Las autoridades de la AMIA, alineadas con el sector ortodoxo de la comunidad judía, no permitieron el entierro en ningún cementerio judío de un bebé que murió antes de nacer, a los ocho meses de gestación, hijo de la cantante litúrgica de la sinagoga de Lamroth Hakol y su marido. El argumento fue que la abuela materna se había convertido al judaísmo, o sea que no era judía de vientre. El caso despertó la indignación de los padres de la criatura, Yanina y Pablo, que tuvieron que optar por un entierro en un cementerio privado. En la comunidad judía se levantó una enorme polémica porque se vuelve a discriminar entre lo que alguna vez el actual presidente de la AMIA, Guillermo Borger, llamó “judíos genuinos y no genuinos”. Además, el debate se da en las semanas previas a la elección del nuevo titular de la AMIA, tras los comicios en que la agrupación Bloque Unido Religioso (BUR) consiguió la primera minoría, pero dos listas que responden a criterios más amplios, si se alían en la asamblea de representantes, podrían imponer una conducción distinta a la ortodoxia actual.
El drama del bebé que no pudo ser enterrado en un cementerio judío se produjo hace dos semanas. Página/12 verificó la historia con allegados a la pareja que le narraron a este diario detalles asombrosos. Yanina trabaja desde hace ocho años en Lamroth, enseña la Torá y es la cantante litúrgica de las ceremonias religiosas. Ingresó a un jardín judío a los dos años, hizo la primaria en el colegio Ramat Shalom y la secundaria en Amos, que funciona en Hebraica. Su vida social durante la adolescencia transcurrió en Macabi y se casó con Pablo en el templo de Lamroth Hakol. Su marido trabaja en instituciones judías desde hace 20 años.
Cuando la pareja pasó por el doloroso trance de perder el bebé a punto de nacer, decidieron enterrarlo en un cementerio de la comunidad. Pero las autoridades de la AMIA lo impidieron porque la madre de Yanina no había nacido judía, sino que hizo la conversión en el Seminario Rabínico Latinoamericano, que fue fundado por Mar-shall Meyer. La franja ortodoxa no acepta las conversiones realizadas allí y, en verdad, no acepta ninguna conversión en la Argentina. Es decir que el motivo por el que no se permitió el entierro del bebé es que se descubrió lo que consideran “sangre impura” en la abuela materna de la criatura. En un dramático mail, la pareja afirma que los trataron como “judíos de segunda”.
Las autoridades de la AMIA no permiten el entierro de personas convertidas en los cementerios que administran. Es más, tal como adelantara en su momento este diario, se resolvió la construcción de un área apartada en La Tablada, lo que no fue aceptado por los sectores más progresistas, que igual consideran que se trata de una discriminación, por cuanto las familias tienen el derecho a estar enterradas en el mismo cementerio. Lo asombroso es que esta situación sólo se produce en el área metropolitana. En Santa Fe, por ejemplo, no existe ningún obstáculo para que una persona convertida al judaísmo sea enterrada en el cementerio de la comunidad. Y lo mismo sucede en el resto del interior.
La corriente ortodoxa tampoco admite que las mujeres ejerzan el rabinato, lo que llevó a momentos de fuerte tensión a raíz de un brindis por el año nuevo judío al que fueron invitados por la Presidenta. Como en la delegación se incluyó a la rabina de la comunidad Bet El, la conducción de la AMIA puso el grito en el cielo y no concurrió. En este mismo sentido, el rabino ortodoxo Samuel Levin sostuvo que el rabino progresista Daniel Goldman debía ser condenado a pena de cárcel por apoyar la ley de matrimonio igualitario.
En este contexto de tirantez y con el trasfondo del caso del bebé de Yanina y Pablo, a partir de mañana se definen las negociaciones de cara a la asamblea de la AMIA que se hará el 12 de mayo. Habrá 90 representantes, con lo cual se necesitan 46 para elegir presidente. El Bloque Unido Religioso consiguió 37 representantes; Acción Plural (el sector más progresista y liberal en lo religioso), 32; Frente Comunitario, 18 y la lista Iajad, 3. Estas últimas dos nóminas, supuestamente, tampoco adhieren a la ortodoxia, con lo que en teoría se podría imponer un presidente no ortodoxo. Sin embargo, AMIA para Todos, que integra el Frente Comunitario, de la mano del rabino Sergio Bergman, hace tres años terminó votando por el sector ortodoxo. Aquello fue considerado una especie de traición y hoy se considera que Bergman –cercano al PRO– tiene la llave de al menos cinco votos claves.
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