San Pablo, Río de Janeiro y Belo Horizonte, que integran el triángulo de poder económico de Brasil, y Brasilia, el corazón político del país, fueron escenario ayer de multitudinarias manifestaciones contra los gastos vinculados a la Copa Confederaciones y el Mundial de 2014 y en repudio a la represión policial. Las protestas, que también se realizaron en otras ciudades, tienen como uno de sus principales objetivos protestar por el aumento de la tarifa del transporte público, reivindicación que provocó en San Pablo cinco manifestaciones, con la de ayer, de las cuales la del jueves fue violentamente reprimida por la policía, generando reacciones de repudio en todo Brasil y también en el exterior. “Las manifestaciones pacíficas son legítimas y propias de la democracia”, dijo la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, en reacción a las movilizaciones. “Es propio de los jóvenes manifestarse”, aseguró Rousseff.
En Río de Janeiro, la principal avenida, Río Branco, y las calles adyacentes del centro fueron colmadas por al menos 40 mil manifestantes. La policía militarizada acompañó la manifestación. “Sin violencia” y “Ven a las calles, ven contra el aumento”, fueron las consignas que corearon los que se movilizaron, que contaron con el apoyo de vecinos y oficinistas que salieron a las ventanas a mostrar su adhesión al movimiento. La marcha, que durante cuatro horas se desarrolló en forma pacífica, tuvo momentos de fuerte tensión cuando un grupo atacó con bombas molotov la sede de la Asamblea Legislativa y quemó autos; mientras que la policía respondió con gases lacrimógenos y spray pimienta. El presidente de la Asamblea, Paulo Melo, lo calificó de “acto de terrorismo”
“No es por los centavos (de aumento). Esto es una demanda reprimida, reflejo de la falta de perspectiva de los jóvenes. El transporte también es pésimo. Andamos en chasis de camión travestido de autobús”, dijo un participante de la marcha, de 56 años. Al grito de “Si el pasaje no baja, Río para”, la mayoría de los manifestantes recorrieron las calles de la capital fluminense.
En Belo Horizonte, la tercera mayor ciudad en importancia del país, cerca de 20.000 personas participaron de las protestas, en las que se produjeron algunos enfrentamientos con la policía, que reprimió con bombas de gas lacrimógeno y pimienta. Al cierre de esta edición, aún no se conocía si el enfrentamiento había dejado heridos. Los comerciantes cerraron sus puertas antes de que los millares de manifestantes tomaran las calles, y la policía bloqueó las vías de acceso a la avenida Antonio Carlos, por donde pasó la marcha.
También en Brasilia hubo choques entre efectivos y manifestantes cuando éstos intentaron ingresar a la sede del Congreso Nacional. “Aprovechamos el momento en que el mundo está mirando hacia Brasil para llamar la atención sobre problemas antiguos. Hay gente que está doce horas en la fila de un hospital y no consigue ser atendida”, resumió a la TV Globo una manifestante.
En San Pablo, epicentro de las protestas que comenzaron hace diez días y se diseminaron rápidamente por todo el país, la marcha contra el aumento de la tarifa del transporte y la represión policial comenzó a última hora de la tarde y convocó 60.000 personas al centro de la ciudad. Las protestas en la mayor metrópolis sudamericana fueron convocadas por el Movimiento Pase Libre, que reivindica la gratuidad del transporte colectivo de pasajeros y que acordó con las autoridades que fuera pacífica.
A esta proclama, que fue duramente reprimida el jueves pasado, se unieron diversos grupos en todo el país que consideran un derroche inútil de dinero los millones invertidos en las citas deportivas, cuando hay falta de recursos para salud, educación, seguridad y vivienda.
El ministro de Deportes de Brasil, Aldo Rebelo, advirtió, por su parte, que el gobierno no tolerará que las protestas, que ocurrieron en las horas previas y en las proximidades de los estadios donde se juegan partidos de la Copa Confederaciones, perjudiquen el certamen. “No vamos a permitir que ninguna de esas manifestaciones interfiera en ninguno de los eventos que nos comprometimos a realizar”, dijo el ministro en Río de Janeiro, donde el domingo se produjo un duro enfrentamiento entre manifestantes y efectivos de la policía militarizada, en los alrededores del estadio Maracaná, poco antes del choque entre México e Italia.
El sábado tuvo lugar una protesta de similares características en las inmediaciones del Estadio Nacional Mané Garrincha, en Brasilia, que también fue reprimida con gases lacrimógenos y balas de goma, poco antes de que comenzara el choque inaugural del torneo entre Brasil y Japón. “Quien piense que puede impedir la realización de estos eventos enfrentará la determinación del gobierno”, enfatizó.
En opinión del ministro, la ocurrencia de manifestaciones no perjudica la imagen de Brasil hacia el resto del mundo, sino que, por el contrario, espera que el mundo vea a Brasil como un lugar democrático y capaz de garantizar el orden. Respecto de las críticas de los manifestantes, que consideran un despropósito que el gobierno gaste millonarias sumas en eventos deportivos en desmedro de inversiones en salud, vivienda y educación, Rebelo argumentó que por cada real gastado por el Poder Público en los torneos, 3,40 fueron invertidos por la iniciativa privada.
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