El Foro Nacional de Agricultura Familiar trabaja, desde 2006, en la búsqueda de la conformación de un espacio que refleje los intereses y la realidad de un sector campesino muy distinto al expresado por la Mesa de Enlace y las explotaciones agrícolas sojeras extensivas. Miriam Bruno, coordinadora nacional del Fonaf, repasó en una entrevista con Página/12 los aspectos principales de la política de ese sector, un acercamiento al Gobierno no exento de reclamos y las diferencias que los separan de otras representaciones del campo, como la Mesa de Enlace.
–A lo largo de todo el conflicto del Gobierno con el campo, el Foro no logró protagonismo pero ni siquiera visibilidad como sector. Incluso hay bastante confusión sobre cuál es su actual rol.
–Esta semana, el miércoles 12 y el jueves 13, vamos tener un encuentro de la Mesa Nacional, con delegados de todas las regiones del país. Son 44 en total. Ahí vamos a analizar dónde estamos parados. El principal objetivo, hoy por hoy, es fortalecer el trabajo en las provincias. Tenemos la posibilidad de fortalecer un espacio tripartito, Productores más gobierno provincial más Subsecretaría de Desarrollo Rural. No se podrá lograr en todas las provincias, pero es un espacio de institucionalidad importante para consolidar lo mucho hecho hasta ahora por el Foro.
–¿No se sienten representados, aunque más no fuera desde una posición crítica, por la Mesa de Enlace, que mediáticamente quedo instalada como la representante de todo el campo?
–No, definitivamente. El debate por la 125 (la resolución de las retenciones móviles) fue un límite. La Mesa no representa a ningún productor que esté de este lado, que trabaje como agricultor familiar. Hay todo un sector de agricultores a lo largo del país que se siente afuera de lo que representa la Mesa. Incluso sectores que están afuera del Fonaf.
–Por qué dice que el debate por la 125 fue un límite?
–Por todo lo que quedó expresado en el conflicto. El productor familiar necesita un Estado presente, no puede apoyar las propuestas de retención cero a los grandes exportadores. ¿Te imaginás que ellos sean los encargados de distribuir para que no haya pobreza?
–¿Y cuáles son las propuestas del Fonaf que los diferencian?
–Trabajamos sobre dos conceptos básicos. Uno es la soberanía alimentaria como objetivo. Otro es la agricultura con agricultores. La agricultura familiar es el único sector que puede garantizar ambos objetivos. Porque respetamos la tierra. Trabajamos para el autoconsumo y el mercado local, fundamentalmente, a diferencia del sector sojero y la agroindustria vinculada que apuntan todo a la exportación. A la pregunta de qué comemos y qué queremos comer, la única que le puede garantizar una respuesta es la agricultura familiar, a partir de políticas específicas para la producción del sector.
–Y si hablamos como sector y como clase, la agricultura familiar tiene que haberse visto enfrentada al avance de la soja sobre los cultivos tradicionales. ¿Qué experiencias recogieron?
–El desarraigo ha sido uno de los grandes problemas que nos dejó la sojización. Mucha gente fue expulsada de sus campos, en los que trabajaba desde hace años, por connivencia muchas veces de terratenientes y autoridades. Otros, en forma menos violenta, fueron desplazados porque los tentaron con la posibilidad de arrendarle el campo a un pool de siembra. Muchos no tuvieron alternativa, ante la falta de herramientas para trabajar el campo les fue más sencillo alquilarlo. Por eso es que la búsqueda nuestra es una reforma agraria, que transforme el régimen actual de propiedad y concentración de la tierra. Pero primero hay que plantear un reordenamiento territorial. Ver dónde estamos parados, cuál es la situación. Es un planteo que viene formulándose en el marco de la Subsecretaría de Desarrollo Rural. Lo que se persigue, en lo inmediato, es parar la tala de árboles y detener la desocupación, la expulsión de los agricultores familiares.
–En materia de comercialización, ¿están trabajando en algún esquema que los independice de los circuitos controlados por las grandes empresas?
–La idea es empezar a generar cuencas de productores familiares, espacios propios de comercialización. Buscar una forma de relación diferente entre productores y consumidores, valorar la relación entre las personas más que sobre el producto. Generar una relación social distinta.
–¿Qué acciones políticas están desarrollando en este momento?
–Todas las acciones necesarias para ser convocados al Consejo Económico y Social. Hemos obtenido logros importantes en los espacios compartidos con el Gobierno, lo cual nos da un aval para pedir participación. A la vez, hemos generado nuestros propios espacios, tenemos una Mesa Nacional con propuestas específicas para el sector. Construimos un nuevo modelo productivo. Tenemos bastante para decir al respecto y en relación al modelo de concentración dominante. Queremos hacer conocer nuestros planteos y seguir trabajando junto a la subsecretaría, es una institucionalización que el sector de agricultura familiar necesita. Queremos ser parte de la construcción de políticas públicas, sabiendo desde dónde y para qué discutimos esas políticas. Creemos en los productores urbanos y rurales trabajando juntos a favor de la soberanía alimentaria, en la responsabilidad del precio justo que le permita al productor vivir de su trabajo y al consumidor acceder a lo necesario para su alimentación. No vamos a discutir con otros si somos los productores medianos o chiquitos para buscar representación desde ahí. Somos un modelo diferente de producción.
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