Un luchador por los derechos humanos fue decisivo en la historia de las Abuelas de Plaza de Mayo. En 1982, Cruz Melchor Eya Nchama, de Guinea Ecuatorial, prestó su organización para que por primera vez el reclamo por los nietos robados pudiera ser oído en las Naciones Unidas.
Nchama era el líder del Movimiento Internacional para la Unión Fraternal entre las Razas y los Pueblos, reconocido por la ONU.
“Los representantes de la dictadura en Ginebra les prohibían a las Abuelas hablar como tales en la Comisión de Derechos Humanos y el Movimiento les dio un lugar”, recordó el embajador Alberto D’Alotto, actual representante argentino ante los organismos internacionales en Ginebra. D’Alo-tto estaba entonces exiliado en París. Con la democracia recuperada ingresó en la carrera diplomática y llegó a ser vicecanciller con el actual ministro Héctor Timerman.
El 6 de junio último, Nchama fue condecorado con la Orden de Mayo.
“Gracias a su activismo, Cruz Melchor logró llevar la voz de las Abuelas de Plaza de Mayo ante la Comisión de Derechos Humanos, antecesora del actual Consejo de Derechos Humanos”, dijo Timerman en la ceremonia de condecoración. “De esta manera sumó su nombre al de otros que participaron desde el interior mismo de las Naciones Unidas en sus esfuerzos de lucha contra las violaciones sistemáticas de los derechos humanos en nuestro país.”
Nacido en 1945, Nchama fue siempre tan activo en la denuncia histórica del esclavismo como en la lucha contra la ablación genital de mujeres en Africa.
La relación entre los movimientos antirracistas y otros movimientos es una tradición en la historia de la lucha por los derechos humanos.
En 1957 Martin Luther King formó la Conferencia de Líderes Negros del Sur sobre el Transporte e Integración No Violenta para pelear contra la segregación en el transporte público, y en 1960 la masonería de Atlanta le dio cobijo en el Templo Prince Hall. Desde allí lideró el movimiento hasta que lo asesinaron en 1968.
Antes del acto solidario de Nchama, “el primer precedente es la denuncia de Chicha Mariani a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 1977 por la desaparición de su nieta, Clara Anahí Mariani”, relató a Página/12 el ex canciller y actual legislador Jorge Taiana. “Si bien esta denuncia tuvo gran importancia para el futuro de la búsqueda de los nietos y nietas apropiados, en esa época no alcanzó repercusión externa. Pero al año siguiente, la CIDH se pronunció sobre el caso de Clara Anahí Mariani (Resolución sobre el Caso 2553) y condenó al Estado argentino como responsable por la violación del derecho a la libertad, la seguridad y la integridad, le solicitó la devolución de la niña Clara Anahí a su familia. Este importante precedente dio a la desaparición de nietos una comprobación internacional y una relevancia que incrementó el interés y la difusión.”
Las Abuelas sensibilizaron también a muchas fuerzas políticas de Europa. Donato Di Santo conoció a Estela Carlotto cuando era un militante interesado en América latina dentro del entonces Partido Comunista Italiano, hoy Partido Democrático. “El tema de los chicos robados salió a la luz masivamente en Europa después de la caída de las dictaduras”, dijo desde Roma ante la consulta de Página/12. “Pero yo me enteré del tema antes, por boca de la propia Estela.”
Agregó Di Santo que “los de-saparecidos, en Italia, causaron en los partidos políticos una tremenda impresión, una tremenda angustia, un tremendo rechazo”. Y explicó: “Hasta se crea una suerte de neologismo. En italiano la palabra desaparecido no existe. La traducción literal sería scomparso. Pero, en realidad, todos utilizan el término ‘desaparecidos’. Entró en el idioma italiano”.
Daniel Filmus, ex ministro de Educación, ex senador y actual secretario sobre Malvinas en la Cancillería, recomendó no olvidar la fecha del 22 de octubre de 1977, cuando se creó la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo. “Después de iniciar su búsqueda en soledad, porque el miedo instalado en la sociedad condicionaba la actitud hacia las familias directamente afectadas en la etapa más dura de la represión ilegal ejercida por la última dictadura militar, una mujer se apartó de la ronda que realizaban las Madres de Plaza de Mayo y preguntó: ‘¿Quién está buscando a su nieto, o tiene a su hija o nuera embarazada?’. Una a una fueron saliendo. En ese momento, 12 madres comprendieron que debían organizarse para buscar a los hijos de sus hijos secuestrados por la dictadura. En principio se bautizaron como Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos y más tarde adoptaron el nombre con que el periodismo internacional las llamaba: Abuelas de Plaza de Mayo.”
La historia a la que alude Filmus incluye a las dos primeras presidentas de la organización: Licha Zubasnabar de la Cuadra y María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha.
