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Viernes, 16 de mayo de 2008

PRIMER AMOR

Otra copa

 Por Elvira Piedrabuena

¿Qué es el primer amor? O, ¿cuál es? ¿Es lo que parió el primer beso, la primera encamada o bien ese amor platónico que silenciamos hasta que un callo se nos arma en la garganta y no hay lima que pueda pulir esa molestia?

Su nombre tenía cuatro letras: Inés, y ella me llevaba apenas tres años.

Eramos dos pendejas enamoradas, y nos comíamos el mundo. Ese que quedaba ahí afuera, ese que apuntaba hacia Buenos Aires o bien hacia Rosario. Eramos tan jóvenes y nos enamoramos. Yo moría de amor por ella y ella por mí. Día y noche, noche y día juntas. Fue mi primera relación con una mujer, con otra persona. Ella encaró, yo no lo pude creer, y allí estuvimos. Tres años. Al poco tiempo de salir, yo decidí decirles a mis viejos “lo mío”, ya que se había concretado en algo, no era sólo lesbianismo platónico. Pero cometí un error: lo hice sin consultarlo con ella. ¡La que se armó! Ella no quería que todo el mundo supiera que era lesbiana. Yo le dije que a mis viejos no les había dicho su nombre, así que podía estar tranquila.

No fue fácil seguir viéndonos, amándonos; seguir construyendo algo. La pasión era muy fuerte, y tener pasión en un pueblo como Santa Lucía no es muy sano, salvo que estés pensando en irte de ahí.

Lo habíamos planeado. Cuidadosamente. Pero cuando llegó el momento, casi con los boletos de micro en la mano, yo dije: “Me quedo”. Inés nunca me lo perdonó. Por eso Amanda, mi amiga del alma, insiste con que yo la dejé ir, que perdí una joya preciosa. Por lo que pude averiguar, Inés se fue primero a Buenos Aires y luego, con el tiempo, a Estados Unidos, y allá se casó con un tipo. Me dicen que tiene una hija. Nunca salió del armario, nunca dijo nada.

¿Por qué una tiene esa manía de guardar fotos? ¿Por qué, cuando estás rayando los cincuenta, se te da por abrir la cajita de los recuerdos? La culpa la tiene Amanda, sin duda alguna, y la amiga de su amiga, la Martita. Es por ellas que hoy estoy con este álbum sobre las piernas, viendo sonreír a dos pibas, una de 19 y otra de 21, mientras un Syrah se empecina en teñirme la boca y en brillar en esta copa, mi sola compañía.

lalesbianaargentina.blogspot.com

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