Sábado, 16 de abril de 2016 | Hoy
Por Rudy
¿Cómo va, lector, qué cuenta? ¡No, por favor, no me malentienda! ¡Le estoy preguntando qué es lo que usted tiene para contar, no “qué cuenta” tiene usted, por ejemplo, en Panamá, Suiza, Islas Caimán, o cualquier otro paraíso fiscal, de donde Dios Fiscal todavía no haya echado a Adán Fiscal y a Eva Fiscal porque la serpiente fiscal les haya hecho morder la manzana offshore!
¡Uy, lector, qué escena! ¿Se imagina?
“En el comienzo fue el Caos fiscal. Cada contribuyente ganaba dinero y lo depositaba en cualquier parte. Nadie sabía lo que ganaba el otro, y nadie pagaba impuestos. Dios Fiscal quería crear el mundo, pero no tenía presupuesto.
Entonces Dios Fiscal dijo: —¡Háganse los impuestos!
Y los impuestos se hicieron.
El nuevo problema fue que existían los impuestos, pero nadie sabía a qué, cómo, dónde, ni por qué pagarlos. Y seguía siendo el caos, pero más caos que antes, todavía. Entonces dijo Dios Fiscal:
—¡Cóbrese la luz, el gas, el agua!
Y se cobraron. Y pensó Dios Fiscal que de esta manera se podrían hacer inversiones y mejorar el mundo. Pero eso no ocurrió.
Dios Fiscal pensó que alguna manera tendría que haber para conseguir presupuesto y mejorar el mundo. Y dijo:
§“Ganarás el pan con el sudor de tu frente, y de esa ganancia pagarás un impuesto”. Y se hizo el Impuesto a las Ganancias.
§“Harás el bien a todas las personas, sin mirar a quién, y de ello pagarás impuesto”. Y así surgió el Impuesto a los Bienes Personales.
Y así siguió Dios Fiscal creando impuestos, tasas y contribuciones durante varios días. Pero nadie los pagaba.
Al sexto día creó a Adán Fiscal, el primer contribuyente.
Pero con lo que Adán aportaba no le alcanzaba. Entonces creó a Eva Fiscal, para que crezcan y se multipliquen. Y haya muchos pero muchos contribuyentes.
Adán Fiscal y Eva Fiscal trabajaban y aportaban, pagaban la luz, el gas y el agua. Y se las arreglaban. No salían mucho pero sus necesidades estaban bastante satisfechas.
Eso sí, para algunas cosas no alcanzaba. Manzana, por ejemplo, Eva iba a la verdulería, compraba de todo por poca plata, pero ¿manzanas? “No”, le decía el verdulero, “el problema es que son importadas, y está cerrada la importación. Se pueden conseguir algunas, pero no le conviene, están carísimas, y son azules, todos las llaman ‘manzanas blue’.”
Y como el devenir de la historia es impredecible, un día Eva Fiscal estaba mirando alguna joya, o lamentándose por no poder viajar a Chapaliputra, o simplemente paladeando imaginariamente el sabor de una manzana, cuando se le apareció Serpiente Fiscal y le dijo:
—Eva Fiscal,. Evita Fiscal, déjame ser el que satisfaga tus ilusiones, deja ya de soñar y corre a cumplir tus más profundos deseos mercantiles. ¡Vuela, enjóyate, come!
—Lo siento, Sr. Serpiente, pero no me da el presupuesto, mi marido y yo estamos bien, no nos podemos quejar, pero para tanto no nos da.
—¡Todo mal! ¡Todo mal! Trabajan y no pueden darse los gustos,
¿qué clase de sistema capitalista es este? ¡Mira... acá está lleno de gente que no trabaja y puede darse todos los gustos!
—¡Todos los gustos? ¡Yo veo que la gente es bastante modesta acá!
—Bueno, Eva Fiscal, eso es porque tienen gustos modestos! ¡No te hagas la populista inclusiva conmigo! Lo que vos tenés que hacer es no pagar más esos ridículos impuestos que Dios Fiscal te pone.
—¿Pero cómo hago? ¡Dios Fiscal está en todas partes! El sabe cuánto gano y dónde gasto, ¡es omnisciente y omnipresente, Señor Serpiente!
—¡¿En qué te has convertido, Eva?! ¡Pareces una panelista de 6,7,8 días de la creación! ¡No seas tan feligresa! Existe un lugar, se llama Offshore, y ahí Dios Fiscal no está.
—¡Offshore?
—Bueno, en inglés. En castellano se llama Infierno. Si vos ponés tu plata ahí, Dios Fiscal no sabe que existe, el Sr. Lucifer te la maneja discretamente y te paga altos intereses... ¡vas a poder hacer lo que quieras!
—¡Seguro que Dios Fiscal no se entera? ¡Y los Angeles Fiscales Investigadores del Paraíso (A.F.I.P)?
—Ay, Eva Fiscal, qué ingenua eres... Eso no existe, son los padres.
Eva Fiscal se tentó. Y empezó a pagar menos impuestos, y se compró unas manzanas tremendas, importadas, que Serpiente le trajo directamente de afuera.
Y Adán Fiscal la vio a su mujer con la manzana y le dijo:
—Eva Fiscal, nuestro presupuesto no da para eso... ¡además son importadas!
Eva Fiscal no le dijo nada, le acercó un trocito de manzana. Adán mordió. Y se hizo offshore él también.
Al poco tiempo Dios Fiscal percibió que estaba recaudando menos que antes. Entonces fue a ver a sus queridos contribuyentes, y estaban morfando manzanas mientras se compraban ropa importada.
—Qué hacen... ¡todo eso está prohibido! ¡Los voy a investigar a ver si pusieron las cuentas en el infierno!
Adán Fiscal le dijo que sí, efectivamente lo habían hecho, pero que no le parecía nada malo.
—¿Y no temes mi castigo?
—No, Dios Fiscal, porque las cuentas no las puse a mi nombre, sino al de mi padre, tú.
—¿Cómo lo hiciste sin mi autorización?
—Eso se necesita acá, Dios Fiscal, El Sr. Lucifer esas cosas no las pide.
Dios Fiscal se dio cuenta de que ya nada sería como antes. Si todos actuaban como Adán Fiscal y Eva Fiscal, no podría mejorar el mundo. No se daban cuenta de que ahora podían comer manzanas, pero había un montón de cosas que ya no tendrían, cosas que Dios Fiscal hacía producir gracias a los impuestos.
¿Pero cómo iba a convencerlos? ¡Señor Serpiente Fiscal y Lucifer son muchos mas hábiles en el marketing! Y además tienen la mayoría de los medios a su favor!
Así que no los castigó El, se castigaron solos. Entraron al Infierno, pensando que iban al Paraíso.
Al final, a Dios Fiscal sólo se le ocurrió canturrear en voz baja “¡A volver, a volver, ya van a volver!”
Hasta la semana que viene, lector.
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