Por Alejandra Dandan, Desde Santiago del Estero
Sus inmensos ojos negros parecen dos puntos muertos que flotan sobre surcos de sangre. Son secuelas que le va dejando la diabetes, agudizada por la presión de los últimos meses de encierro. Ese primer plano es el retrato más vivo y al mismo tiempo más muerto de Musa Azar. Está preso en la Gendarmería, empujado primero por las denuncias del doble crimen de La Dársena y más tarde por los rebotes de las causas abiertas por los desaparecidos de la provincia. En diálogo con Página/12, mostró que sabe cosas explosivas. Mencionó al caudillo Carlos Juárez y lo dejó atado a la cadena de mandos que operó detrás de las desapariciones de los años previos a la dictadura. Puso en escena el secuestro y la desaparición de un diputado justicialista. Y habló de Mercedes Aragonés de Juárez para pedir su renuncia.
En la entrada del único edificio federal para detenidos hay un nutrido grupo de visitas. Adentro está alojado Musa Azar, el ex comisario forjado durante cincuenta años bajo la escuela política del caudillo Carlos Juárez. Y a apenas unos metros está Carlos "Pololo" Anauate, el ahora ex diputado formado en ese régimen.
Los dos están presos desde noviembre. Cayeron en desgracia por las denuncias que los ligaban a los crímenes de La Dársena. Pero no están presos sólo por eso. Ni siquiera porque los familiares de las víctimas hayan pedido sus cabezas a los gritos desde la calle. Tal vez son la mejor muestra de cómo se construye y cómo se quita y da poder en Santiago. Aunque existen pruebas judiciales que aparentemente los vinculan a los asesinatos, es cierto que fueron las dos piezas entregadas por los Juárez cuando se agitaba el fantasma de la intervención federal.
Musa tiene memoria, un archivo puntilloso, agudo y exacto en la cabeza. Tiene los títulos publicados por Página/12 bien a mano. No los olvida, los larga en la mesa para que queden rodando.
-Ustedes han publicado eso de los desaparecidos. Que yo dije: "Ni acá que los van a encontrar".
Y sigue con los detalles de la última indagatoria ante la jueza María del Carmen Bravo en la investigación del doble crimen. Aquella frase fue pronunciada cuando el interrogatorio había terminado, según dos fuentes judiciales ligadas directamente a la causa. Musa se defiende:
-¡Ella no me ha preguntado de los desaparecidos! Y no tiene por qué preguntar, si ella no investiga a los desaparecidos.
Sin dejar espacio a las preguntas, avanza. Saca un recorte de un diario viejo del bolsillo del pantalón. El diario es del 84. El título es una frase adjudicada al represor Luciano Benjamín Menéndez.
-¿Qué dice? -pregunta Musa y se pone a leer la frase-: "Asumo toda la responsabilidad del accionar de la guerra contra la subversión". Ahí está. ¿Qué tengo que ver yo? Si este general asume la responsabilidad.
-Usted admitió que había detenido al concejal Emilio Abdala.
-Sí, sí, sí, ésos han sido detenidos. Así como todos los demás han sido de-te-ni-dos.
Todos los demás no fueron detenidos. Fueron 60 desaparecidos en Santiago del Estero, parte de los 103 santiagueños desaparecidos en todo el país durante la dictadura. Emilio Abdala y otras tres personas desaparecieron, en cambio, bajo el gobierno democrático de Carlos Arturo Juárez entre 1975 y 1976. Esa es una de las cuentas pendientes del viejo Juárez, la estocada provocada por Musa Azar la semana pasada cuando comenzó a pronunciarse sobre estos casos. Y es el origen de la imputación del juzgado federal que, tal como anticipó ayer Página/12, ahora podría dejarlo en la cárcel.
-Ellos han sido detenidos por requerimiento de la guarnición a la cual la policía se subordinó.
-Eso está claro, lo que no está claro es cuál es la responsabilidad de Juárez, porque usted está diciendo que eran policías subordinados al Ejército. Y no empleados de la provincia. ¿De quién dependían?
-Eso no sé quién lo está inventando. Yo he sido policía desde el año 56, he ingresado como agente y en el año 78 me he retirado como comisario general. Siempre he sido policía.
-¿Pero las órdenes de quiénes llegaban?
-En los gobiernos constitucionales y en las intervenciones federales, llegaban del gobernador de la provincia, con la cadena de mandos del ministro de Gobierno, jefe de Policía, plana mayor de la policía y comisarías.
-¿Cuál era su función en el año 75?
-Estaba en el departamento de Informaciones policiales y dependía del jefe de Policía.
-¿Y la Jefatura de Policía de quién dependía?
