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Viernes, 15 de mayo de 2009

ENTREVISTA > OGGI JUNCO

El Junco que habla

El divo recibe en la peluquería. Los lunes se pasa todo el día arreglando sus extensiones y aprovecha para dar entrevistas. Inimputable, profesional mediático si los hay, Oggi es noventas, es dólar, es Miami, es cirugías estéticas... es ¡Menem! Cultor de un lenguaje plagado de latiguillos y titulares para la prensa del corazón, repite sentencias para que se hagan carne en el imaginario más masivo posible. Ya de entrada hubo que entregarle el grabador: “Yo que soy tan oral... necesito llevarme algo a la boca continuamente”, se excusa.

 Por Juan Tauil

Si tuvieras que titularte, ¿cómo te gustaría que te dijeran?

—¿Sos tortillera que me das vueltas la pregunta?

Va de nuevo... Lo que te pregunté es si te titularías, como has hecho alguna vez, “El Gran Puto Argentino”.

–Soy el único puto argentino, el único. (El dueño del bar se acerca y nos regala cerveza.) ¿Viste? A mí todos los hombres me quieren levantar. Todos. Esto que acabamos de ver fue un levante tapado... dibujado... disimulado... Después voy a la barra, me hago la boluda y manoteo. Así me pasa cuando voy a bailar con mis amigas: termino levantando yo.

¿Quiénes son tus amigas?

–De toda la vida Moria Casán, Graciela Borges, Nacha Guevara, Jessica Cirio, Natacha Jaitt... con Nacha debuté en ATC en el ’94 en Me gusta ser Mujer. ¡Pero a mí no me gusta ser mujer, eh! También conduje programas de música. Durante veinte años trabajé de RRPP. Traje a Bibi Andersen, trabajé con Dani Mañas, que invitaba a estrellas internacionales: Joan Collins, Sonia Braga... Con Charly Grilli en Caix trajimos a Jacqueline Bisset... Nos habíamos cansado de las estrellas de acá. Conocí a Grilli en mis 17 años, así que imaginate, fui una niña precoz, un puto precoz.

¿Qué hay que tener para ser amiga tuya?

—Tienen que ser puto. Mujeres puto, mujeres hombre. A mí la mina histérica “ay, traeme el saquito que tengo frío” o “abrime la puerta” no, para eso estoy yo. Outlet para todas las frígidas. Disfrutemos del gran macho argentino, no te olvides que el tajo atrae, llama... después bueno, no puedo decir más. Te dejé muda.

Claro, sos chonguera... te gustan los chicos hétero...

—Soy homofóbica prácticamente. Tengo pocos amigos gays: todos putos grandes muy top. Mi única amiga trans es Bibi, la actriz mimada de Almodóvar. No curto muchos lugares gay. Creo que el gay se autodiscrimina. Yo creo que vivimos en una sociedad, formamos parte de ella, somos seres humanos. Si no te gusta cómo soy, cómo me visto, cómo me maquillo, andate vos, yo no me voy a ir del lugar. Nunca lo viví como un problema. Ahora, soy consciente de que esta exposición mediática mía (un camión de Mudanzas Stella lleno de chongos para, uno de los chicos se baja y le entrega un número de teléfono), como lo que pasó recién me pasa con todos, los repartidores de leche, soda... me siento Evita, que volvió y fue millones conmigo.

Según tu teoría, todos los machos sucumben ante la tentación del sexo gay o en esa especie de paseo breve por la homosexualidad...

—Mirá, conmigo sí. Y a veces no tan breve. No sé si soy la excepción, pero conmigo caen todos. Igual yo no los levanto, ellos vienen. Yo seduzco hasta comiendo una aceituna, no es una postura, es parte de mi naturaleza.

Este es el país botinero por excelencia... ¿Estuviste con futbolistas?

—Estuve con todo lo que te puedas imaginar, lo que puedas crear en tu cabeza. Los futbolistas son muy graciosos... primero que se comen todas las “s”. Adoro que se coman las “s” pero siempre y cuando sean futbolistas y tengan millones en el banco y que me compren una cartera Gucci. Son divertidos, pero van directo a la penetración. Ah, también tienen eyaculación precoz, por lo menos los dos o tres con los que estuve.

¿Y quién fue tu mejor experiencia entre los famosos?

—Con un mediático. No era ni deportista, ni cocinero —aunque hacía que cocinaba—, ni actor.

¿No me vas a decir que Nino Dolce –con quien las revistas del corazón lo vincularon en las últimas semanas– es el que mejor te hizo el amor?

—Con Nino Dolce fuimos nada más que amigos. La diva sabe reconocer dónde está el buen asado.

¿Es o no la primera vez que se explicita un romance entre un hombre hétero y un gay y que se genere tanto revuelo mediático?

—Conmigo siempre va a haber una primera vez de todo. No sólo eso: en el music hall que hicimos en Mar del Plata en un momento el señor Dolce me da un beso en la mano. Yo lookeada como vedette, con conchero y sin tetas, muy andrógino. Ahora se matan por conseguir las fotos. Yo lo elegí a él porque sabía que la pareja iba a vender: un gran puto con un gran chongo.

¿Te gusta hacer alarde de tu apetito sexual?

