La banca privada restringió el crédito durante la crisis, a pesar de haber mantenido una alta rentabilidad. “La actitud fue muy precautoria”, reprochó ayer la presidenta del Banco Nación, Mercedes Marcó del Pont, quien sostuvo que esa restricción fue cubierta con oferta pública. “El impacto de la crisis hubiese sido mayor sin el aumento del crédito de la banca pública”, resaltó la funcionaria. En relación con esta incapacidad del sistema financiero de generar una dinámica anticíclica e impulsar el desarrollo, Marcó del Pont destacó que “el año que viene será una buena oportunidad para discutir la regulación del sistema”, en referencia a la postergada Ley de Entidades Financieras.
La crisis internacional, montada sobre un escenario previo de de-saceleración en la economía local, derivó en una restricción del crédito de parte de la banca privada, que priorizó conservar la liquidez ante la situación de incertidumbre. Desde ese sector se justifican por un supuesto aumento en la probabilidad de morosidad y por la baja en la demanda de crédito. Marcó del Pont hizo un balance del año para la entidad y resaltó que estos argumentos no se condicen con los datos que maneja la cartera del Nación. En cambio, indicó que lo que prima para el sector privado es un criterio de rentabilidad, que prioriza los créditos personales sobre las empresas.
Según Marcó del Pont, esta crisis, a diferencia de otras, no provocó una destrucción de la capacidad productiva y tampoco incidió fuertemente sobre la morosidad, cuestión que se refleja en los datos del Banco Nación, que registra apenas el 2 por ciento de morosos en su cartera, cuando por ejemplo en 2003 era de 57 por ciento. Además, los préstamos otorgados por la entidad en 2009, en términos de valor, casi se duplicaron, y la cantidad de operaciones aumentaron un 10 por ciento, siempre frente a 2008. “La demanda de crédito se mantuvo sostenida, si bien en un ritmo de crecimiento menor al que se venía dando”, explicó la funcionaria, en oposición al discurso de la banca privada.
A su vez, resaltó otros datos que ilustran el avance de la banca pública sobre el sector privado en el mercado de crédito a empresas. El crecimiento anual de la participación del Banco Nación en el sistema financiero pasó de un 17,5 al 21,6, contabilizando tanto el crédito al sector público como privado. Esto fue a causa de un aumento del 29 por ciento en su cartera de préstamos durante 2009. Además, registró un aumento de tres puntos porcentuales en su participación en los depósitos a plazo fijo del sector privado, llegando al 13,7 por ciento. “Desde diciembre de 2007 a la fecha, los préstamos del Banco Nación crecieron cuatro o cinco veces más que en el resto del sistema. Compensó lo que la banca privada dejó de financiar”, destacó la titular de la entidad.
En cuanto al sector pyme, el Nación generó el 76 por ciento del incremento del crédito en este segmento, en general desechado por la banca privada. En su línea especial dedicada a las pequeñas y medianas empresas, registra créditos por un monto de 4242 millones de pesos, un 84 por ciento del monto original lanzado de 5 mil millones. El nivel de mora fue, según indicaron, “inexistente”.
Tanto la relativa estabilidad en la demanda de crédito como la baja morosidad van en contra de la justificación que la banca privada ofrece para explicar la retracción del crédito. Según indica Marcó del Pont, la estrategia precautoria de estas instituciones privadas, privilegiando la liquidez y obteniendo ganancias a partir de la venta de servicios, se explica a través de una lógica de rentabilidad, ya que las tasas de los créditos personales y tarjetas de crédito exceden largamente a las soportables por la actividad productiva. Este esquema va en detrimento del crédito a la producción, de los sectores menos concentrados y regionalmente postergados. “Ganaron mucha plata sin dar créditos, es una clara decisión de negocios, priorizando la banca individuos sobre la comercial”, explicó la titular del Banco Nación.
A diferencia de lo que establece la concepción ortodoxa, es el propio proceso de incremento en el crédito que impulsa la actividad económica y con ello el nivel de depósitos. Por ello, el crédito es un dinamizador de la economía, generando ahorros y canalizándolos hacia la actividad productiva. La exclusión crediticia por parte del sistema financiero local es producto de la política de desregulación neoliberal, impulsando la concentración y extranjerización de la banca. “La regulación del sistema es una de las cosas que probablemente se discutan el año que viene. Tenemos una mora en la construcción de un sistema financiero más funcional al desarrollo de la actividad productiva”, resaltó Marcó del Pont.
Informe: Javier Lewkowicz.
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