ‘medicamentos’), no se da cuenta de todo lo que su error puede generar. Ese mismo día se hablaba de Bertrand como de la estrella de todos los excesos. La prensa prefiere tener mala información que no tener nada. Si al menos hubieran aprovechado para debatir la cuestión de la violencia conyugal... Y Nadine Trintignant, en su libro, habla de mi hermano usando palabras como ‘asesino’ y ‘criminal’. ‘Criminal’ supone un acto voluntario; ‘asesino’ supone premeditación. No hubo tal cosa. La historia de Marie y Bertrand no es la de la mujer que se deja golpear durante años y termina muerta. Fue una pelea que terminó mal. Eso no excusa el gesto de Bertrand, que jamás debería haberle levantado la mano. Pero no admito las mentiras. Trato de entender lo que sucedió. Y lo mismo haría si estuviera en la posición de ella. Pero es evidente que no le interesa. Ya tiene una explicación para hundir a Bertrand. Reinventa las vidas de Bertrand y Marie y niega el amor que se tenían, esa pasión que –por cierto– los hizo estrellarse. Tratan a Bertrand como si fuera un desconocido, un loco que aterrizó en lo de Marie en plena noche para cometer un asesinato...”

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