—Soy insaciable. Aparte tengo una adicción oral, necesito siempre llevarme algo a la boca. Le hago un culto a la pija, soy muy petera. Me llaman por teléfono. Lo tienen varios chongos y se lo pasan. Soy muy open, me invitan a bailar y termino con dos o tres en la cama. En casa nunca, obviamente, porque vivo con mi mamá. Hay un respeto enorme.

¿Cómo te llevás con tu mamá?

—Ahora mejor, en un momento nos matábamos. Siempre fuimos amigos, más que madre e hijo. Nos pintábamos los ojos juntas a los 11 años. A los 14 le dije que era gay y ni se mosqueó. Me dijo que se lo contara a papá. No recuerdo más, no retengo cómo se lo tomó. Ya te lo dije y te lo repito: el problema SIEMPRE es de los demás y yo no compro problemas ajenos. No sé si lo superó al día de hoy, con eso te digo todo.

¿Cómo fue tu primera vez?

—Fue con alguien del colegio de curas irlandeses al que yo iba, pero mucho no recuerdo. Hasta los 13 fui al Sagrado Corazón de Jesús y después fui al Edmundo Rice. Doble turno comiéndome compañeritos, profesores y curas. No sigo, ¿querés que vengan a buscarme del Vaticano? ¡Basta! Pero lo que me marcó fue mi profesor de gimnasia del secundario, que había alguna tensión ahí... hubo unos besos... viste que siempre hay un pedófilo dando vueltas por ahí. Pero me acuerdo que me re-enamoré. ¡Ay! Me estás haciendo recordar cosas, esto es como una cura de sueño...

¿Has tenido malas experiencias, rechazo, discriminación por ser Oggi Junco?

—Desconozco completamente. Nunca vi alguien que me rechace. Te lo juro por Christian Dior que nunca me pasó. Vos viste recién cómo la gente de todas las clases sociales, empresarios, verduleros, camioneros, me dicen diva, diosa, me gritan cosas lindas. Y eso que por mi perfil me pueden gritar absolutamente cualquier cosa, pero no sucede. Me apoyan en todo el sentido de la palabra apoyo. Soy el único puto que ha cruzado la cordillera y soy famoso en Chile, Paraguay... ahora estoy por sacar un CD. Amor prohibido, No te banco más y Si yo abriera la boca son algunos de los títulos que estoy pensando...

Bueno, hablando de Chile, corrió un rumor de que te deportaron...

—¡Ay! Ahí hubo un puto malo. Muy malo. Un productor no asumido, porque en Chile los pocos putos que hay, usan bigotes, son muy a la antigua y hay un solo boliche gay en Santiago donde van dos putos. Entonces yo iba con mis pareos de Versace para todos lados. Un día yo estaba en una gala sentado con Cecilia Bolocco y me mandó a que cubriera la entrada de la fiesta como notero. No es que me desprestigie, no me desprestigia nada. Si lo hubiera pautado desde acá lo habría hecho, pero no fue así. Ahí te respondí la pregunta anterior: si me odia alguien, es un puto.

Ser chonguera y viciosa tiene sus riesgos... ¿Cómo te protegés ante la posible aparición de uno de esos machos cabríos que quieren hacer pagar con sangre su propia homofobia?

—Los cago a trompadas. Mirá, a uno le prendí fuego, a otro le clavé un cuchillo Tramontina y terminó en el Fernández. ¿Qué más querés que te cuente? El puto tiene la hipersensibilidad de saber a quién mete en su casa. Yo cero miedo a eso.

¿Cómo te llevás con la policía?

—Bárbaro, nunca tuve problemas con la cana. Acordate que yo nací en democracia, soy hija de la democracia.

¿Qué lugares te gusta frecuentar?

–Ultimamente estoy muy rocker. El otro día fui con Gabriel Carámbula a ver un recital de Los Perros, su banda en Mackenna. Me estoy comiendo roqueros.

¿Tenés ganas de tener hijos?

—En algún momento se me cruzó por la cabeza, pero tendría que estar muy estabilizado con mi pareja. No lo adoptaría sino que recurriría a un método que mezcle los genes míos y de mi marido. Mitad de uno y mitad de otro.

¿Tenés un ideal de pareja?

—Me encantan. Adoro los psicópatas. Me enamoro de ellos si me psicopatean, porque adoro lo difícil. Que me dejen, que me digan que me quieren... que me dejen plantada... después te llaman y te dicen que te adoran. Adoro los mujeriegos por ejemplo, porque se quedan conmigo.

Las extensiones, el maquillaje... ¿Te identificás como trans?

—Soy el cuarto sexo. No quiero ser travesti ni mujer. Me cuido porque quiero estar bien. La ropa que uso es unisex, no uso un vestido. Juego con mi ambigüedad, con mi pene, adoro levantarme los chongos siendo lo que soy. También tortillereo, estoy con mujeres, les calienta a las mujeres, a los chongos y a mí. El sexo es sexo, no tiene ni principio ni fin. Si el chongo se me da vuelta, aprovecho.

¿Hay una parte activa en vos?

—Completamente. Adoro usar mi pene.

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Imagen: Sebastián Freire
 
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