Desde Bonn, Alemania
Sí, el colonialismo siempre deja sus huellas. Aunque no lo queramos, cuando viajamos a Europa creemos que marchamos de lo absurdo a lo racional. O para decirlo en forma más suave, con un acento literario, de García Márquez y Juan Rulfo a Kant y Descartes. Imagínese entonces el lector la confusión en mi mente, que creo organizada para las sorpresas, al leer en el diario General Anzeiger de Bonn, en mi primera madrugada europea de este verano aquí, el siguiente título: “Miles de millones para armamentos”. No lo puedo creer. Sí, es así: “El Parlamento alemán ha aprobado el gasto de miles de millones de euros para rearmar al ejército. En esos gastos se incluyen tres mil cien millones de euros para comprar 405 nuevos tanques de guerra Puma”.
El ser humano no ha aprendido nada, pienso una vez más, ya en la culminación de la vida. Millones de jóvenes muertos en la última guerra, para nada, para absolutamente nada. Esa nada de ruinas, de hambre, de humillaciones. Y ahora tres mil millones para tanques. El ser llamado humano. Un país con más de cien universidades y escritores como aquel Erich Maria Remarque, el de Sin novedad en el frente, donde está todo dicho sobre la filosofía de las armas, el producto máximo de la estupidez humana. Releo. Está en el título del diario y como información principal en la sección “Economía”. Economía... no puedo menos de sonreír con sorna. El ministro de Defensa, el demócrata-cristiano Franz Josef Jun –demócrata-cristiano, repito, miembro de un gobierno demócrata-cristiano-socialdemócrata. Esto último lo escribo con un poco de duda y una pizca de ironía. Ese señor declaró estas profundas palabras: “Espero y deseo que la industria alemana de armas cumpla con el contrato y los tanques Puma puedan ser empleados en Afganistán”.
Nada menos que en Afganistán. Y me asalta una nueva pregunta. ¿Qué tiene que hacer Alemania en Afganistán? La respuesta es: Fue un convenio con EE.UU. en el tiempo de Bush (está todo dicho, pienso).
Al día siguiente leo en el mismo diario que “el encargo de los Puma es parte de un ‘paquete conyuntural’ (me detengo en la palabra ‘coyuntural’) dado que el ‘paquete’ consta de un gasto de siete mil millones de euros para la construcción, además, de cinco robots buscadores de minas marinas, del tipo Seefuch” (que quiere decir “Zorros del mar”). El negocio está pues entre pumas y zorros. Esto trajo las críticas del anterior jefe estratega de la Academia de Mandos del Ejército Federal Alemán, Heinz Dieter Jopp, quien declaró que le sorprende esta última compra ya que “la marina de guerra alemana posee una técnica moderna de búsquedas de minas en el mar”, y que ya en los mares apenas si hay muy pocas minas –como las había en la última guerra– que puedan amenazar a la marina. El bloque de los diputados del Partido Verde criticaron estas compras de armas llamándolas “irresponsables” frente al ciudadano que paga impuestos. “Son cosas que nadie necesita, y que traen un riesgo enorme”, declaró el diputado Alexander Bonde.
Pero claro, la industria armamentista, sonríe complacida.
Al día siguiente el título principal del diario tendrá una línea similar: se entrega la “Orden a la Valentía” a cuatro soldados alemanes que actúan en Afganistán. Sí, una nueva orden que por su forma rememora a la “Cruz de Hierro”, la famosa condecoración alemana que creó el Kaiser Friedrich Wilhelm III, en 1813, durante la guerra contra Napoleón, para todo aquel militar que demostrara “valentía contra el enemigo” y que siguió entregándose en la guerra contra Francia de 1870, en la guerra mundial de 1914-18 y por Hitler en la de 1939. Las condecoraciones fueron entregadas ahora por la primera ministra Angela Merkel (mujer y demócrata-cristiana, pienso) quien señaló “que un ejército en operaciones necesita una condecoración así”. De acuerdo al decreto de creación “La Cruz de Honor por valentía” –como se llama ahora– se entregará “por hechos que demuestren la medida esperada en valentía en el marco del cumplimiento del deber”.
Y el pesimismo aumentó en mi persona, poniéndome en riesgo de caer en la depresión, cuando el cartero –sí, todavía existen– me entregó a la mañana siguiente un sobre con un catálogo con Euro Tops de setenta páginas con objetos para regalar y coleccionar. En la página central, nada menos que un tanque en miniatura con un título entrador: “Tome el lector a su cargo el comando del legendario tanque de guerra Tiger 1 ahora con función de combate infrarroja”.
