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El mundo|Miércoles, 6 de marzo de 2013
Chávez mantuvo un vínculo amistoso y cercano con Fidel y Raúl Castro

La simbiótica relación con La Habana

Desde que Chávez visitó Cuba en 1994 por primera vez hasta su última operación en la isla, él y los Castro dieron muestras de que marchaban por el mismo camino.

Por Gustavo Veiga
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Aquella vez, el 13 de diciembre de 1994, Hugo Chávez, mucho más delgado, con la sonrisa de siempre y vestido con una chaqueta de cuello Mao, llegaba a Cuba por primera vez. Apenas se paró delante suyo, Fidel, con su clásico uniforme verde olivo, le dijo al pie del avión: “Es un gran honor conocerlo después de tantos años”. Ese fue el inicio de una relación simbiótica, política, internacionalista, pero también entre dos nuevos amigos. El teniente coronel venezolano tenía 40 años y el legendario líder cubano, 68. La visita duró apenas dos días. Desde aquel momento en que se conocieron hasta la última vez en que el comandante Chávez estuvo en La Habana y lo recibió el actual presidente Raúl Castro, pasaron 18 años.

En esas casi dos décadas de estrecha relación, hicieron de sus idearios revolucionarios uno solo. Fidel enfatizaba en su discurso de bienvenida en el aula magna de la Universidad Nacional de La Habana conceptos que hicieron ruborizar a su huésped: “Chávez es un hombre modesto, muy modesto, considera que no es acreedor a ninguna de las atenciones recibidas y que, en todo caso, espera ganárselas con su conducta en el futuro. Pero quien se pasa diez años educando a oficiales jóvenes, a soldados venezolanos en las ideas bolivarianas, podemos decir que es acreedor a éste y muchos mayores honores”.

A esas palabras, Chávez respondió con un cálido recuerdo de sus años de formación: “Es la primera vez que vengo físicamente, porque en sueños, a Cuba vinimos muchas veces los jóvenes latinoamericanos”. Cuatro años después, llegaría a la presidencia de Venezuela. Y nunca se separaría de Cuba y su revolución en los principios rectores de su política. Tanto significaba el presidente bolivariano para la isla que, en Cuba Debate, una de sus principales publicaciones, se podían leer sus textos junto a los de Fidel y Raúl. “Las líneas de Chávez” aparecían debajo de “Las reflexiones de Fidel” y “Los discursos de Raúl Castro”.

Ayer, cuando se conoció su muerte ocurrida a las 16.25, los principales medios de comunicación cubanos la informaron en sus portadas, con un tono despojado de adjetivos y ciñéndose al discurso del vicepresidente de Venezuela, Nicolás Maduro. A una fotografía precedida por el título “Falleció el presidente Hugo Chávez”, más tarde se le agregó el video del trágico anuncio desde Caracas. La columna del politólogo Atilio Boron, que salió primero en la web de Página/12, también había sido subida a Cuba Debate. El Granma y Prensa Latina difundieron el deceso del líder bolivariano en un tono semejante.

Este cronista coincidió en La Habana con los últimos días de Chávez allí, hasta que, aún convaleciente de su última operación, regresó el 18 de febrero a su país. En las calles de esa capital tan colorida y movilizadora, queda muy claro cuánto representaba el venezolano para el pueblo y gobierno cubanos. En una escenografía dominada por los almendrones, esos autos de colección, modelos ’50 o ’60, marca Buick o Chevrolet, pueden verse imágenes del amigo de Cuba con alguna frase del tipo: “Vamos a hacer realidad el sueño de Bolívar y Martí”.

Un ex combatiente de Playa Girón, de 85 años, tan flaco como sus cigarros, llamaba la atención de turistas y cubanos por igual en el Paseo del Prado. “Dios dice que Fidel y Chávez son grandes humanistas”, escribió en una cartulina blanca, entre varias que tenía a su lado, en un banco de plaza. Por esos días, había recrudecido la batalla mediática por la salud del presidente ahora fallecido. Pero ése, un tema de Estado, lo reflejaban las principales cadenas de televisión.

La gente de a pie, en la bulliciosa Habana Vieja o en el Vedado, sabía hacía tiempo que el petróleo venezolano les había mejorado la vida. Un sistema de transporte más ágil y moderno tenía mucho que ver con ese abastecimiento que Cuba ha pagado con miles de profesionales en educación, salud, agricultura o deporte. Un intercambio fraterno entre dos países que rompe con la lógica de los mercados tradicionales. Tan cierto como que, en la senda de Bolívar y Martí, Fidel y Chávez, Cuba y Venezuela, se percibe el advenimiento de una forma tan vital de hacer política en las relaciones internacionales. Aun cuando la desaparición del presidente venezolano sea para esa manera de ver el mundo una pérdida irreparable.

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