Julian Assange lo hizo de nuevo: en medio de una batalla feroz de Estados Unidos por bloquear los accesos a sus fuentes de ingreso, con un pedido de extradición a Suecia por violencia sexual y unos días después de que comenzara el juicio contra el soldado Bradley Manning, el creador de Wikileaks logró romper el cerco informativo –parafraseando a Rodolfo Walsh– para meterse en el coro mundial de los medios. La “liberación” de estos 5,5 millones de correos de la agencia de Inteligencia Stratfor en consonancia con unos 25 medios internacionales, entre los que se encuentra en exclusiva Página/12 para la Argentina, generó una repercusión en efecto dominó de escala planetaria: una pieza de dominó tira la otra, la siguiente toma un rumbo inesperado y finalmente todas las piezas quedan esparcidas por el suelo y ya no hay forma de levantarlas.
Ayer, mientras este diario llevaba a la tapa la tensión entre Gran Bretaña y Brasil por la presencia de Malvinas, contada por Santiago O’Donnell, también recibían acceso al material denominado Global Intelligence Files el Centro de Investigación e Información periodística de Chile, La Jornada de México, La Nación de Costa Rica, Rolling Stone de Estados Unidos, Al Akhbar de El Líbano, Malaysia Today de Malasia, Publico.es de España, Plaza Pública de Guatemala y, entre otros, The Yes Men, un grupo de activistas que habían sido investigados por los propios agentes de Stratfor en los correos que ahora este sitio tiene en su poder. Las redes sociales explotaron de comentarios, el resto de los medios levantó la noticia que venía encadenada. ¿Cuál era la noticia? Ayer, evidentemente las historias para contar eran dos bien diferentes: la primera, la reaparición de Julian Assange como marcador de agenda de noticias mundial cuando ya todos los daban por caído; la segunda, 25 medios generando sus propias agendas según sus propios intereses en los cinco continentes, gracias al hackeo de un grupo que se identifica con Anonymous. La fuente “anónima” se autoproclamó autora de la tarea de acceder a los correos de la agencia privada Stratfor a través de la popular cuenta de Twitter @YourAnonNews, que tiene más de 540 mil seguidores.
Conocedor de la lógica mediática y aprendiz de sus propios errores, Assange eligió una dispersión mucho más amplia en la elección de empresas periodísticas, centros de investigación o blogs provocadores. La vez anterior, cuando Wikileaks comenzó a liberar 250 mil cables del Departamento de Estado de Estados Unidos, había decidido elegir cinco grandes medios internacionales: The Guardian, The New York Times, El País, Der Spiegel y Le Monde. Aquella vez, los cinco grandes disfrutaron de las primeras exclusivas, escribieron grandes crónicas, realizaron trabajos interactivos, hicieron tapas de sus revistas dominicales, hablaron loas sobre el “nuevo” periodismo científico pero finalmente –hecho su negocio– terminaron rompiendo con Wikileaks. Ayer, en estos grandes medios, la información sobre los correos de Stratfor fue publicada en las secciones de “Tecnología” o “Medios”.
Según el propio Assange, el error de Wikileaks en sus primeros tiempos había sido pensar que simplemente con liberar la información a través de Internet los bloggers y la comunidad de Internet iba a hacer su trabajo, iba a investigar y escribir historias motu proprio. Luego comprendió Assange que necesitaba los medios tradicionales para analizar la información, para interpretarla y marcar repercusión política (el poder todavía lee los diarios, aunque sean digitales). Esta vez apostó a una red mucho más amplia de medios y sin lugar a dudas mucho menos tradicionales, más jóvenes y –claro– sin relación con Stratfor. Basta con ver a los desgarbados franceses de Owni.fr para comprender la diferencia de cobertura que anteriormente hizo el pacato Le Monde.
¿Pero cuál fue el primer dominó de esta nueva saga? ¿Cómo se acomodaron las piezas para que esta tanda de 20 gigas de información saliera del cuartel central de Stratfor y pasara (y pasará) a ser el eje de las noticias y conversaciones durante un buen tiempo? Públicamente se asocia a un trabajo de Anonymous, este colectivo de activistas digitales, que tuvo su momento de esplendor en el momento más caliente del Cablegate, cuando comenzaron a “tirar” sitios de aquellas empresas que le estaban cortando los suministros a Wikileaks. Entre ellas estaban Visa, Mastercard y PayPal, sitios del FBI, la CIA y el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Esta es la primera vez que se conoce una asociación directa entre la amorfa y oculta asociación Anonymous y el sitio Wikileaks, una organización con ambición de megapopularidad.
El domingo, un miembro de Anonymous se comunicó con el periodista Quinn Norton, de la revista Wired, para confirmar que eran ellos quienes habían hecho la entrega de la información y explicar el motivo por el cual esta agrupación había decidido darle el “paquete” a Wikileaks antes que publicarlos ellos. “Wikileaks tiene grandes medios para publicar y liberar la información. Incluso ellos trabajan con los medios de una forma en la que nosotros no podemos hacerlo”, dijo la fuente. “Antisec consiguió ‘la mierda’ y Wikileaks sabe liberarla de una forma apropiada.” ¿Qué es Antisec? Antisec es, de alguna manera, el brazo armado de Anonymous, que ha decidido ‘hackear’ cada viernes a favor del libre flujo de la información. El objetivo de hackear Stratfor, según anunciaron integrantes de Antisec, tenía que ver con las estrechas relaciones de esta empresa, no sólo con las grandes compañías, sino también con entidades gubernamentales de todo el planeta.
De alguna manera, este nuevo lanzamiento de correos electrónicos generados por una empresa privada que realiza inteligencia a escala global y que tiene clientes y fuentes públicas (por lo tanto podría decirse que es de interés público) inaugura también un nuevo tipo de relación periodística: hackers trabajando para conseguir información sensible de interés público, que luego llegará a los grandes medios pasando por el tamiz de Wikileaks.
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