El Banco Central, que conduce Federico Sturzenegger, intervino ayer en el mercado cambiario por primera vez desde que se encuentra al frente del organismo para intentar moderar el aumento del dólar, el cual cerró con un record de cotización de 15,27 pesos. El nivel de las reservas internacionales del Banco Central, un buen indicador para evaluar las presiones cambiarias en la economía, muestra importante caída en lo que va de febrero. La baja alcanzó 819 millones de dólares. El equipo económico de Mauricio Macri había afirmado hace dos meses, cuando hizo la apertura de los controles a la compra de dólares, que las divisas de la autoridad monetaria experimentarían fuerte incremento gracias al shock de confianza del mercado en el nuevo gobierno. Pero en las últimas semanas, lejos de subir, la pérdida de dólares marcó picos de casi 200 millones diarios. El nivel de las reservas –si no se computa el crédito de corto plazo y alta tasa de interés acordado con la banca extranjera a fines de enero– ya se ubica por debajo del registro que había el 10 de diciembre cuando asumió la gestión de Cambiemos.
Los activos externos del Central sumaron ayer 24.273 millones de dólares, al registrar una caída de 43 millones de dólares respecto de la jornada previa. La mesa de dinero de la autoridad monetaria vendió en el mercado 45 millones de dólares para contener la depreciación del tipo de cambio, pese a que el equipo económico había asegurado que el organismo no intervendría para fijar el valor del dólar. Las reservas recibieron al cierre de enero un crédito de 5000 millones, el cual en los propios informes de la autoridad monetaria figura en una columna desagregada respecto de las divisas y el oro que tradicionalmente integran los activos en moneda extranjera del país. Si no se toma en cuenta este préstamo a once meses, las reservas netas totalizaron 24.273 millones, cuando eran 25.092 millones en el momento que Macri recibió la presidencia. Las expectativas del equipo económico no se cumplieron: las reservas no sólo no subieron en los primeros meses de gestión sino que registraron pérdidas.
La conducta especulativa del complejo agropecuario, el cual se caracteriza por retacear la exportación de la cosecha para conseguir una rentabilidad extraordinaria por efecto de la devaluación, fue uno de los elementos clave para entender por qué se perdieron divisas en las arcas del Banco Central en lo que va de febrero. La liquidación de divisas registró en la última semana 282 millones de dólares, la cifra más baja del año. En las semanas previas el complejo agroexportador había liquidado un rango de entre 870 y 411 millones. Incluso en las últimas dos semanas de diciembre, que al igual que la pasada tuvieron sólo tres días hábiles, la venta de cosecha había sumado cerca de 750 millones. Los grupos dedicados al negocio del campo no sólo frenaron la exportación en febrero sino que incumplieron en los meses previos un acuerdo con el Gobierno. Si bien se habían comprometido a liquidar 400 millones de dólares diarios, solo vendieron la mitad.
Las promesas respecto de que iban a ingresar dólares a la economía en el corto plazo, celebradas por el ministro Prat-Gay como éxito de gestión y lo que le permitiría anunciar la liberación de los controles cambiarios, no fueron respetadas por los empresarios del campo, en una conducta que repitió el resto de los sectores. La catarata de inversiones extranjeras directas que esperaba el Gobierno de parte de actividades como la automotriz no se efectivizó y el argumento de la confianza en la nueva gestión perdió fuerza. La intención del equipo económico de tomar deuda en el mercado local tampoco dio fruto. El mes pasado se pretendió colocar 5000 millones de dólares en bonos 2020 con acreedores principalmente domésticos y la respuesta del mercado fue dejar desierta la licitación, es decir, que no se pudo tomar ni un dólar de endeudamiento con ese títulos. Esta falta de oferta de dólares en la economía local y la merma de las reservas internacionales demuestra que el programa financiero del equipo económico no está funcionando como esperaba el mercado. Y da pistas acerca de por qué el Gobierno muestra tanto apuro por cerrar un acuerdo con los fondos buitres, más allá del alto costo que implicará para el país.
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