No puedo creerlo. Pero está todo explicado. Transcribir del catálogo todas las funciones de ese “tanque de guerra para coleccionar” me llevaría varias contratapas. Aunque sería un incontrastable testimonio de la época en que vivimos. Veamos las principales frases: “¡Todo obedece a su comando! ¡Usted va a poder comandar el tanque Tiger 1 que es nada menos que el Tiger 1 con radiocontrol en una reproducción absolutamente auténtica! ¡A raíz de su cañón de 88 mm, el Tiger 1 (ideado y construido en 1942) nunca fue superado por ningún otro tanque, de la misma manera como esta imitación pintada a mano no será superado en ningún detalle! Con su conducción a distancia (27 Mhz) se logran maniobras rápidas: hacia adelante, atrás, derecha, izquierda, sobre ruedas con elásticos y estructuras individuales. Armado con un cañón de 20 cm de largo con culatazo que puede moverse de arriba hacia abajo y en la torre moverse 160 grados de derecha a izquierda y viceversa. Al mismo tiempo produce un ruido de motores auténticos, sonidos de disparos de cañón y de ametralladora visibles a través de efectos luminosos. Novedad: la función integrada de combate le da a usted la posibilidad de integrar a un segundo modelo de tanque (se puede comprar por separado). Hasta los propios aficionados a modelos especializados admiran este modelo en la escala 1:16 (medidas 50x23x19 cm). ¡Un juego que entusiasma a grandes y chicos! Tiger 1 cuesta 149,95 euros”.
Dejémoslo ahí. No, volvamos a la realidad. El mismo catálogo trae otras diversiones para que no se aburran los hombres. En una página especial se nos muestra que ya podemos imitar a los cowboys. No, nada de miniaturas. Tamaño natural. Masculino. Un Colt Navy, por 39,95 euros. La propaganda tiene hasta algo sentimental, memorioso, un aire de melancolía masculina. Dice: “Acerca de este revólver de la fábrica de armas Colt se han originado varias leyendas. Fue fabricado entre 1851 y 1873 por la mundialmente famosa fábrica de armas Colt. Se podía llevar fácilmente al cinto sin que su peso resultara molesto. Se ofrece aquí una auténtica reproducción Deko de la ansiada arma de fuego que sorprende por la exacta fidelidad de todos sus detalles. Posee una mecánica totalmente capaz de funcionar, pero claro, no de disparar: con tambor giratorio, percutor movible y palanca de carga móvil. El modelo tiene el tamaño original (35.cm) Material: de zinc y zamak, una aleación de cinc y aluminio. Empuñadura de madera legítima”.
Pero dejémonos de juguetes. Porque en la Frankfurter Rundachau del 13 de julio leí a todo título: “Pistolas y revólveres son la nueva moda de productos de exportación”. Y se informa, textual: “La exportación e importación legal de armas pequeñas como pistolas, revólveres pero también de fusiles ha aumentado en los últimos seis años en 653 millones de dólares. Es decir, que el volumen total del negocio de armas de tiro permitidas y sus municiones se eleva a 1600 millones de dólares. Pero dados los negocios en negro existentes, se calcula el total en 6 mil millones de dólares. Casi la mitad del comercio legal internacional de armas cortas corresponde a Estados Unidos. Luego siguen Italia, Alemania, Brasil y Austria. Italia, por su venta de armas deportivas, Austria por su venta de pistolas. China aumentó su exportación de armas veinte veces desde el año 2000. No se ha tenido en cuenta a Rusia ya que se negó a dar cifras. Las ganancias de los países vendedores de armas se han duplicado en los últimos seis años”.
Basta. Si comparamos las últimas cifras del hambre de los niños y de los pueblos víctimas de la violencia, en continuas huidas, ya no entenderíamos hacia dónde va el ser humano. Hablemos sólo de las últimas cifras del Banco Mundial, nada menos. Su último pronóstico afirma que 400.000 niños podrían, a causa de la crisis actual, morir prematuramente este año.
Pero no todo es así. Están también los que reaccionan. Los de abajo. Un día después, la otra noticia. La que hace que no se pierdan las esperanzas. La verdadera democracia, la que se hace desde abajo, saliendo a la calle. El Ministerio de Defensa alemán desistió de su gran proyecto: el “Bombodrom” (el “aeródromo de las bombas”), a 80 kilómetros de Berlín. Allí, en un extenso campo se habían iniciado los trabajos para instalar el llamado “Bombodrom” donde la Luftwaffe, la aviación de guerra alemana, iba a realizar ejercicios de bombardeos y ataques a posiciones en tierra. Pero la gente de esa región reaccionó. Principalmente las mujeres, que comenzaron a salir a la calle con la iniciativa “Cielo libre”. No a los ejercicios militares y menos desde el aire. Fueron muchos años de lucha, con la gente allí, ocupando los terrenos, resistiendo a todas las iniciativas conformistas del gobierno. Nada. Aquí no. La lucha duró nada menos que 17 años. Finalmente, en un frío comunicado, el ministro de Defensa señaló que se ha desistido del proyecto. Y entonces las fiestas del pueblo se suceden una tras otra. Venció la gente. Los habitantes. Sin armas. Poniendo el cuerpo y la palabra. No a las bombas. El “Bombodrom” ahora se dedicará al trigo, a los frutales, a los pájaros, a la naturaleza, a los colores, a lugares donde los niños jueguen. Ya aquí sobran las palabras. Ojalá esto sea imitado en todas las latitudes. Sin colts, sin tanques, ni siquiera de juguete. Cuando vaya a Berlín le voy a llevar flores a la tumba de Erich Maria Remarque, el pacifista a ultranza, y hoy voy a poner en el lugar preferido de mi biblioteca los libros de Kant; el de la “paz eterna”.
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