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Domingo, 22 de mayo de 2005

FAN > UN FOTóGRAFO ELIGE SU FOTO FAVORITA: EL RETRATO DE JOSé LUIS CABEZAS DE LA ARGRA SEGúN RES

La mirada del fotógrafo

Por Res

Desde el punto de vista estético, hay dos cosas que me impresionaron mucho cuando era chico. Fueron dos acciones que tuvieron lugar durante el Cordobazo: un auto que quemaban en la esquina de mi casa y las balas trazadoras disparadas por aviones militares dibujando líneas rojas en el cielo. Era un cielo de atardecer, ligeramente nublado, que recuerdo hasta hoy cruzado por rayas que se esfumaban. Para mí era solamente eso: yo no sabía ni que existían ese tipo de balas; vi el cielo y vi la transformación del vehículo en una masa negra; vi los manifestantes moviéndose alrededor y soñé con participar del saqueo de una juguetería.

Como aún no entendía la dimensión social, política, jurídica o económica que estaba en juego, las imágenes aparecían despojadas de connotaciones y así quedaron en mi memoria: aisladas, separadas de su significado histórico. Quizá todo esto tenga que ver con mi pasión por la fotografía, que precisamente trabaja sobre la acción “encontrada”, sobre el señalamiento y la descontextualización. La fotografía nunca puede ser del todo “construida”, porque, por encontrar su materia prima a ambos lados del lente, hasta cierto punto escapa a nuestro control.

A los fotógrafos muchas veces nos atrae observar desde el punto de vista estético acciones que podrían ser consideradas, usualmente, desde otra perspectiva. Así como el “objeto encontrado” cambia de carácter cuando es llevado a la galería o al museo, las acciones son alteradas cuando se las separa de sus motivos, funciones y objetivos al fotografiarlas, o cuando se escribe de ellas en un espacio de arte. Este señalamiento puede transformarlas en obras.

Así es como quiero reflexionar aquí sobre la campaña de denuncia del homicidio de José Luis Cabezas llevada a cabo por la Argra (Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina). Me interesa indagar en las imágenes y en particular en las acciones que conformaron esa campaña intentando lo imposible: que se independicen.

No deja de sorprenderme la calidad del retrato de Cabezas empleado en el volante de la Argra. Sin embargo, lo más importante de ese volante fue su puesta en circulación mediante la acción coordinada y persistente de los reporteros gráficos, “colándolo” en las noticias que difundían los medios. Un día aparecía junto al presidente, otro con el ministro, el DT de la Selección nacional o una vedette famosa. De contrabando estaba en las fotos de diarios y revistas y en televisión, estratégicamente ubicado sobre escritorios, colgado de bibliotecas o apoyado en la jarra de agua en una concurrida conferencia de prensa. También se lo vio en sesiones de la Honorable Cámara de Diputados, flotando frente a congestionamientos de tránsito, encabezando movilizaciones populares o asistiendo a inauguraciones en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Los fotorreporteros se encargaban de colgarlo (para eso tenía un clip de metal) o apoyarlo en medio de la escena que iban a fotografiar, sabiendo que también las cámaras de televisión lo incluirían en sus tomas por estar justo allí donde “pasaba la acción”. El retrato de Cabezas que se empleó es muy sencillo pero muy contundente. Frente a él no podés evitar sentirte interpelado por la mirada del fotógrafo.

La otra acción que me interesa señalar es la liberación de treinta y un globos de gas negros de los que colgaba un primerísimo plano gigante del fotógrafo asesinado, mientras el público, que había ido a presenciar Boca-River, realizaba un minuto de silencio en el Monumental el 25 de octubre de 1997. Eduardo Longoni fotografió este hecho. En la imagen se ven los globos arriba de la foto de José Luis Cabezas. Encima de éste, en letras rojas, se lee la consigna. Atrás, el cielo azul y la tribuna repleta completan el cuadro. Recuerdo con precisión la intensidad de lo que me provocó ver esas imágenes. Quisiera poder pensar en ellas sin interferencias. Como cuando vi el cielo del Cordobazo. Pero una y otra vez, la injusticia de la Justicia me lleva a lo más urgente. A las normas de convivencia. A la vigencia del vínculo entre arte y política.

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