La ONU criticó ayer las condiciones de inmigrantes sin papeles en los centros de detención de Grecia y advirtió sobre la “creciente hostilidad” que afrontan en las calles del país europeo, sumido en una crisis que lo obligó a realizar severos ajustes a cambio de financiación externa.
“Son lugares en los que no me gustaría pasar más de una hora. Son espeluznantes”, dijo el relator especial de la ONU para los derechos de los inmigrantes, François Crépeau, al presentar un informe elaborado por una misión de investigación que visitó once centros de detención para inmigrantes en Grecia. “Es difícil ver niños de tres o cinco años tras los barrotes”, declaró el relator de la ONU. En uno de los centros visitados, el de Venna, en Rodopi, las camas son bloques de cemento, los servicios estaban muy sucios y no había luz, relató Crépeau.
Grecia se convirtió en el principal punto de entrada a Europa para los inmigrantes sin documentos, y actualmente se calcula que en el país heleno, de 10 millones de habitantes, viven cerca de un millón de inmigrantes con papeles y otro medio millón sin ellos. Cada año, unos 130.000 inmigrantes, la mayoría africanos o asiáticos, intentan entrar en Europa a través de Grecia sin contar con recurso alguno para proveerse de alimentos, alojamiento o agua, denunció el relator de la ONU, que advirtió de la “creciente hostilidad” que afrontan los inmigrante en las ciudades griegas.
La situación se agravó desde agosto pasado, cuando la policía griega lanzó la operación Xenios Zeus, en referencia al dios griego de los viajeros, que propició la detención de miles de inmigrantes indocumentados. El resultado, según Crépeau, es la detención “sistemática” de quienquiera que entra en territorio griego de forma irregular. Crépeau denunció además un incremento de la violencia racista y la inacción de las autoridades griegas.
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