Viernes, 5 de septiembre de 2008 | Hoy
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En homenaje al Día Nacional de la Historieta –un 4 de septiembre de 1957 apareció por primera vez Hora Cero, la revista de Héctor Oesterheld–, cuatro diversas gemas fáciles de conseguir.
Esta historieta sobre las desventuras de Jane en el mundo del periodismo es definida por su autora como una mezcla de las sitcoms Ellen y Seinfeld, “porque el personaje principal es una lesbiana andrógina desafortunada en el amor, que vive con un compañero hetero, esa es la parte Ellen, y la historieta trata de nada y de todo, como Seinfeld”. Es verdad que los capítulos de este comic book empiezan con la lógica de una comedia de situaciones, pero terminan perfilando relatos fantásticos o de ciencia ficción donde Jane puede enfrentarse a marcianos, a una isla de Amazonas y a iconos lésbicos como la Mujer Maravilla o la Trinity de Matrix. Las viñetas encierran vestigios de la cultura para retrazarlos con un nuevo nervio narrativo informalmente bosquejado por esa línea ondulante que caracteriza el estilo visual de Braddock.
A principios de los ’90, Fabrice Neaud tenía el proyecto ambicioso de crear una gran historieta de ciencia ficción. Al fracasar en el intento, decidió comenzar a dibujar su diario personal sobre su angustia amorosa. Desde los yiros en parques hasta su pasión por chongos de cuerpos torneados, con preferencia por la virilidad de Mel Gibson, su autorretrato va del minimalismo visual a una suerte de art comic afrancesado, pero siempre usando el dibujo y el texto para desnudar sus propias incertidumbres, para convertirlas en un discurso visual que va del horror a la fascinación por lo cotidiano. Transitando por los lugares inusuales y comunes de ser puto, desde la relación con la religión hasta la propia homofobia internalizada, Neaud crea una historieta de homohonestidad brutal.
Antes que Capote fuese carne cinematográfica de dos biopics sobre la creación de A sangre fría, Parks y Samnee pergeñaron una historieta bien documentada sobre las tribulaciones del escritor durante la investigación para su celebérrima novela de no ficción. Con un dibujo retro de un blanco y negro expresionista, la narración de este comic de no ficción se centra en la relación entre Capote y Perry Smith, uno de los asesinos, al mismo tiempo que las viñetas señalan el contrapunto entre un gay de sensibilidad urbana y la homofobia de Kansas en los ’50. Con inteligencia, los autores apuestan a la narración visual, con páginas donde el dibujo sin texto da su versión de los hechos, explorando las dimensiones visuales del lenguaje de las historietas para desmarcarse de la literatura. Porque para literatura, queda claro, están los libros de Capote.
Volumen recopilatorio de un especialista del manga homoerótico de gigantones anabolizados. Jiraiya es un malabarista del erotismo narrativo, con relatos breves de pocas páginas, donde puede ir del género picaresco al revisionismo histórico, siempre haciendo paradas en una ternura porno, para desplegar su particular fetichismo por cuerpos musculosos, barbas y bigotes. Versión nipona de Tom of Finland, con la misma sensibilidad anatómicamente detallista, pero marcado por la claridad del dibujo sintético y la prolija geometría de las viñetas del comic japonés. Desde el sadomasoquismo hasta las competencias de sumo en clave gay, el autor explica la idea de cada una de sus historietas en prólogos en primera persona que revelan sus mecanismos de creación, al mismo tiempo que aportan pistas sobre el universo cultural japonés.
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