“Las Abuelas se pusieron a preparar un documento con los casos de niños desaparecidos y mujeres embarazadas para entregarle a Cyrus Vance, secretario de Estado de los Estados Unidos, cuya visita a la Argentina estaba prevista para noviembre de 1977”, historió Filmus.
El 20 de enero de ese año había asumido el demócrata James Carter. “La administración de Carter mostraba interés por esclarecer las violaciones a los derechos humanos perpetradas por la dictadura”, dijo Filmus. “Vance concurrió a un acto y las mujeres lograron atravesar la seguridad y entregarle el documento.”
En Buenos Aires ya era clave el papel del entonces consejero político Tex Harris. Llegó a la Argentina en junio de 1977 a los 38 años para encargarse de tres temas, dos oficiales y uno extraoficial: el Beagle, las Malvinas y los proyectos nucleares secretos de la dictadura. Pero muy pronto se hizo cargo de las denuncias por violaciones a los derechos humanos. Abrió las puertas de la embajada de los Estados Unidos y construyó un fichero con los casos que todos los días le denunciaban los familiares de los secuestrados. Antes de la constitución de Abuelas, ya tenía indicios sobre el robo de chicos pero no pruebas porque la clandestinidad del Estado argentino dificultaba la obtención de datos. Sin embargo, muy pronto, por la información de abuelos y abuelas, supo que había niños robados.
Harris, que aún sigue muy activo y también fue condecorado por el gobierno argentino como Nchama, relaciona a Estela de Carlotto con un hecho importante ocurrido en plena democracia. En el 2000, con el apoyo del entonces canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, la presidenta de Abuelas pidió desclasificar datos de los archivos norteamericanos. Elevó la petición a la entonces secretaria de Estado, la demócrata Madeleine Albright.
“Comparto la angustia por un tema que no puede darse así nomás por terminado”, fue la frase exacta que usó Albright durante una visita a la Argentina. El tema eran los desaparecidos.
“Queremos pedirle que su palabra sirva para que el gobierno argentino ponga esfuerzos para que se esclarezca el genocidio, aunque el jefe del Ejército lo desconozca y pretenda interrumpir los procesos judiciales y el poder político no le ponga freno”, dijo Estela. Fue entonces cuando la secretaria de Estado habló de los desaparecidos y prometió ocuparse de la desclasificación de nuevos documentos para que sean accesibles al público.
“Responderemos al pedido”, dijo mirando a Carlotto y a Carmen Lapacó, de Madres Línea Fundadora. “No sé qué información existe en el Departamento de Estado, pero al volver haré un esfuerzo por contestarles. Por razones humanitarias (recuerden que soy ambas cosas: madre y abuela) entiendo el planteo y quiero resolverlo. Y también se lo voy a contar a Hillary Clinton, de quien soy amiga.”
“Madeleine cumplió y el gobierno empezó una gigantesca desclasificación que ayudó muchísimo a las investigaciones en toda América latina”, dijo Harris.
En el 2000 las Abuelas ya llevaban más de veinte años viajando y haciendo contactos en todo el mundo. “En la ONU, en Amnistía Internacional, en la OEA”, dijo Filmus. “En todos lados. Nunca se cansaron.”
Para D’Alotto, “la cuestión de los desaparecidos es un triste privilegio argentino que irrumpió como un fenómeno gravísimo de violación a los derechos humanos en la Comisión de Derechos Humanos también en 1980, con la creación del Grupo de Trabajo sobre desapariciones forzadas de Naciones Unidas”. El grupo fue el encargado de investigar los secuestros.
“Ciertamente el delito se había cometido en otros lugares en América latina, pero por la masividad que tuvo en nuestro país tenía una impronta indudablemente argentina”, dijo D’Alotto.
Leandro Despouy, que también estuvo exiliado, luego fue encargado del área Derechos Humanos en tiempos de Alfonsín y hoy preside la Auditoría General de la Nación, dijo que “ya para la campaña contra la dictadura durante el Mundial del ’78 estaba instalada en el exterior la conciencia de que las tétricas desapariciones de personas incluían algo más siniestro todavía, como el robo y apropiación de las criaturas por parte de los propios represores”.
“También lograron repercusión en Brasil, donde el Comité de Defensa de los Derechos Humanos para los Países del Cono Sur (Clamor), dependiente del Arzobispado de San Pablo dirigido por el cardenal Paulo Evaristo Arns, instrumentó acciones concretas frente a la violación de derechos humanos en la región”, recordó Taiana.
El ex canciller 2005-2010 indicó que con ayuda de Amnistía Internacional las Abuelas impulsaron “un petitorio internacional firmado por miles de personas así como por personalidades como Simone de Beauvoir, Costa Gavras y Eugene Ionesco, y tras estas acciones, numerosas organizaciones comenzaron a difundir información sobre la situación de los niños desaparecidos”.