-Del jefe de Policía, de la plana mayor de la Policía, del Ministerio de Gobierno y de la gobernación.
-Con lo cual, los secuestros que se denuncian ahora formaban parte de esa estructura de mandos.
-No, no, la policía no ha secuestrado a nadie. La policía detenía. La Escuela de Policía queda habilitada por el jefe de Policía y ahí qué sé yo: había veinte, treinta detenidos.
-¿A usted les daban la orden para detenerlos?
-Nos decían: cítelo a tal y tal para las 18 horas.
-A la casa de algunos desaparecidos entraron directamente.
-Ah, habrá habido orden de allanamiento.
-Dado que Juárez era la cabeza de la línea de mandos, ¿tomaba algún tipo de decisión sobre las detenciones?
-Juárez es el mando político. La lucha contra la subversión, ahora dicen que son delitos de lesa humanidad. No son delitos de lesa humanidad. Lesa humanidad es cuando se extermina una raza determinada, o un credo determinado, una religión determinada. Eso es lesa humanidad.
-¿Pero cuáles eran los motivos por los que se los detenía?
-Y... Alguna vinculación con el terrorismo. La presidenta Isabel y Luder, que era presidente del Senado, firmaron una ley que era aniquilar a la subversión.
Musa vuelve a tomar el diario:
-Aquí el general Menéndez dice bien clarito. Lo dice bien clarito. ¿Está claro? Y ustedes los periodistas complican todas las cosas, como complicaron aquí las cosas del crimen de La Dársena: han metido más ya de cien personas en lío por lo de La Dársena. Pero ustedes, insisten: vamos a machacar a Musa y a Juárez para ver cómo les damos...
Fueron las denuncias de los familiares de las chicas muertas las que empujaron las investigaciones judiciales, los informes del gobierno nacional los que encontraron un esquema de corrupción impresionante en la provincia. El ministro de Justicia, Gustavo Beliz, y no la prensa, ha definido a Musa Azar como "jefe de la Gestapo santiagueña".
-¿Por qué cree que todo esto va contra usted?
-Porque había que preparar la cancha, embarrarla, así no puedo salir: yo estoy con perpetua. Hasta que lleguemos a descubrir cuáles fueron las trampas. Pero vamos a ver si los derechos humanos son para todos. Usted sabe que aquí estoy con cincuenta grados de calor, que tengo enfermedades crónicas. Por la edad, son 68 años. Pero no le interesa: humanos para unos. Yo le pido al ministro Beliz, al Presidente por quien he votado y creo que es el único que está en condiciones de sacar al país adelante: yo les pregunto a todos humanamente, ¿ustedes creen en el verso de Arraga?
Arraga es la región donde está su zoológico. La reserva donde un equipo de peritos encontró parte de huesos humanos durante la investigación de los crímenes de La Dársena.
-¿Por qué entonces cree que cayó preso?
-Aquí hay cuestiones políticas. Y lo vuelvo a repetir ahora: yo anoche le dije a la señora gobernadora que así no puede seguir. Que si la presionan y tiene que irse, que se vaya, que después queda para otra pelea. Políticamente no concuerda. Que se vaya. Si a mí me dicen en este momento, vaya al gobierno de Juárez, digo que no. Porque está destruido.
Y menciona un complot: "A mí me han ido a ver, para que yo ofrezca plata: para que aporte dinero para voltearla a la señora. Que cuando asuman los otros, me dijeron, iban a proponer cosas para mí".
-No son modos de operar distintos a los usados por los Juárez.
-Ah, bueno... Pero eso ya no es culpa mía: usted a sus hijos los engendra. Después, la vida les enseña.
Hasta hace unos días, Musa era el único culpable de los males de Santiago. Toda la supervivencia del feudalismo, de las políticas del terror caían bajo su espalda. La detención que ordenó el juzgado de La Banda hace una semana sobre su hijo empezó a cambiar las cosas. Ese día, Musa comenzó a hablar de la historia de los Juárez.
-Una vez habló de otro desaparecido, el diputado Guillermo Miguel.
-Ruti Miguel le decían. Era montonero. Este señor, al asumir, juró por la sangre de los héroes de Trelew. Yo le pregunto: con este escrito de Menéndez en la mano, ¿usted cree que le debe haber caído bien que un diputado jure por la sangre de los héroes de Trelew?
-¿A quién?
-Y... a los militares que conducían la guerra contra el terrorismo. Y le vuelvo a repetir: ¿cómo le puede haber caído a Bussi?
-¿Cómo desapareció?
-Y ahora... ¿no desaparece el padre del Corcho Rodríguez, acaso? ¿No desaparecen todos los que secuestran? ¿O es nuevo el secuestro?