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El mundo|Viernes, 27 de diciembre de 2013
Una cámara oculta de la BBC mostró que se trabaja en condiciones difíciles de aguantar

Revelan explotación laboral en Amazon

Un periodista infiltrado, Adam Litter, que trabajaba como recolector nocturno unas diez horas y media por turno, debía andar unos 17 kilómetros diarios y recoger en su trolley una orden de compra cada 33 segundos.

Por Marcelo Justo
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Amazon exige a sus trabajadores un promedio de 33 segundos por orden durante diez horas.

Desde Londres

En la era de Internet, los Tiempos Modernos de Charles Chaplin tendrían que filmarse en las bodegas de almacenaje de Amazon. Una cámara oculta del programa Panorama, de la BBC, se infiltró en una de las cinco bodegas de Amazon en el Reino Unido, para revelar las condiciones chaplinescas de trabajo del gigante de las ventas online que, en temporada de fiestas, trabaja como nunca.

La bodega en Swansea, Gales, tiene cuatro pisos y una superficie de 74 mil metros cuadrados de interminables galerías. El periodista infiltrado, Adam Litter, que trabajaba como recolector nocturno unas diez horas y media por turno, debía andar unos 17 kilómetros diarios y recoger en su trolley una orden de compra cada 33 segundos.

En el programa, el periodista, de 23 años, lleva en la mano un “scanner” que le indica la ubicación de los objetos a recoger y que tiene un sistema de conteo regresivo de segundos para medir cuánto tarda en hacerlo. El sistema tiene un sonido similar al que se oye en los aparatos que miden la frecuencia cardíaca de los pacientes de hospital, con un pitido que alerta si se ha cometido un error equivalente al que suena cuando el corazón y las funciones vitales se encuentra en peligro. “Somos como máquinas, como robots. Una vez que nos conectamos al scanner, es como si estuviéramos enchufando nuestra vida”, dice Litter a la cámara.

El programa recaba la opinión de un experto legal y otro de psicología laboral sobre las condiciones laborales de los “recolectores” en Amazon. El abogado Giles Bedloe no tiene dudas. “Es ilegal. Si se trata de trabajo físico pesado o con fuerte estrés mental, el trabajador de turnos nocturnos no puede estar empleado más de ocho horas por día”, señaló a la BBC.

El profesor Michael Marmot, eminencia británica en psicología laboral, es igualmente contundente sobre el impacto que este tipo de trabajo tiene en la salud. “Hay un altísimo riesgo de enfermedad física o psicológica. Es cierto que este tipo de trabajo no cualificado siempre va a existir, pero lo podemos hacer peor o mejor. En este caso, se trata de las peores condiciones imaginables”, señaló a la BBC.

Los pies de Litter son una prueba del inmenso desgaste físico que implica recorrer unos 17 kilómetros diarios empujando un trolley cada vez más cargado de objetos. En la cámara se ven los pies llagados del periodista-recolector, que confiesa que “es la parte del cuerpo de la que me querría desprender en este momento”.

Al desgaste físico se añade la presión para cumplir con los “objetivos de productividad”. Estos “objetivos”, que sirven para calificar el desempeño y la continuidad del empleado, se miden por el tiempo que tarda en recoger cada orden. Si no cumple con el promedio de 33 segundos por orden, Amazon coloca al trabajador en un régimen de observación.

En la primera etapa de este régimen, el empleado se reúne con un “asesor laboral” para ver cómo mejorar su desempeño. Si después de la asesoría no logra todavía cumplir con los “objetivos”, se lo apercibe. En el caso de los trabajadores temporales, es como entrar en una ruta de plano inclinado: difícilmente sobrevivan al período navideño.

En respuesta al programa, Amazon negó categóricamente haber violado las leyes laborales británicas o explotar a sus trabajadores. “La seguridad de nuestros empleados es nuestra prioridad número uno y nosotros cumplimos con toda la legislación laboral vigente. Según nuestro experto laboral independiente, las condiciones en que se desempeña el recolector son similares a las que hay en otros lugares”, indicó la compañía en un comunicado.

La defensa de Amazon parece más una condena de los otros establecimientos –“condiciones similares”– que una justificación de su propia práctica laboral. Esta práctica no se limita a las bodegas de la compañía en el Reino Unido. En Alemania, el gigante estadounidense enfrentó este diciembre una nueva huelga de sus trabajadores, que reclaman mejores salarios y condiciones laborales. Los sindicatos vienen protestando desde el verano europeo para exigir que la empresa aplique a sus empleados las condiciones que rigen para el convenio laboral del comercio minorista. Un portavoz del sindicato señaló que están dispuestos a pinchar el negocio navideño “una y otra vez” para que la empresa haga lugar a sus demandas.

Amazon se ha escudado con frecuencia en los beneficios que recibe el consumidor al adquirir productos más baratos sin tener que moverse de su casa, pero esta innegable ventaja tiene como precio no sólo las condiciones laborales de sus empleados, sino el hundimiento de pequeñas y medianas empresas. Estas empresas se han quejado de que Amazon apenas paga impuestos, algo que se encuentra en el candelero desde que empezó en la Unión Europea la era de los ajustes por el estallido financiero de 2008.

En el Reino Unido, la presión de Tax Uncut, un grupo que lucha contra los cortes fiscales, dejó al descubierto que estas grandes multinacionales de Internet son una red sistemática de evasión y elusión impositivas. En 2001, Amazon tuvo ventas equivalentes a más de 5 mil millones de dólares en el Reino Unido y no pagó un centavo de impuestos corporativos.

El tema afecta a las 28 naciones que conforman la Unión Europea. Esta semana, la Comisión Europea presentó una proyecto de reforma de la normativa fiscal para cerrar la rendija legal aprovechada por estas multinacionales, que les permite registrarse en países como la República de Irlanda, con bajos niveles impositivos y muchas exenciones, para pagar el mínimo y no dejar un centavo en los lugares donde hacen sus negocios. Este mínimo es efectivamente infinitesimal. Según un informe reciente de la OCDE, no pasa del uno por ciento.

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