Desde Nueva York
La Asamblea General de Naciones Unidas aprobó ayer los nueve principios básicos sobre reestructuraciones de deuda soberana impulsados por Argentina. La histórica sesión encabezada por los miembros del G-77 más China otorgó un respaldo contundente a la iniciativa: 135 votos a favor, 6 negativos y 42 abstenciones. Después de un año de deliberaciones técnicas y arduas negociaciones diplomáticas, los lineamientos que restringen el accionar carroñero del sistema financiero internacional y legitiman el derecho a reestructurar las deudas soberanas sumaron nuevas adhesiones y minimizaron los rechazos (ver página 4). Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Alemania, Israel y Canadá fueron el poderoso pero reducido bloque opositor. “Los principios que aprobaron son un paso fundamental para conseguir un mundo libre de buitres, para que nadie sufra ataques como los que recibió Argentina”, celebró el ministro de Economía, Axel Kicillof, durante una breve intervención ante los representantes de las distintos países. El funcionario acompañó al canciller Héctor Timerman y la embajadora permanente ante la ONU, Marita Perceval, que fueron la cara visible del proyecto en el organismo. “Nos decían que éste no era el lugar adecuado para discutir los temas de deuda pero es el único foro democrático donde todos los países tienen voz y voto. La ONU es el foro adecuado para resolver el tema de las reestructuraciones de deuda soberana y ponerles un límite a los piratas del siglo XXI que aprovechan la falta de legislación global para infringir daño y obtener ganancias extraordinarias”, expresó el ministro de Relaciones Exteriores (ver página 4). El resultado de la votación ofrece un puntapié inicial para avanzar dentro del organismo internacional en la discusión de una ley de quiebras internacional para los Estados que proteja a los acreedores de buena fe.
La discusión comenzó alrededor de las tres de la tarde de una jornada con lluvias que no consiguieron aplacar el calor de Manhattan. El proyecto de resolución para abordar los problemas asociados a las reestructuraciones de deuda soberana ocupó el cuarto lugar en la agenda del día, donde también se aprobó que cuando comience la 69 Asamblea General, en dos semanas, las banderas de los miembros observadores de la ONU –Palestina y Vaticano– flameen en el frente del edificio del organismo. Después de una contundente presentación de la problemática realizada por el representante de Sudáfrica en representación del G-77 más China, las pantallas mostraron 136 votos a favor acompañado por una celebración de la delegación argentina y los países que respaldaron el proyecto. La satisfacción entre los funcionarios argentinos que trabajaron en los nueve principios se mantuvo incluso cuando, antes de finalizar el encuentro, los diplomáticos españoles pidieron la palabra para señalar que su voto positivo debía ser considerado como una abstención porque se habían equivocado.
“Le quitamos poder al capital carroñero financiero, que acompañado por las maquinarias mediáticas riegan pobreza y miseria por el mundo”, expresó la canciller venezolana Delcy Rodríguez, quien tuvo una de las intervenciones más eufóricas de la jornada. Los respaldos explícitos a la iniciativa no se limitaron a Brasil, Bolivia, Cuba, Paraguay, Chile y Uruguay, también tuvieron expresiones contundentes los representantes en la ONU de Rusia, India, Islandia y Jamaica. “Los principios básicos fueron diseñados para asegurar su inclusividad, no son obligatorios ni favorecen ni a acreedores ni a deudores. Se trata de generar una situación donde todos ganan. La sustentabilidad de las deudas es esencial para el crecimiento y las reestructuraciones son importantes para los países en desarrollo y los desarrollados”, indicó el vocero de Sudáfrica en representación del G-77 más China.
La iniciativa reivindica el posicionamiento argentino en su disputa con los buitres en las cortes estadounidenses pero no tiene implicancias judiciales directas. Sin embargo, sí se benefician países que enfrentan problemas de deuda externa y requerirían reestructurar sus pasivos sin que los acreedores impongan condiciones extorsivas como Grecia, Puerto Rico, Portugal y Ucrania, entre otros. Pese a ello, la mayoría de los países europeos, incluidos los que atraviesan crisis estructurales de deuda, se abstuvieron en la votación.
“Si bien no cambia la situación de Argentina si le pone un límite al accionar del juez Griesa y los buitres. Casi todos los países del mundo se oponen a este tipo de acciones especulativas, no pueden ignorarlo”, explicó Kicillof durante un breve intercambio con este diario luego de grabar una teleconferencia con CFK (ver aparte).
Cuando llegó el momento de su intervención, Estados Unidos remarcó su compromiso con “la estabilidad del sistema financiero” pero consideró que para mejorar el sistema de reestructuración de deudas soberanas alcanza con introducir modificaciones –nuevas cláusulas de acción colectiva y redefinir pari passu– a los contratos de los bonos. “El lenguaje de la resolución indica que los países tienen derecho a reestructurar sus deudas, un derecho que no existe”, consideró la representante estadounidense al explicar su rechazo y ausencia en las discusiones que, desde su perspectiva, deberían darse en el FMI y el G-20.
Durante toda la mañana, la representación de Gran Bretaña se dedicó a presionar en diferentes reuniones bilaterales a los embajadores de la Unión Europea para que voten en contra de la resolución. Por esas horas los diplomáticos argentinos recibieron la noticia que los colombianos, alineados con los intereses de Estados Unidos y en proceso de incorporación a la OCDE, se volcaban hacia la abstención. En paralelo Alemania, que había evaluado abstenerse, volvió a su negativa original. Sin embargo, el G-77 más China y la misión argentina pudieron observar con satisfacción como Australia, Irlanda, República Checa, Finlandia y Hungría cambiaron su rechazo inicial a una abstención, un giro significativo en términos diplomáticos.
Los principios no son vinculantes pero codifican el “sentido común”, violado por las cortes permeables a los reclamos buitres, en materia de reestructuraciones de deuda soberana. Las discusiones en la ONU continuarán con el objetivo de alcanzar un marco jurídico internacional al que los países deberán adherirse. Mientras retoman las tareas, fuentes diplomáticas indicaron a Página/12 que Bolivia podría incorporar los lineamientos a su legislación. El embajador boliviano, Sacha Llorenti, fue el responsable del Comité Especial sobre Procesos de Reestructuración de la Deuda Soberana y facilitador del proyecto de resolución. “Sería una buena idea avanzar en ese sentido, ¿no?”, respondieron desde el equipo económico antes de partir hacia el aeropuerto JFK en Queens.
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