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El país|Jueves, 1 de noviembre de 2012
La Cámara de Diputados sancionó la ley que permite votar a los jóvenes de 16 y 17 años

No son mocosos los votos

La posibilidad de votar será en la práctica optativa hasta los 18 años. La oposición, que iba a dividir su postura, se levantó del debate por las críticas de un diputado kirchnerista, que, a su vez, contestó las descalificaciones que se habían formulado al proyecto.

Por Miguel Jorquera
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La ley que habilita el “voto joven” se aprobó con 131 votos a favor, 2 en contra y una abstención.

Con un quórum ajustado, el kirchnerismo y sus aliados convirtieron en ley el proyecto que otorga derecho a voto a los jóvenes de 16 y 17 años casi sobre la medianoche. Con 131 votos a favor, 2 en contra y 1 abstención, se aprobó la norma que incorporará cerca de un millón y medio de jóvenes al padrón electoral para las elecciones legislativas de 2013. Toda la oposición se retiró del recinto poco antes de los cierre de los jefes de bloque, luego de la intervención del líder de La Cámpora, Andrés “Cuervo” Larroque, que replicó duramente los cuestionamientos de la oposición.

Larroque salió al cruce de todos conceptos con que la oposición denostó el proyecto oficial. “He leído sobre el socialismo utópico, he leído sobre el socialismo científico, pero nunca es escuchado hablar del narcosocialismo”, soltó para referirse a la detención del ex jefe policial del Santa Fe –la provincia que gobierna el socialismo– por sus vínculos con el narcotráfico.

En medio de la salida del recinto, los opositores tampoco escatimaron en descalificaciones. “Es un pendejo importante”, dijo el duhaldista Carlos Brown. “Es un provocador profesional y derechos humanos debe saber lo de un orangután y es una muestra de prepotencia y la arbitrariedad con que se maneja la juventud de la chequera”, agregó el radical Ricardo Gil Lavedra. “Es una torpeza y un estupidez”, agregó Felipe Solá, que sin embargo se quedó en el recinto para votar sobre el cierre de esta edición.

La propuesta que defendieron el kirchnerismo y sus aliados mantiene el voto como obligatorio para sortear los planteos de inconstitucionalidad, pero exime a los jóvenes de las sanciones que establece la ley electoral para aquellos que no pasen por el cuarto oscuro. En la práctica implica que votar antes de los 18 será optativo. La iniciativa oficialista había fraccionado a la oposición y provocado grietas el interior de varios bloques: la UCR iba a dividir sus votos a favor y en contra de la iniciativa y el FAP lo haría entre la abstención y el voto favorable. El peronismo disidente, el macrismo y la Coalición Cívica habían cerraron filas para rechazar el proyecto.

“Es así como se amplía la democracia con la que se constituirá la República: con instituciones que respondan al voto y la soberanía popular, no a las corporaciones de siempre, que se disfrazan de República, reservándose privilegios para ellas, para muy pocos, y no beneficiando la vida común de la totalidad de nuestro pueblo”, sostuvo Diana Conti, al abrir el debate como miembro informante del proyecto del bloque oficialista. “Ni oportunismo ni demagogia”, continuó Conti para afirmar que los jóvenes de las organizaciones kirchneristas y enumeró una por una a todas las organizaciones, irán “a la conquista de ese voto, pero no podemos hacerlo porque ustedes no tienen organizada su militancia para conquistar el voto juvenil y se niegan a ampliar un derecho político como el que estamos tratando”.

Las cartas ya estaban echadas. El oficialismo sabía que contaba con las manos suficientes como para convertir en ley el proyecto que habilita el derecho a voto de los jóvenes de 16 y 17 años. Desde distintas bancadas opositoras se defendieron con sus propios argumentos otros seis dictámenes de minoría, que dividió aguas en el arco opositor y hacia adentro de varios bloques.

El radical cordobés Mario Negri criticó “el atajo constitucional” que para la UCR significa el carácter opcional del proyecto, al que también calificó de “discriminatorio” y cuestionó –“por su carácter filosófico”– que se haya reemplazado en el Código Nacional Electoral la palabra ciudadano por elector. Hasta ese momento, el radicalismo había logrado mantenerse unido detrás de las críticas, pero no había unificado criterios para la votación. La mayoría de la bancada –empujada por sus organizaciones juveniles JR y Franja Morada– había optado por votar a favor del proyecto en general porque “no nos podemos estar en contra de la ampliación de derechos”.

El interbloque del Frente Amplio Progresista había pactado ayer en una reunión aceptar diferencias internas. La mayoría de los bloques del FAP –PS, GEN, el juecismo cordobés y Libres del Sur– se abstuvieron en la votación y repartieron sus oradores entre el socialismo y el Gen para expresar la voluntad mayoritaria de la alianza electoral. La Unidad Popular apoyó en general la iniciativa del oficialismo (presentó hace dos años un proyecto en el mismo sentido), pero declinó formular sus argumentos en el recinto.

Carrió se mostró como la más dura opositora al proyecto. “Este no es un aire democrático, ¿para qué meterlos? Este aire da asco”, dijo antes de soltar otro vaticinio apocalíptico: “Los vamos a introducir al mercado del voto y todos sabemos en lo que se ha transformado. ¿Qué van a ofrecer fuera y dentro de la escuela secundaria a cambio del voto? ¿Dinero? ¿Acaso droga?”, insistió la chaqueña y desató los silbidos de los jóvenes militantes que seguían la sesión desde las galerías del recinto de la Cámara baja.

Preocupado por reducir la lista de oradores, el kirchnerismo priorizó las intervenciones de sus jóvenes diputados para replicar los argumentos opositores. “El objetivo del proyecto es la ampliación de derechos y la participación popular, porque si no la democracia se vuelve burguesa”, arrancó Anabel Fernández Sagasti. La joven diputada e integrante de La Cámpora les espetó a los radicales que “cuando gobernaban Mendoza cerraban los colegios porque no le daban ni calefacción”, agregó que con el Pro “la batalla es ideológica porque margina a las mayorías” y que el FAP tendrá que responder a sus propios militantes juveniles: “Ahora pasarán a llamarse Frente Apolítica, porque abstenerse es negar a la política”.

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