Domingo, 7 de enero de 2007 | Hoy
TELEVISIóN >JULIA LOUIS-DREYFUS, LA EXITOSA DE SEINFELD
Cuando ya todos los hombres que acompañaron a Jerry Seinfeld en su sitcom fracasaban en proyectos televisivos individuales y se empezaba a dar por buena “la maldición” del programa, Julia Louis-Dreyfus se puso al frente de Las nuevas aventuras de la vieja Christine y exorcizó el asunto con premios, loas y público.
Por Mariano Kairuz
Durante los casi nueve años transcurridos desde que terminó Seinfeld, la sitcom neoyorquina autodefinida sobre la nada, a sus protagonistas –excepto a quien le dio nombre, que se retiró casi definitivamente de la televisión– pareció perseguirlos un destino más o menos pertinente: la misma nada. El primero en reaparecer con sitcom propia fue Michael Richards, más conocido como Cosmo Kramer, quien en 2000 fracasó rotundamente con The Michael Richards Show: ocho episodios con bastante del humor físico de su personaje previo puesto al servicio de un improbable detective privado. Le siguió Jason Alexander, el entrañable y un poco cretino George Costanza, con no una sino dos sitcoms levantadas antes de tiempo: en la primera fue el egocéntrico “orador motivacional” Bob Patterson (2001, 10 episodios producidos, cancelada a los 5); la segunda fue Listen up!, un programa acerca de un periodista deportivo, que alcanzó un rating decente y de la que llegaron a producirse algo más de una veintena de episodios, pero que sin embargo no se ganó su derecho a una segunda temporada. Los ejecutivos de la cadena CBS argumentaron que los costos de producción se les habían ido de las manos, pero periodismo y público se lo adjudicaron a algo que ya se había dado en llamar “The Seinfeld Curse”. La maldición de Seinfeld: una condena que pesaría sobre los actores de la serie (y no así sobre su cocreador y guionista Larry David, que disfruta del éxito de Curb Your Enthusiasm desde hace más de cinco temporadas).
¿Y dónde estaba a todo esto Julia Louis-Dreyfus, la ex Elaine Benes, la algo neurótica y algo cínica y algo encantadora ex novia de Jerry Seinfeld? Al principio (2002) sucumbió también al conjuro con Watching Ellie, un programa “en tiempo real” acerca de una cantante de Los Angeles: no llegó a completar una segunda temporada. Aunque casi lo logra, y para algunos críticos estuvo claro –o en todo caso lo está ahora, retrospectivamente– que ahí había algo más, que algo brillaba más fuerte, y de hecho JLD tuvo revancha. Su nueva sitcom se llama The New Adventures of Old Christine (“Las nuevas aventuras de la vieja Christine”) y a pesar de las neurosis y las ganas de antagonizar que casi siempre animan a su protagonista, se encuentra bien alejada de Elaine Benes. Y ya no habita esos momentos de nada cotidiana en los que transcurría buena parte de la vida de aquélla, sino que sigue las vicisitudes de una mujer de cuarenta y pico recién divorciada, con un hijo y un pasar económico –para los estándares californianos al menos– bueno pero no abundante.
Christine anda bien –de prensa y público– y todo indica que va a completar su segunda temporada, actualmente en curso en la televisión norteamericana, y los periodistas le preguntan a JLD si la maldición se rompió finalmente y ella dice que eso es algo que no le preocupa y les pregunta, ya que están, por qué mejor no se preguntan por la maldición de Friends.
Julia Louis-Dreyfus nació hace 46 años en Manhattan, hija de un empresario francés y multimillonario con quien pasaba un fin de semana al mes, mientras que vivía el resto del tiempo con su madre y su padrastro, un médico integrante del proyecto HOPE –una organización de asistencia en salud que funciona a nivel mundial– que se las llevaba a ambas cada tanto en sus misiones a distintos destinos del Tercer Mundo. A los 21 años fue seleccionada para integrar el reparto de Saturday Night Live, donde ya participaba su novio –y actual esposo– Brad Hall. Fue en ese programa donde, dice, se curtió en los ritmos y las crueldades de la televisión norteamericana, y donde conoció a Larry David. No hizo mucho cine –su debut fue con Hannah y sus hermanas, de Woody Allen– y no se haría conocida hasta encarnar a Elaine. Hacia la séptima de las nueve temporadas que duró el programa, JLD declaraba no estar demasiado interesada en continuar con ese personaje demasiado tiempo más y, siempre procurando no sonar ingrata, se despachaba con algún que otro comentario bien personal sobre la neurótica señorita Benes. Cosas tales como: “No soy parecida a Elaine. Ella está sufriendo: creo que se ha convertido en una persona muy, muy triste. Es alguien que necesita profundamente muchas horas de terapia y me gusta creer que yo no soy ese tipo de persona”. O: “Elaine debería alejarse de Jerry, George y Kramer. Está atrapada con este trío de tarados. Somos cuatro personas completamente patéticas que no se tratan bien aunque salgamos juntos semana tras semana. Elaine necesita algún tipo de relación saludable; ni siquiera digo romántica, tan solo una saludable”.
Una relación madre-hijo, ¿por ejemplo? Con Christine encontró, dice, justo lo que necesitaba en el momento en que le llegó el primer guión: “Me gusta hacer de alguien que está todo el tiempo disculpándose con su hijo por meter la pata”. Al empezar la serie, Christine decide mandar a su nene de ocho años a un exclusivo colegio que a duras penas puede costear, y donde conoce a una jauría de madres rubias, snobs y de lenguas viperinas. Y debe lidiar con la “new Christine”, la flamante, tanto más joven novia de su ex, que se le presenta inesperadamente como una competencia en muchos ámbitos de su vida.
Christine puede ser celosa, insegura, y hasta intentar ser políticamente correcta –sólo quiere, dice, que su hijo se críe en un ambiente de tolerancia y diversidad– pero los guionistas se cuidan de no volverse demasiado dramáticos al respecto: si a Seinfeld se la acusó muchas veces de casi no mostrar personajes negros a pesar de transcurrir en Nueva York, Christine “esponsorea” voluntaria y activamente el ingreso de un alumno “afroamericano” en la escuela de su hijo... sólo para descubrir que los padres del nene son dos homofóbicos recalcitrantes. Y entonces se las ingenia para anotar al hijo de una pareja gay (a modo de ¿compensación?)... donde ambos padres resultan ser antisemitas.
Christine no es la versión ablandada y entregada a la complacencia de una vida suburbana de Elaine. Es tan solo, dice JLD, una madre.
Ahora JLD está nominada al Globo de Oro a la mejor actriz de serie de comedia, por este mismo papel que ya le valió un Emmy este año. Así que, por ese temita de las maldiciones, que vayan a preguntarle al reparto de Friends: la serie de Matt “Joey” LeBlanc seguirá en el aire pero es pésima.
The New Adventures of Old Christine, primera temporada, puede verse todavía los martes y viernes a las 20 y los domingos a las 11, por Warner Channel.
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