Domingo, 10 de junio de 2012 | Hoy
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Cada uno es legendario a su manera. El peruano Alex Acuña fue corazón rítmico de Weather Report. Jorge Navarro es el swing hecho piano. Gustavo Bergalli es uno de los grandes trompetistas europeos. Luis Salinas es las manos mágicas de la guitarra criolla. Y Rubén Rada es Rubén Rada. La visita de Acuña los va a juntar la semana que viene sobre un escenario. Ni ellos saben lo que harán, pero sin duda será imperdible.
Por Mariano del Mazo
En Brasil esta nota no tendría sentido. El relajado modo que tienen los artistas brasileños de cruzarse en shows y discos suele ser forzado o esporádico en el paisaje musical argentino. Esta “reunión cumbre” funciona como una excepción y, según se concluye escuchando a los protagonistas, nadie tiene muy claro qué va a ocurrir en escena. Un homenaje tácito al jazz: la improvisación al poder. O, haciendo honor al concierto de jazz de la semana que pasó, el de Chick Corea, Stanley Clarke y Lenny White, Return to Forever: el retorno, el eterno retorno. ¿Pero a qué retornan Jorge Navarro, Rubén Rada, Luis Salinas y Gustavo Bergalli? A una idea configurada definitivamente a fines de los ’70: el jazz fusión, una mala palabra actual extensiva al rock progresivo por esas cosas de cierta manipulación mediática que ve muy simpático poner a los Sex Pistols por sobre Genesis.
Los ’70 jazzísticos fueron formateados por Chick Corea, por Miles Davis, por John McLaughin y la Mahavishnu y por Weather Report. Cuando a la Argentina venía hasta Jan Hammer, teloneado por Luis Alberto Spinetta. Justamente el invitado especial el 16 en el Coliseo es Alex Acuña, el extraordinario peruano que se abrió a codazos, parches y cueros entre Joe Zawinul, Jaco Pastorious y Wayne Shorter para hacer de Weather Report un tractor de jazz rock como desprendimiento del Miles Davis de Bitches Brew.
¿Cómo se incorpora Acuña en el clasicismo de Navarro, la técnica de Bergalli, el amplio arco pop de Rada, la música cada vez más argentina de Luis Salinas? Digamos nada más que el “clasicismo” de Navarro se diluye en su propio y legendario disco Navarro con polenta (1977), cuando por caso se metió con “Black Dog” (Led Zeppelin) con una banda que contemplaba la guitarra de Ricardo Lew y los notables disparates de Norberto Minichillo. O que fue uno de los integrantes de La Banda de Rubén Rada. O que le armó el grupo a Acuña la primera vez que el percusionista pisó Buenos Aires. “No hay un elemento común, venimos de diferentes lugares. Es cierto que casi todos tocamos con todos, pero no hay mayor idea que la de pasarla bien. Yo me considero un músico de jazz. Aunque toque un candombe estoy haciendo jazz. ¿Qué es el jazz? Es una palabra muy libre. Y le vamos a hacer honor a esa palabra”, dice Jorge Navarro.
Luis Salinas, que en aquellos proteicos tiempos de Navarro estaba tocando música negra en un boliche mítico llamado Papagayo (“el dueño me decía que hiciera bailar a la gente; yo estaba loco por Stevie Wonder”), dice exactamente lo mismo. “Nos conocemos, nos queremos, nos admiramos. Con Rada formamos la pareja de los dúctiles. El Negro es uno de los artistas más grandes que vi en mi vida, hizo una revolución en Uruguay junto con Eduardo Mateo y Hugo Fattoruso. Bergalli, qué decir de Bergalli..., lo nombrás en Suecia y es como si nombraras a Louis Armstrong. Acuña... ¿decime con quién no tocó Alex? Un capo. Jorge Navarro para mí es el pianista con más swing de la Argentina. Lo fui a ver la semana pasada en su ciclo con Chico Novarro en Clásica y Moderna y se mandó una versión de ‘Misty’ increíble...”
Sí, Rada hizo una revolución en Uruguay con El Kinto, con Tótem, con Opa, con La Banda. Rock, jazz, funk, bossa, canción, candombe y un estilo desbordante. Ya lo conocemos: un genio en tensión entre el clown y el gesto renacentista. “Soy así, no me sale hacer una sola cosa. Lo que te puedo asegurar es que nunca tuve un grupo del nivel de La Banda, y que para mí es un honor compartir escenario con estos nenes.”
Esta Reunión Cumbre surgió en la trasnoche de un asado en Pilar en la casa de Navarro con Bergalli y el productor Alberto Grande. Un dislate de sobremesa que fue tomando forma. “Es lo anticomercial. No va a haber disco, no va a haber gira, nada. El placer de tocar ese fin de semana y chau.”
Casi sin ensayos, se calcula que Luis Salinas cantará sus boleros, Rada algún tango, que Alex Acuña realizará un homenaje a Miles Davis... En la cancha se ven los pingos. “No hay que olvidarse de que la Reunión Cumbre incluye a un pibe: Francisco Fattoruso, en bajo. En ese gran disco que fue La Rada, de 1981 –dice a modo de melancólico adiós Navarro– yo toqué el piano en el tema ‘No te vayas, Francisquito’. Era la canción que le había escrito el Negro para el hijo de Hugo Fattoruso, que recién había nacido... Una preciosura. Quién diría: Francisquito se convirtió en un monstruito del bajo.”
Hay algo de naturalidad en este encuentro. Sin presiones, curtiendo ese tipo de jazz (y aledaños) medio paria que intenta el puente con el oyente incauto, el toco y me voy de estos sudamericanos mundanos puede ayudar a cumplir la gran paradoja del género: la obligación de ser libres.
Reunión Cumbre junta a Rubén Rada, Luis Salinas, Gustavo Bergalli, Francisco Fattoruso, Jorge Navarro y, como invitado especial, a Alex Acuña. El sábado 16 en el Teatro Coliseo de Buenos Aires. El jueves 14 actúan en Córdoba y el miércoles 15 en Rosario.
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