A dos años de su muerte, siete de cada diez argentinos tienen una imagen buena o muy buena de Néstor Kirchner. El ex presidente fallecido seguía muy de cerca las encuestas y quienes trabajaron con él recuerdan que hubo tiempos en que tuvo 70 por ciento de imagen positiva y 30 por ciento negativa, y también lo contrario, momentos en que sólo lo aprobaba el 30 por ciento. En los días previos a su muerte tenía sólo un 45 por ciento de adhesión, pero con su fallecimiento los ciudadanos lo revalorizaron bastante rápido, aunque nunca llegó al 72 por ciento de opiniones favorables de la actualidad. “La memoria colectiva ha metabolizado el recuerdo de Kirchner en forma muy positiva. Incluso nos asombraron los datos. El perfil que se ha ido delineando es que era auténtico, tuvo coraje y le reconocen amor por el país”, analiza Ignacio Ramírez, quien dirigió el estudio de Ibarómetro, la consultora que lo realizó a nivel nacional. Del total de la muestra, dos tercios calificaron a Kirchner como un presidente que enfrentó intereses poderosos y sólo un 23 por ciento se inclinó por decir que dividió al país.
Las conclusiones de Ibarómetro surgen de una encuesta hecha a nivel nacional y en la que fueron entrevistadas mil personas de Ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense, ciudades con más de 500.000 habitantes, ciudades de entre 40.000 y 100.000 habitantes y zonas rurales. El trabajo se hizo en forma telefónica, con procedimientos desarrollados bajo normas ISO 9001:2000. La titular de Ibarómetro es Doris Capurro.
Kirchner siempre tenía una encuesta sobre el escritorio, pero no era de los que seguía a la opinión pública. Por ejemplo, impulsó junto con su esposa la estatización de las AFJP pese a lo que decían los sondeos en ese momento. O resolvió ser candidato a primer diputado en 2009 aun cuando veía en las encuestas que no era nada fácil. De todas maneras, no era extraño que citara a un encuestador un domingo o que lo convocara a la una de la mañana en la Casa Rosada. Todos los encuestadores recuerdan la firmeza de los Kirchner cuando los números eran catastróficos, después de la derrota en la elección de 2009 o durante el debate de la 125. Se hablaba en aquel momento de poskirchnerismo y, sin embargo, en pocos meses Néstor recuperó 20 puntos de imagen positiva. En aquel entonces, Kirchner era el probable candidato presidencial de 2011.
“Hay varias aristas sobre las que se pronuncian los encuestados –señala Ramírez–. Desde ya lo ven como un apasionado. Y está bastante claro que tuvo influencia sobre la juventud porque la gente le adjudica que jugó un papel importante en incentivar la participación de los jóvenes. También está claro en la memoria colectiva que peleó por un país más independiente.” Ibarómetro buscó una definición sobre este tema y hubo un 64 por ciento de los consultados que dijo que “consiguió que Argentina sea un país independiente”, frente a un 22 por ciento –el núcleo duro anti K– que rechazó esa idea.
La encuesta también buscó contraponer dos conceptos: la lucha contra los poderosos, por un lado, y el conflicto y la división, por otro. La idea era poner en dos platillos distintos de la balanza algo parecido a una épica, un concepto de lucha positivo, frente a conceptos negativos de los mismos hechos, como división de la sociedad y peleas que la oposición le adjudica al kirchnerismo. En el sondeo claramente la memoria sobre Kirchner se ubica del lado positivo: un 63 por ciento lo ve como un presidente valiente que se enfrentó a los poderosos, mientras que el 23,7 estuvo del lado crítico, señalando que se lo recordará como un presidente que dividió al país.
“Desde ya que lo ven como un apasionado, poco aséptico, salpicado de peleas –evalúa Ramírez–. No lo perciben como un técnico descafeinado, sino un político y un protagonista de conflictos que no se ocultaron bajo la alfombra. Albert Hirshman escribió que las sociedades alternan períodos más replegados sobre lo privado, teñidos de valores individualistas, con otros donde lo que resurge es lo público, lo colectivo. Kirchner entroncó con esto último y con la noción de liderazgo. Sacó a flote temas y sensibilidades –la igualdad, el Estado, la Nación– que no estaban en los medios ni en la sociedad hasta ese momento.”
El impulso a la participación de los jóvenes aparece como una de las cosas más reconocidas. Ramírez considera que “Kirchner tenía su estilo: desacartonado, transgresor, rebelde. Antes ser rebelde era irse a 500 kilómetros para no votar y él fue un factor decisivo en cambiar hacia algo sorprendente: de golpe, ser rebelde era ser oficialista. Y ser rebelde dejó de ser ridiculizar la política. Fue una transformación cultural enorme”.
En su análisis, los sociólogos de Ibarómetro mencionan que hay numerosos temas en los que hubo un antes y un después de Néstor Kirchner:
- Los discursos privatistas parecen antiguos.
- Carlos Menem devaluó las banderas históricas del peronismo y la Alianza puso en crisis los valores del progresismo. Se percibe a Kirchner como alguien que rescató del naufragio buena parte de esos valores.
- Hay un nuevo reconocimiento al valor de la igualdad. Más del 60 por ciento coincide en que Kirchner peleó por un país más justo.
Para redondear, Ramírez, tomando conceptos del politólogo italiano Norberto Bobbio, sostiene que “con el presidente fallecido asomaron contrastes, diferencias en virtud de las cuales vale la pena involucrarse y elegir una postura. Se definen temas clave. Hoy sólo la minoría de la sociedad adhiere a lo que hace diez años era una verdad revelada: son todos iguales. Tal vez ése sea el principal legado de Néstor Kirchner: no es todo lo mismo”.
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