Egipto es la piedra angular del plan norteamericano para controlar al planeta. Washington no va a tolerar ningún intento de Egipto de poner fin a su total sumisión a los intereses imperiales, algo que también necesita Israel para proseguir colonizando lo que resta de Palestina. Este es el objetivo excluyente de Washington en su “involucramiento” para impulsar una “transición suave” en Egipto. En vista de esta situación, EE.UU. podría considerar que Mubarak debería renunciar. El recién designado vicepresidente, Omar Suleimán, jefe de la inteligencia militar, quedaría a cargo. Pero el ejército fue muy cuidadoso en no quedar pegado a la represión, preservando su imagen ante la sociedad.
Allí aparece entonces El Baradei. El es todavía más conocido fuera que dentro de Egipto, pero podría corregir ese defecto rápidamente. El Baradei es un “liberal”, sin ideas sobre el manejo de la economía, y por eso no puede comprender que es precisamente eso lo que ha producido la actual devastación social en Egipto. Es un demócrata en el sentido de que quiere “elecciones genuinas” y el respeto a la ley (por ejemplo, parar los arrestos y las torturas), pero nada más.
No es imposible que El Baradei pueda ser un aliado en la transición. Pero ni el ejército ni las agencias de Inteligencia están dispuestos a abandonar la posición dominante de que han disfrutado en el manejo de la sociedad. ¿Aceptará esto El Baradei?
En caso de “éxito” y “elecciones”, la Hermandad Musulmana será la principal fuerza parlamentaria. Al parecer, los EE.UU. verían con satisfacción este resultado porque han caracterizado a la HM como “moderada”, dócil, dispuesta a aceptar la sumisión del país a la estrategia norteamericana, dejando además que Israel continúe con la ocupación de Palestina. La Hermandad Musulmana está también a favor de la economía de mercado existente, que hace de Egipto un país totalmente dependiente del exterior. Ellos son, de hecho, los socios y aliados principales de la burguesía “compradora”, enfeudada de mil modos al imperialismo. No es un dato menor que la HM se haya manifestado en contra de las huelgas obreras y de las luchas de los campesinos por la propiedad de la tierra.
El Plan de Estados Unidos para Egipto es similar al modelo paquistaní: una combinación de “Islam político” más Inteligencia Militar. La HM podría compensar su apoyo a estas políticas siendo precisamente “no moderada” en su conducta hacia otras confesiones. Pero, ¿podría un sistema de ese tipo merecer un certificado de “democracia”?
El movimiento actual tiene como sus componentes fundamentales a la juventud urbana, con estudios y diplomas pero sin trabajo, apoyada por segmentos de las clases medias educadas, demócratas. El nuevo régimen podría tal vez hacer algunas concesiones –por ejemplo, garantizar su reclutamiento para servir en los aparatos estatales– pero difícilmente algo más que eso.
Por supuesto, las cosas podrían cambiar si la clase obrera y los movimientos campesinos entran en la escena. Pero por ahora tal cosa no parece estar en la agenda. Por supuesto, en la medida en que el sistema económico sea manejado de acuerdo con las reglas de la “globalización neoliberal”, ninguno de los problemas que dieron origen al actual movimiento de protesta contra Mubarak podrán ser realmente solucionados.
* Economista egipcio. Profesor en la Universidad de París y en el Centro de Investigaciones Africanas y Arabes de El Cairo. Traducción: Atilio A. Boron.
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