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El mundo|Lunes, 5 de junio de 2006
EL CANDIDATO SOCIALDEMOCRATA GANO LA SEGUNDA VUELTA FRENTE A OLLANTA HUMALA

Alan García y su increíble retorno

Después de confirmarse la tendencia que lo hacía ganador, Alan García prometió al pueblo peruano no repetir los “errores” de su primer gobierno y convocó a las distintas fuerzas políticas. Aunque ganó con los votos de la derecha, aseguró que su gobierno será de “centroizquierda”.

Por Carlos Noriega
Desde Lima
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Alan García, líder del socialdemócrata partido aprista, volvió ayer al poder en el Perú y celebró a lo grande, con fuegos artificiales y un discurso de victoria vibrante, ante miles de sus partidarios que llegaron hasta el viejo local del APRA, en el centro de la capital peruana. Eran poco más de las ocho de la noche (diez hora argentina) cuando García apareció en el estrado frente a sus enfervorizados seguidores para celebrar su victoria, que a esa hora todavía no era oficial pero ya era irreversible. Aunque García había asegurado que esperaría las cifras oficiales de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) para recién entonces pronunciarse sobre los resultados de las elecciones, decidió salir a celebrar su victoria cuando la ONPE, que en este proceso se ha caracterizado por su exasperante lentitud, todavía no había dado sus cifras.

A las cuatro de la tarde, cuando se cerraron las mesas electorales, los sondeos a boca de urna de tres encuestadoras habían adelantado la victoria del líder aprista por una diferencia que fluctuaba entre los seis y los diez puntos. Ese resultado desató las celebraciones de los simpatizantes apristas, aunque sus dirigentes prefirieron mantener la prudencia hasta que se conocieran resultados más confiables. Esos resultados llegaron poco después de las siete de la noche con el conteo rápido de Transparencia, una respetada organización internacional no gubernamental de observación electoral, que le dio a García 52,4 por ciento contra 47,6 por ciento de Ollanta Humala. En ese momento la victoria de García pareció irreversible y éste decidió salir a celebrar.

A las 21.30 la ONPE confirmaría su triunfo. Contados el 77,33 por ciento de los votos, García obtuvo el 55,46 por ciento y Humala el 44,54 por ciento. García recibió los primeros resultados electorales en su residencia, ubicada en uno de los barrios más exclusivos de la capital peruana, junto a su esposa, la argentina Pilar Nores, y sus cinco hijos. Ya con la victoria en el bolsillo, salió, a las seis de la tarde, para su local de campaña, a diez minutos de su casa, donde lo esperaba la plana mayor del partido aprista. Con ellos esperó la confirmación de su victoria.

Cuarenta minutos después Humala reconoció su derrota. “Como nos comprometimos democráticamente, aceptamos los resultados de la ONPE”, dijo el ex comandante desde su local de campaña, evitando la palabra “derrota”. Flanqueado por su esposa Nadine y sus principales colaboradores, prometió seguir adelante con su proyecto político, pero no pudo evitar que su cara denotara una mezcla de cansancio y tristeza.

Con este resultado, García, de 57 años, se convierte por segunda vez en presidente del Perú. Anteriormente lo fue entre 1985 y 1990 y su gobierno terminó en medio de acusaciones de corrupción y violaciones a los derechos humanos, y dejó al país hundido en la hiperinflación y el crecimiento del terrorismo. Pero a pesar de eso, este político, a quien sus más duros enemigos reconocen una gran sagacidad y una capacidad oratoria brillante, ha logrado volver al poder superando los recuerdos de su mal gobierno, cuyo balance es como para hacer desaparecer de la escena a cualquiera: inflación millonaria, precios que aumentaron 33 mil veces, asaltos armados a cárceles y una condena por corrupción evitada gracias un oportuno exilio en París, matanzas en comunidades campesinas.

