En España, el bipartidismo perdió en las urnas el domingo 20 de diciembre: el Partido Popular (PP) se quedó sin mayoría absoluta y el Partido Socialista (PSOE) se reafirmó como segunda fuerza, aunque hizo la peor elección en su historia. Como ninguna agrupación consiguió la cantidad de escaños suficientes (176) para hacerse con la mayoría absoluta requerida para investir al nuevo presidente, la única salida es la búsqueda de pactos. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, le dijo no a un nuevo gobierno de Mariano Rajoy y abrió el diálogo con el partido de izquierda Podemos. Pero Sánchez no la tiene fácil: una disputa de poder con líderes regionales de su formación podrían truncar sus ambiciones de convertirse en el próximo jefe de gobierno de España.
Casi un desconocido hasta hace dos años, el economista de 43 años logró la candidatura del PSOE con el apoyo de centristas que dominan el partido y gozan de plena confianza en los mercados. Sin embargo, con el correr de la campaña y como suele ocurrir –ante la presión de Podemos– Sánchez se fue corriendo a la izquierda mientras hacía equilibrio para denunciar al “populismo” de Pablo Iglesias, líder de la formación emergente que quedó en tercer lugar, pese a los pronósticos agoreros del establishment. En el último debate de campaña, el candidato socialista le dijo a Rajoy: “Usted ha recortado todo menos la corrupción”. Y en otro momento le recordó al líder del PP el escándalo por la contabilidad paralela de su partido.
“En el PSOE hay dos almas pugnando, una que busca recuperar una idea de la izquierda, donde seguramente esté Sánchez, pero después están los que realmente mandan, que van en dirección de lo que dice la Troika”, dijo uno de los fundadores de Podemos, Juan Carlos Monedero. Es más, Monedero cree probable que al final el PSOE termine pactando con el PP y el centro-derechista Ciudadanos.
Y es que los barones y baronesas regionales del PSOE cuestionan la decisión de Sánchez de tender puentes con Podemos en su intento de formar gobierno, una decisión que tomó sin consultarlos. “La política de alianzas se decide en el comité federal”, dijo en Navidad Susana Díaz, presidenta de Andalucía y quien fuera mencionada para liderar el partido antes de la elección de Sánchez. “No debemos sentarnos con quienes busquen romper España”, sostuvo Díaz, en referencia a que Podemos plantea un referéndum sobre la autonomía de Cataluña, algo impensable para los socialistas. Muchos dirigentes del PSOE rechazan la idea de un país plurinacional y se lo han hecho saber a Sánchez. Los más beligerantes son los presidentes de Extremadura y Castilla-La Mancha: Guillermo Fernández Vara y Emiliano García-Page.
Sánchez dijo que como líder del PSOE es quien dirige los lineamientos políticos del partido, algo que en verdad no hace falta decir si no sintiera que le retacean apoyos. El político pospuso hasta la primavera el congreso partidario en el que debe elegirse nuevo secretario general, una manera de asegurar su permanencia en el cargo si fracasaran los pactos y hubiera nuevas elecciones en 2016.
Lo cierto es que Sánchez tendrá muchas dificultades para negociar con Iglesias ante las condiciones que le quieren imponer los dirigentes regionales. La resolución que hoy debatirá el Comité Federal del PSOE rechaza la defensa de Podemos de un referéndum para Cataluña y la imposibilidad de pactar con ese partido si mantiene esa demanda.
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