Los alarmistas erraron... o macanearon adrede: TN no desapareció. Eso sí, se tuvo que mudar, cambiar su lugar en la grilla de Cablevisión (CV). Dos versos de un bello poema francés dicen que partir es morir un poco, es morir a lo que se ama. Exageración literaria, acaso. En esta historia no hay de-saparición ni muerte pero sí derrota. Mudarse es más derrota que fastidio para el Grupo Clarín, que defendió ese sitio como cuestión de honor o (lo que es más relevante para una corporación hegemónica) de poder.
Los cambios de grilla son un nuevo sometimiento del multimedios a la ley. Un hecho que podría haber sido burocrático o banal se transforma en una prueba de la autoridad del Estado y también del Gobierno.
La adecuación de la estructura del Grupo y el respeto a la grilla tienen una matriz común, que es la legalidad. Pero son dos cuestiones diferentes, eventualmente escindibles en la tensa negociación. Martín Sabbatella, titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), porfió en mantener las dos pulseadas juntas. Levantó dos reuniones con un representante de la empresa, Hernán Verdaguer, antes de que los mozos pudieran servir el café: se negaba a segmentar las tratativas. Tal como se informa en la nota principal, consiguió ese objetivo. Verdaguer, detalle pintoresco, es gerente de asuntos regulatorios del Grupo y también directivo de Certal. Esa organización, con peculiar filantropía, le pagó un costoso viaje internacional al camarista Francisco de las Carreras, antes de que éste emitiera un deplorable voto en el expediente de Clarín contra el Estado nacional.
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Lo que pudo ser y el socio Martínez: Cualquier análisis histórico o político se interna en lo contrafáctico. Imposible no hacerlo: todo pasado pudo ser mejor o peor pero es seguro que (en alguna medida) pudo ser distinto. ¿Valía la pena obstinarse tanto en cerrarles el espacio a Pakapaka, Telesur, Incaa TV o CN23, entre otros? ¿Qué hubiera pasado si Clarín se avenía a adecuarse antes (y acaso mejor) que ahora? No sucedió porque en el imaginario de su CEO, Héctor Magnetto, no estaban en juego ciertos resquicios en la grilla, sino el poder mismo. Es la política, pensó siempre, aunque pudo haber quien interpretó que exageraba. Sin ir más lejos, un socio llamado David Martínez: un poderoso empresario de origen mexicano que gusta alojarse frente al Central Park. El magnate un “amigo del poder” y por eso, entre otros motivos, se asoció a Clarín en Cablevisión, años ha.
Ya hemos contado que desde que se dictó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LdSCA), David se sorprendió ante ciertas obcecaciones de Magnetto. Así se lo expresó al CEO, a otros empresarios vinculados a comunicaciones, anche a funcionarios del Gobierno. “Deivid” tomaba en solfa la centralidad atribuida a un canal de dibujitos animados. Hasta impostaba confundir o no recordar su nombre (“¿Pala-Pala?”). Es un jugador avispado, su memoria no flaquea: no es que no entienda, es que no comparte. Su idea era evitar tensiones, máxime cuando se dispone de una grilla de decenas de señales.
Martínez, vía Fintech, está adquiriendo el control del paquete accionario de Telecom Argentina. Dicen que el precio es acomodado, acaso así sea. De cualquier modo, el empresario pone 960 millones de dólares lo que dista de ser una bicoca. Es un jugador fuerte, no un recién llegado ni su fortuna se acunó en la Argentina o en la década ganada. Respecto de CV su afán es adecuarse a la LdSCA de la mejor manera posible, para centrarse en los otros negocios. Hay una convergencia objetiva de intereses con el Gobierno pero es claro que el hombre no es un títere ni un improvisado.
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El 7 D también existe: El 5 de diciembre del año pasado Martínez presentó un sucedáneo de propuesta de adecuación ante la Afsca. No lo era en sentido legal estricto, porque no puede hacerla un socio minoritario.
Martínez “marcó la cancha”, emitió un mensaje a la Afsca y a Clarín. El grupo ignoró o minimizó la movida pero, tras el fallo de la Corte Suprema declarando la plena constitucionalidad de la ley, se “coló” en ella. El 7D existió, más allá de los negacionismos y a Clarín no le quedaba otra que plegarse a su socio si quería proponer un plan de adecuación en tiempo y forma. La necesidad tiene cara de hereje... o de Fintech, la empresa ad hoc de Martínez. Retrotraerse al 5D tuvo el agrio encanto de la necesidad.
