Domingo, 11 de diciembre de 2005 | Hoy
MúSICA > LA HERMANA MENOR, LA MíTICA PROMESA URUGUAYA QUE SE CUMPLE
El más reciente rock uruguayo no sólo tiene tambores y murga, sino también un grupo maldito y urbano, que compone canciones como si no saliera jamás de un departamento en el que todo sucede de noche.
Por Martín Pérez
Lo mejor son los gritos y los silencios. Claro que no es justamente eso lo que hace que Ex, el primer disco de La Hermana Menor, sea uno de los mejores dentro de su estilo editados en el Río de la Plata en los últimos años, sino que el asunto son las canciones, y cómo están tocadas y cantadas. Pero gritos como el que se escucha en un tema como “Elvis en Gorlero”, o ese silencio tan respirado en “Fácil de coger” son los detalles que terminan de cincelar el retrato de una banda que rockea como si Velvet Underground pudiese sentirse a gusto en Montevideo. Y que también es capaz de hacer canciones lentas sin dejar de ser filosas.
Invitados de lujo al Festipez con el que la banda de Ariel Minimal despide el año esta noche en Niceto, La Hermana Menor es un grupo mutante, con diez años de historia under, cuya persistencia y al mismo tiempo falta de éxito llevó a que pasase casi con naturalidad de promesa a mito oscuro de la escena rocker montevideana. Consecuente con esa imagen, el grupo destaca con orgullo el hecho de que Ex es el disco menos vendido de los editados por el sello Bizarro, hogar de lo mejor de la nueva cosecha del rock de la vecina orilla. “Banda insular, LHM –a diferencia de la mayor parte del under uruguayo– ha intentado siempre combinar su interés por el amplio espectro indie anglosajón con sus influencias locales, sin caer nunca en esa cosa hipócrita que se conoce como rock alterlatino”, se puede leer claramente en su gacetilla presentación. “Lo que hacemos es rock o rock-pop, de relativa simplicidad compositiva”, confiesa Tussi Dematteis, compositor principal y cantante. “Pero informado por música mucho más extrema, por el hardcore experimental, el free-jazz, la música de vanguardia, el rock progresivo no-pedorro, la psicodelia, ritmos más bien alejados del rock y ruido puro, grosero y gratuito.”
Nacidos a la sombra de la escena alternativa que supo alumbrar Montevideo a comienzos de la década pasada, La Hermana Menor justifica una década de under porque en realidad han sido como tres grupos los que se escudaron detrás de ese nombre. Esa desidia creativa se da de bruces –pero a la vez es consecuente– con una contundente colección de canciones como las que presentan en Ex, un disco que para quien no tenga ni idea de su existencia es algo así como una mugrienta botella al mar desde una tierra permanentemente a oscuras y químicamente alterada. Más rockeros y mugrientos (y menos taquilleros, qué duda cabe) que The Strokes, pero claramente abrevando en las mismas fuentes, La Hermana Menor rockea sin importarle el qué dirán, y su mundo es el del slacker urbano y ya mayor, que sólo tiene el rock y su necedad como excusa para intentar esos tres minutos de redención llamados canciones. Con bronca por una vida que se ha ido sin vivir, las canciones de Ex exigen atención, pero devuelven con creces lo que cualquier oyente tenga para darles. “Desde ahora es nada por nadie”, canta Dematteis desde el primer verso del primer tema del disco. Es de esperar que el show con el que esta noche se presentan por primera vez en Buenos Aires les haga justicia. A ese verso, al tema y al disco. Y al rock también, qué tanto.
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