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Sábado, 29 de agosto de 2015

UNIVERSIDAD › INVESTIGACIóN SOBRE EL USO DE PIERCINGS EN ESTUDIANTES

Preocupación a flor de piel

La Facultad de Odontología analizó la moda de perforarse la piel con accesorios entre sus alumnos para concientizar a los futuros dentistas sobre los riesgos que conlleva. El 44 por ciento de los jóvenes adopta esta clase de ornamentación

 Por Victoria Arrabal*

Desde la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) se realizó una investigación acerca del uso de piercings entre los alumnos de los primeros años de la carrera, teniendo en cuenta la edad de colocación, el material seleccionado, las localizaciones más frecuentes, las reacciones adversas y lesiones, así como los motivos que llevaron tanto a su utilización como a su retiro. El trabajo pretende ser un aporte a la toma de conciencia por parte de la población de futuros odontólogos de los potenciales riesgos para la salud que pueden ocasionar estas prácticas, para difundirlos y prevenirlos. Es que, si no se tienen en cuenta las normas de asepsia, pueden aparecer complicaciones que en ciertos casos obligue a su retiro.

Durante muchos años la perforación del cuerpo fue una práctica común en diversas culturas para reflejar valores religiosos o espirituales. Si bien resulta imposible establecer en qué momento exacto apareció el anillado corporal en la historia de la humanidad, la representación más antigua conocida es la de un perro creado en Egipto cerca del 1500 AC, cuando era considerado un símbolo de la realeza.

Para los antiguos mayas, fue un símbolo de espiritualidad, virilidad y valentía, y los esquimales insertaron una "labret" en el labio inferior como símbolo del paso a la edad adulta en los niños y como un acto de purificación en las niñas. La perforación de los labios, las mejillas o la lengua también fue una práctica tradicional en culturas indias, chinas y estadounidenses.

En la actualidad, esta tendencia aumenta de forma vertiginosa, especialmente entre los jóvenes, ya sea por rebeldía, osadía, pertenencia a un determinado grupo o simplemente por estética o moda.

De acuerdo con una encuesta realizada entre los alumnos de la cátedra de Materiales Dentales, a cargo de la odontóloga Bibiana Attorresi, un 44 por ciento usan piercings y un 14 los tuvo alguna vez pero se los retiró. Entre las localizaciones más frecuentes están la oreja (57), exceptuando los orificios realizados al nacer, el ombligo (25), la nariz (16), las cejas (11), la lengua (11) y los labios (7).

En cuanto a los materiales adoptados, el hueso, la madera, el marfil y las piedras que prevalecían en la antigüedad para la confección de adornos y ornamentos, hoy fueron reemplazados por metales como el acero quirúrgico y el titanio "porque son los más resistentes a la corrosión", según expresaron las odontólogas Georgina Antoneda y Valeria Fernández, aunque aclararon que el metal más noble es el oro.

Otro dato que aportó el cuestionario es que el comienzo de la adolescencia es la etapa en la que generalmente los jóvenes deciden colocarse piercings, mientras que los motivos de su retiro coinciden con el inicio de una carrera universitaria o de alguna actividad laboral.

"A veces se lo hacen entre amigos o con algún tatuador que no está habilitado", afirmaron las profesoras.

En ese sentido, advirtieron que si no se tienen en cuenta las normas de asepsia como la esterilización de los materiales, pueden surgir una serie de complicaciones tanto a nivel local como sistémico que en ciertos casos obligue a su retiro. Por ejemplo, hemorragias, infecciones, lesiones, inflamación crónica con molestias, daños en las piezas dentales y periodonto, hasta problemas de mayor gravedad como las endocarditis bacterianas que comprometen la salud del portador del piercing.

Durante este año, los alumnos que presenten algún tipo de alteración por el uso de piercings, serán evaluados por docentes de la cátedra de Estomatología con el fin de diagnosticar y abordar su tratamiento desde el punto de vista multidisciplinario cuando el cuadro lo requiera.

*Integrante de la Dirección de Comunicación de la Ciencia-UNR

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Las odontólogas Valeria Fernández y Georgina Antoneda trabajaron en la investigación.
 
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