Magnetto creyó que no llegaría nunca el tiempo de cumplir la norma. Se lo explicó a Martínez, él y otros representantes de Clarín lo detallaron en “la Embajada” como refieren los libros Argenleaks y Wiki Media Leaks.
Magnetto y sus allegados se ilusionaron con las elecciones de 2009, fabulando que el Gobierno arrugaría tras su resultado. El cálculo falló.
Se esperanzaron con la derrota de Cristina en 2011, revelando una gran miopía.
Pero, antes que nada, le ponían todas las fichas al fallo de la Corte. Dos días después de las elecciones del año pasado, Magnetto recibió una sorpresa arrolladora: una sentencia sistémica, ajustada a derecho. Martínez confidencia que no fue ésa la única mala nueva de la semana para el pope de Clarín: había depositado un “plan B” en el veredicto de las urnas. Si el oficialismo perdía sus relativas mayorías parlamentarias, confiaba en que el Congreso derogaría y reemplazaría la LdSCA. Como el propio oficialismo, Magnetto contó las bancas el domingo 27 y como todo observador no ciego registró que conservar el dominio del Congreso era un triunfo parcial aunque relevante del Gobierno. Sergio Massa, Hermes Binner, Julio Cobos, Gabriela Michetti, entre otros, celebraron a lo grande. En Clarín, la fiesta no fue completa, aunque se descontaba que la Corte se inclinaría ante su poder. En dos días el mundo cambió.
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Cada cosa en su lugar: La TV Pública se domiciliará en el número 11 de la grilla de CV. Estará con los canales de aire, entre los dos de mayor audiencia: Telefe y Canal 13. Eso no conllevará un desplazamiento arrollador de ratings o audiencias: apenas será prolijo y equitativo.
El proyecto de adecuación de Clarín, explicó Sabbatella, tiene pinta de cumplir con las reglas legales, Si así fuera, aun desmembrado parcialmente sería el mayor Grupo de medios de la Argentina, con pocos parangones en el mundo. Ser propietario de diarios y de la empresa productora de papel prensa acrecienta su poderío, aunque este aspecto es ajeno a la regulación de la LdSCA. Hay pocos casos similares en el planeta o tal vez ninguno.
La propuesta de Telefónica en relación con Telefe va camino de ser rechazada por la Afsca. El motivo central es la incompatibilidad entre ser titular de medios audiovisuales y concesionaria de un servicio público.
Telecentro, propiedad del Grupo Pierri, también deberá reducir el número de licencias: tiene demasiadas “extensiones”, según anticipan en torno de Sabbatella.
Comienza una tramitación trabajosa, forzosamente lenta. La enmarca un contexto nuevo, cualitativamente superior. El valor simbólico de los bienes en una disputa política excede al material, aunque lo incluya. Pakapaka es un trofeo porque Clarín así (no) lo quiso.
Del mismo modo, una sentencia que reconoce cuestiones elementales como el poder regulador del Estado o a la comunicación como un derecho público deviene un mojón histórico porque reformula relaciones de poder. Y coloca el interés común por encima del privado. Una bagatela conceptual en el siglo XXI si no mediaran las resistencias previas y las correlaciones de fuerzas. En la coyuntura es un cambio fundamental.
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Presente y futuro: Un dato dedicado a quienes creen (o pretenden hacer creer) que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner está en situación de retiro. La mandataria se reunió con Sabbatella tres veces en las últimas semanas y mantuvo, en su estilo, teléfono rojo. Esa agenda no se divulgó como no se hace con buena parte de las reuniones o paliques que mantiene Cristina con funcionarios o legisladores.
Tras pulsear firme, el Gobierno obtiene un avance que combina lo simbólico y lo material. La contienda con Clarín seguirá, con disparidades evidentes: los representantes políticos deben exponerse al veredicto popular cada dos años, los poderes fácticos funcionan en otra frecuencia. Clarín ha retrocedido, en buena ley. No es claro que eso lo haga menos peligroso.
La puja es dura y mucha, El oficialismo a menudo se enfrasca demasiado en ella y descuida todo lo que debe construirse mediante la LdSCA. Le quedan menos de dos años para incentivar el pluralismo, la apertura, la proliferación de nuevas voces y contenidos. Algo se consiguió, mucho empujaron comunicadores y actores de la sociedad civil. Mucho queda por hacerse y siempre hay tiempo, si hay voluntad. También es necesario mover al poder del Estado, lo que incluye distintas maneras de ayuda económica. El kirchnerismo entiende eso, cuando se lo propone.
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