Flanqueado por uniformes militares, Porfirio Lobo asumió la presidencia hondureña ayer al mediodía en el estadio nacional de Tegucigalpa. No juró ante una multitud eufórica, sino frente a un campo ocupado por militares y policías rígidos y tribunas a medio llenar de hombres y mujeres vestidos con sus mejores trajes. “Acabamos de salir de la peor crisis política de nuestra historia democrática, pero hemos logrado evitar todos los grandes peligros que afrontaba nuestra nación”, dijo victorioso Lobo luego de acomodarse la banda presidencial. Con ese mismo aire triunfalista anunció su primera medida: la promulgación de una amnistía general (ver recuadro). Lo hizo allí mismo y una hora después se lo comunicó en persona al ya ex presidente Manuel Zelaya. No bien cumplió con las formalidades, Lobo fue a la embajada brasileña, junto con sus pares de República Dominicana y Guatemala, para escoltar a Zelaya hasta el aeropuerto, desde donde partió a Santo Domingo. Aunque lo intentó, no lo dejaron despedirse de las decenas de miles de personas que se agolpaban en las rejas que bordean la pista de aterrizaje. Se fue serio, pero tranquilo. “Nos prometió que volverá muy pronto”, aseguró el líder de la Resistencia, Juan Barahona, como autoconvenciéndose.
Fue un viaje ameno, según relató a este diario el ex candidato presidencial de la izquierda, César Ham, quien viajó junto a la comitiva hasta el aeropuerto Toncontín. El veterano dirigente político fue uno de los que repudió el golpe de Estado desde el primer momento y ahora será el titular del Instituto Agrario bajo el mando de Lobo. “Lobo y Zelaya conversaron durante todo el trayecto. Tienen una relación muy antigua, sus familias eran amigas. Además, Lobo contribuyó mucho para que tuviera una salida digna”, explicó el dirigente, recordando la decisión del nuevo presidente de firmar un salvoconducto para el mandatario derrocado y su entorno más cercano. “Lobo se comprometió a continuar fortaleciendo la reconciliación nacional”, agregó, sin disimular el sinsabor que había dejado esa “salida digna”.
Al igual que Ham, las decenas de miles de personas que se concentraron desde temprano para despedir al presidente derrocado estaban convencidas de que Zelaya volverá al pequeño y empobrecido país centroamericano. Las cámaras de televisión extranjeras no mostraron llantos y desesperación, sino un reconocimiento alegre hacia un presidente que resistió casi cinco meses de asedio militar y político. Ayer cientos de policías y militares volvieron a rodearlo y evitaron que se acercara a sus seguidores, como inicialmente tenía planeado.
“Zelaya estuvo dispuesto a irse porque sabe que así continuará la lucha y la resistencia”, explicó Barahona, mientras daba direcciones a sus compañeros para empezar a desconcentrar. Hacía apenas 15 minutos que el avión blanco privado había despegado con Zelaya, su esposa, su hija menor y su abogado y compañero leal, Rasel Tomé. A pesar de su inquebrantable convicción, la desazón se sentía en su voz.
“Hoy recibió el mandato presidencial otro golpista. La Resistencia no reconoció las elecciones y no reconocerá a este gobierno. Por eso continuaremos con la lucha, aunque sabemos que el partido político que asumió con Porfirio Lobo es uno de los más represivos. La política de este gobierno va a ser una continuación de la dictadura. Van a imponer medidas neoliberales y para eso tendrán que reprimir al pueblo”, advirtió el dirigente sindical.
En su discurso de asunción, Lobo habló de impulsar una economía social de mercado, pero anunció que una de sus primeras medidas será aprobar una Ley de Protección de la Inversión Extranjera. “Debemos atraer la inversión extranjera, serán bienvenidos todos. Aquí encontrarán leyes justas y reglas claras, enmarcadas bajo el principio de la responsabilidad social empresarial”, declaró. Uno de sus asesores en la transición le había confiado a este diario hace unas semanas que una de las prioridades del nuevo gobierno será “hacer más eficiente al Estado” y “reducir el enorme gasto público”.
Pero por ahora algunos zelayistas e incluso el mismo Zelaya prefieren esperar antes de criticar a Lobo. “Ayer se firmó una amnistía que de algo va a servir en el proceso de reconciliación nacional. Pero tendrá que trabajar mucho para que la democracia sea una realidad y para que las elecciones sean sólo un primero paso hacia la reconciliación y la restitución del imperio de la Justicia”, aseguró el ex mandatario hondureño, minutos después de pisar suelo dominicano.
Fue recibido con honores de Estado por el presidente Leonel Fernández en un breve acto en la misma pista de aterrizaje. De impecable traje, corbata y gomina, Zelaya tenía un aspecto más descansado que en sus últimas apariciones televisivas dentro de la embajada brasileña y también un tono más moderado y conciliador con sus antiguos enemigos. “Como dijo el subsecretario de Estado norteamericano Arturo Valenzuela, las elecciones no son suficientes para restaurar la democracia. Falta hacer mucho más”, señaló. Según adelantó César Ham, Zelaya se quedará en ese país entre dos y tres semanas, luego partirá hacia Ciudad de México, donde se asentará hasta volver al país.
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