Ante su inminente partida a Nueva York, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner cubrió rápido la vacante: designó al subjefe del Ejército Luis Alberto Pozzi en reemplazo de Roberto Bendini, quien después de cinco años y cuatro meses en el cargo pidió el retiro compelido por su procesamiento en una causa por peculado. La perinola de nombres empezó a detenerse poco después del mediodía cuando el jefe de Gabinete, Sergio Massa, recibió en su despacho a Pozzi. Ante la ausencia de la ministra de Defensa, Nilda Garré, quien recién anoche regresó de su viaje oficial a Chile, las especulaciones crecían al ritmo de la falta de precisiones. La confirmación de este general de Comunicaciones, con buenas relaciones en el Ministerio de Planificación, no implicó más cambios en la cúpula, pero está lejos de haber conformado las expectativas de renovación. La duda es si será sólo una conducción de transición hasta diciembre, cuando se definen todos los ascensos. Pozzi, a los 60 años, se hace cargo de una fuerza que en el último mes y medio pasó a disponibilidad por orden de Garré a seis generales y otros 38 altos oficiales por denuncias de corrupción.
“Es una decisión de la Presidenta”, explicaban en Defensa sobre la elección de Pozzi y, de inmediato, apelaban al hermetismo sobre qué otro candidato hubieran preferido. “Es de Comunicaciones, lo cual es raro para llegar a la jefatura. No es ni de Caballería ni de Artillería ni de Infantería. Es de perfil bajo, tiene una relación frecuente con la ministra y con el resto de los funcionarios”, se conformaban. Hasta que se vio a este hombre que egresó en 1968 del Colegio Militar en la Rosada, eran muchos los que apostaban al general Daniel Oscar Camponovo, comandante operacional del Estado Mayor Conjunto, y a Sergio Fernández, jefe del II Cuerpo de Ejército, como posibles sucesores de Bendini. Tras la reglamentación de la Ley de Defensa, Camponovo fue designado por Garré en ese cargo que le permite disponer de los medios de las tres fuerzas y se desempeñó como comandante electoral en los últimos comicios. Su designación tampoco hubiese implicado el pase a retiro de más de un par de oficiales. Fernández tiene predicamento dentro de la oficialidad y su ascenso hubiese tronchado la carrera de otros seis generales. Los más audaces levantaban también el nombre de Hernán Prieto Alemandi, uno de los generales más jóvenes. Su encumbramiento habría desplazado a otros 23 altos oficiales.
PáginaI12 informó ayer que una de las alternativas era el ascenso de Pozzi como salida transitoria hasta tanto la Presidenta analizara cada una de las carpetas de las Juntas de Calificaciones. “Esta vez la purga se viene haciendo. No es como cuando asumió Bendini que se pasó a retiro a 19 generales, en la Armada a 14 contraalmirantes y en la Aeronáutica a 10 altos oficiales. El inconveniente es que no se puede garantizar autoridad con un mandato a término”, especulaba un funcionario. Pozzi, como subjefe del Ejército, fue quien tuvo que anunciarle al entonces jefe de Inteligencia Osvaldo Montero, su pase a retiro acusado de conspirar para desplazar a Garré poco antes del cambio de gobierno en noviembre pasado. Pozzi, al igual que Bendini, tenía buena relación con Montero. Como hombre de Comunicaciones, algunos memoriosos recuerdan que se vio envuelto en medio de una puja de intereses empresarios cuando el ex ministro de Seguridad bonaerense León Arslanian decidió implementar el sistema de servicio a la comunidad 911 y convocó a la participación de los especialistas del Ejército. Según informó La Nación en mayo de 2004, los militares habrían ofrecido desarrollar un dispositivo de seguimiento satelital de patrulleros para monitorear la ubicación de los móviles, que Arslanian rechazó. El entonces ministro había ordenado investigar un convenio con la empresa Megatrans SA firmado por sus antecesores Aldo Rico y Ramón Verón. Finalmente, la puja se habría definido a favor de Nec y Siemens, con buenas relaciones con los uniformados.
Poco antes de escribir su renuncia, Bendini convocó a un grupo de generales y dos le pidieron que diera un paso al costado, porque era evidente que ya no conducía nada. La confirmación de su procesamiento en una investigación que, en realidad, tenía abierta cuando fue elegido en mayo de 2003 por el entonces presidente Néstor Kirchner, aceleró el desenlace. Lo que resulta extraño es que en Gobierno no estuvieran al tanto del derrotero de la causa en la Cámara Federal de Río Gallegos que revocó la falta de mérito que le había permitido a Bendini seguir en el puesto. Ahora, procesado por el desvío de 500 mil pesos del Ejército a una cuenta personal, terminó cayendo por su propio peso. La pena máxima prevista para el delito de peculado es de 10 años.
Desde principios de agosto, Garré, en base al trabajo de una auditoría interna, viene denunciando ante la Justicia los manejos delictivos de altos oficiales del Ejército que habrían comprometido fondos por alrededor de 80 millones de pesos. El aval de la Presidenta fue condición para avanzar en ese sentido. Cuarenta y cuatro altos oficiales –entre ellos seis generales– y 71 civiles están siendo investigados por el juez Rodolfo Canicoba Corral. “Si sos el jefe o das un paso al costado o te hacés cargo, no podés mirar para otro lado”, repetía un alto oficial que hace rato esperaba el relevo de Bendini. La decisión fue cubrir rápido la vacante. Cristina Kirchner habló por teléfono con Garré y la ministra a su vez se comunicó con Sergio Massa, quien ofició de emisario de la decisión. Apenas lo confirmaron en el cargo, Pozzi se reunió con el secretario de Asuntos Militares, Germán Montenegro, para repasar la agenda hasta fin de año. El lunes tendrá su encuentro cara a cara con Garré y se definirá la ceremonia de asunción. Este ingeniero en Comunicaciones, especialista en informática, que desde diciembre de 2006 es el segundo de Bendini tendrá que demostrar que no tiene nada que ver con su antecesor.
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