El presidente de Francia, François Hollande, dijo que la vida debe continuar, si bien nunca nada volverá a ser como antes, en referencia a los atentados de la semana pasada en París. En este marco, ayer fue sepultado uno los hermanos que perpetró el atentado contra la redacción de Charlie Hebdo.
Desde Tulle, localidad ubicada en el sur del país, Hollande se dirigió a los ciudadanos para comunicarles cuáles son los puntos para reforzar los medios de inteligencia que el consejo de ministros analizará el próximo miércoles. Las medidas tendrán como fin controlar los desplazamientos de algunos ciudadanos, dotarse de una vigilancia de Internet más firme y adoptar medidas sobre las prisiones para evitar la radicalización de algunos reclusos, indicó el presidente francés. “Es necesario. No lo haremos solos, sino con los europeos y los aliados que contribuyan a conocer mejor las redes jihadistas. Lo que ha ocurrido en Francia ya se ha producido fuera y da lugar a pensar que lo han decidido intervenciones exteriores”, dijo el mandatario francés, en sintonía con las medidas que ayer anunció el gobierno belga para prevenir futuros ataques terroristas.
Hollande dejó en claro que las medidas que se analizarán no sólo van más allá de cuestiones de seguridad, sino que también apuntan a contener a los jóvenes pertenecientes a los sectores más vulnerables de la sociedad francesa.
Por otro lado, Hollande dijo que “Francia tiene principios y valores y entre estos valores se encuentra la libertad de expresión”. En este sentido, el galo criticó la quema de banderas de su país que tuvo lugar en varias regiones de Africa, a las que calificó como inaceptables. Además agregó: “No hemos terminado con esos comportamientos y habrá que castigarlos, porque cuando sucede en Francia es intolerable al igual que cuando sucede en el extranjero”.
“Hay tensiones en el exterior, donde las poblaciones no comprenden lo que es el compromiso con la libertad de expresión”, dijo el mandatario a la prensa. El jefe de Estado francés recordó que los Estados donde se registraron protestas contra el periódico atacado, como Pakistán, Jordania, Líbano o Níger, “son países que Francia apoyó en la lucha contra el terrorismo”.
En este sentido, varios países han manifestado en los últimos días su indignación respecto de las nuevas caricaturas publicadas por el periódico, entre ellos Níger, donde el viernes fueron incendiadas cinco iglesias.
A pesar de los hechos de violencia desatados por la última tapa del semanario satírico Charlie Hebdo, la revista anunció ayer que volverá a ampliar de cinco a siete millones la cantidad de ejemplares editados. La publicación, cuya tirada habitual ronda los 60.000 ejemplares, amplió inicialmente la primera tirada tras los atentados terroristas a un millón, luego a tres, cinco y finalmente siete millones de ejemplares, que venderá de forma escalonada durante dos meses. Además, su página web ofrece la posibilidad de suscribirse al semanario, hacer una donación o descargarse una aplicación para leer en el teléfono móvil el último número en el que una caricatura de Mahoma, que convirtió a la revista en objetivo terrorista, abre el nuevo ejemplar mientras sostiene un cartel en el que puede leerse la frase que pareció unir al mundo occidental en favor de la libertad de expresión: “Yo soy Charlie”.
Por otro lado, Said Kouachi, uno de los jihadistas que acabaron con las vidas de 12 personas en la redacción de Charlie Hebdo, fue enterrado en forma anónima en la ciudad francesa de Reims. El entierro anónimo de Kouachi busca evitar que el lugar se convierta en un sitio de peregrinación para los fanáticos. Las exequias tuvieron lugar en la noche del viernes, en un cementerio cuyo nombre no fue informado, con la presencia de algunos miembros de la familia y bajo vigilancia policial. El hermano menor, Chérif Kouachi, el otro terrorista que atacó la redacción de la revista, será enterrado cerca de París, en Gennevilliers, donde residía. El alcalde de esa localidad, Patrice Leclerc, exigió que la sepultura sea anónima. Mientras que el tercer terrorista, Amedy Coulibaly, que mató a una policía y a cuatro personas que hacían sus compras en un supermercado kosher, podría ser enterrado en la localidad en la que vivía, Grigny, al sur de París.
El alcalde de la ciudad, el conservador Arnaud Robinet, se opuso a que su ciudad albergara los restos de Kouachi ante el temor de que su sepulcro se convierta en un lugar de culto. No obstante, la alcaldía de Reims tuvo que acatar la ley funeraria francesa y dar sepultura al terrorista, que residía en esa localidad.
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