Ante sus seguidores, García, que ganó con los votos de la derecha, aseguró que haría un gobierno de “izquierda democrática” que “atraiga inversiones,defienda los derechos laborales y regule las tarifas” y un Estado “austero y popular”. Prometió “un gobierno amplio y abierto a otras fuerzas políticas. Ante los resultados electorales, que en el empobrecido y marginado sur andino le dieron una amplia victoria a Ollanta Humala, García aseguró: “No habrá un abismo entre mi gobierno y ellos” y les ofreció un plan de desarrollo para el sur. En su discurso de cuarenta minutos, García prometió “no repetir los errores del pasado”. “En esta segunda oportunidad moriremos en el esfuerzo de no fallar y no defraudar”, dijo por su gestión de los años 80 y habló de la necesidad de hacer “un acto de contrición” sobre esos “errores del pasado”.

El presidente venezolano Hugo Chávez, que apoyó abiertamente la candidatura de Humala y con quien García se enfrascó en un duro intercambio de agravios, no podía estar ausente en el discurso de García. “El (Chávez) creyó que a fuerza de millones e insolencias se podían abrir las fronteras, pero hemos detenido todo intento de dominación y hemos rescatado nuestra independencia. Hemos derrotado al militarismo”, exclamó García antes de terminar un discurso que estuvo lleno de agradecimientos a Dios por su victoria.

Minutos antes de hablar ante sus seguidores, García se dirigió a la prensa en su local de campaña, ubicado en el residencial barrio de San Isidro, ante quienes adelantaría parte de lo que luego diría ante sus partidarios. Frente a los periodistas también agradeció a Dios “por una elección democrática y sin incidentes”. Durante las últimas semanas, los apristas, y la mayor parte de medios de comunicación, se habían encargado de divulgar la versión que Humala preparaba un levantamiento armado para desconocer los resultados electorales si le eran desfavorables, lo que finalmente no sucedió. Fue una declaración de poco más de diez minutos, luego de la cual no aceptó preguntas.

Por su parte, Humala no quiso admitir su derrota, pero a esa hora él ya estaba convencido que había perdido y habló buscando posicionarse como líder de la oposición. Humala llamó a los partidos de izquierda, a las organizaciones sociales y a los empresarios nacionales a formar “un gran frente para iniciar la tarea de transformación del país”. Los principales grupos de izquierda, sin embargo, no le dieron su apoyo en esta segunda vuelta debido a los cargos por violaciones a los derechos humanos que pesan en su contra, los antiguos vínculos de algunos de sus colaboradores con Vladimiro Montesinos, el encarcelado ex brazo derecho de Alberto Fujimori y por lo que consideran ambigüedades en su propuesta nacionalista. Humala se negó durante toda la campaña a definirse como de izquierda, pero ayer buscó colocarse como el líder de un frente de izquierda. “Hoy comienza la gran transformación”, dijo entusiasmado y calificó como una gran victoria” el hecho de haber logrado, según cifras extraoficiales, la mayoría de votos en 15 de los 24 departamentos del país y el haber recibido un apoyo que va del 60 por ciento al 80 por ciento en las zonas más pobres de los Andes. Humala ganó en más departamentos, pero perdió las elecciones porque García triunfó ampliamente en Lima, que concentra a un tercio del electorado, y en las principales ciudades de la costa, que son las más pobladas. Humala comenzó ayer a construir su futuro político. Su objetivo es lograr un alto número de gobiernos regionales en las elecciones de noviembre, lo que daría una importante fuerza política, además de la que ya tiene en el Congreso, donde tiene la mayor representación con 45 bancas de las 120 del Parlamento. Resta ver si luego de la derrota logra mantener la unidad de su novel agrupación.

García había empezado el día desayunando muy temprano frente a la prensa en su local de campaña con su esposa y sus cinco hijos. Ahí aseguró que el voto en su favor “no es un voto por el menos malo, sino un voto de afirmación por la democracia” y les pidió a los electores que voten “contra la amenaza del militarismo” en alusión a Humala, quien minutosdespués también desayunó ante la prensa con su esposa, su hija mayor, de cinco años, y sus principales colaboradores. También aprovechó para un último intento de ganar votos: “Que los peruanos vayan a votar reflexionando y sin miedos”, dijo, tratando despejar los temores sobre un riesgo autoritario que ha despertado su candidatura.

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