Precisó Taiana que el 31 de julio de 1979, Clamor, con la colaboración de las Abuelas de Plaza de Mayo, identificó a los primeros niños desaparecidos, Anatole y Victoria Julien Grisonas, “quienes habían sido abandonados en una plaza de Valparaíso y adoptados de buena fe por una familia chilena”. Las Abuelas se reunieron con la familia adoptiva “y aceptaron que los niños permanecieran con sus padres adoptivos en estrecho contacto con su familia biológica”.
En 1979 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos realizó su visita de inspección a la Argentina, “durante la cual recibió más de cinco mil denuncias sobre violaciones a los derechos humanos perpetradas en el marco de la dictadura militar”. Taiana sostiene que “gracias a la visita de la Comisión y las denuncias, el tema de los nietos y nietas apropiados, adquiere particular relevancia, y luego, en su informe sobre la visita in loco, aprobado y publicado en 1980 la CIDH se pronunció nuevamente sobre el tema”.
Taiana subrayó que “durante el período de transición y retorno a la democracia, el informe de la Conadep y el Juicio a las Juntas marcaron hitos en la comprensión colectiva de la dimensión y el impacto del terrorismo de Estado y la comisión de los crímenes de desaparición forzada y apropiación de menores recién nacidos”. Y agregó: “El informe y el Juicio tuvieron un impacto decisivo, tanto en la Argentina como en América latina y el resto del mundo. La posterior sanción de las leyes y decretos de impunidad impidió la investigación judicial de los crímenes perpetrados, pero la labor de los organismos de derechos humanos continuó y se fortaleció gracias al apoyo social, al desarrollo de los juicios de la verdad y a la utilización de los mecanismos de protección internacional de los derechos humanos, en particular la CIDH y el Grupo de Trabajo sobre De- saparición Forzada de la ONU”.
Para Despouy, “el gran despliegue internacional de las Abuelas se redobló después de 1983, y el tema tuvo un impacto asombroso y creciente, al extremo de que Abuelas es hoy una de las organizaciones de derechos humanos más conocidas en el mundo y quizá con más posibilidades de alcanzar el Nobel de la Paz”.
D’Alotto recordó que “al restablecerse la democracia se inició un proceso de cooperación con los organismos internacionales y específicamente la temática de los niños apropiados impactó profundamente”.
“Por iniciativa de las Abuelas, el gobierno del presidente Raúl Alfonsín impulsó la inclusión del derecho a la identidad en la Convención sobre los Derechos del Niño”, dijo el actual embajador ante los organismos con sede en Ginebra.
El artículo 7 de la Convención indica que “el niño será inscripto inmediatamente después de su nacimiento y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos”.
El artículo 8 expresa que “los Estados Partes se comprometen a respetar el derecho del niño a preservar su identidad, incluidos la nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares”.
“El trabajo de Abuelas ayudó mucho a la democracia naciente”, contó Despouy. “Cuando se elaboraba la Convención de la ONU de Derechos del Niño y propusimos la inclusión del derecho de los niños privados fraudulentamente de su identidad de recuperarla e ir con su familia de sangre, al principio hubo un enorme rechazo. Pero fueron la presencia y el testimonio de las Abuelas los que permitieron la inclusión de ese derecho en el célebre artículo 8 de la Convención. Fue una contribución para el mundo.”
Como la Convención, los instrumentos internacionales fueron ratificándose paso a paso. En 2006 la ONU aprobó la Convención de Naciones Unidas contra las Desapariciones Forzadas de Personas. D’Alotto la definió como “un antiguo anhelo de los familiares de desaparecidos que pudo concretarse por la acción diplomática del gobierno del presidente Néstor Kirchner con el firme apoyo de Francia, Suiza, Japón y Marruecos entre otros, y que hoy forma parte del conjunto de instrumentos internacionales de derechos humanos de cumplimiento obligatorio”. El Gobierno también impulsó “la consagración internacional del derecho a la verdad para las víctimas de violaciones a los derechos humanos”.
En los últimos días Evo Morales fue uno de los primeros presidentes que saludaron a Estela de Carlotto por su nieto. También en América latina las Abuelas se convirtieron en una referencia. El brasileño Joaquim Palhares, editor de la influyente web Carta Maior, contó que tanto las Madres como las Abuelas “rápidamente hallaron eco en la región, pero no sólo de manera simbólica, sino también de modo práctico, estimulando articulaciones políticas y redes de apoyo y solidaridad”. En opinión de Palhares, el impacto que provocaron Madres y Abuelas “fue muy importante en el proceso de salida de la dictadura y la recuperación gradual de la democracia”.
De ese momento en adelante, Palhares opina que lo más importante fue “la ejemplaridad”. Así lo explicó a Página/12: “Hasta hoy, la movilización argentina en defensa del rescate de la identidad y la memoria es un ejemplo para los demás países de la región que también vivieron experiencias autoritarias. Cada dictadura tuvo sus particularidades, pero todas se destacaron por el rasgo común de violar la democracia y los derechos humanos. En la Argentina ese proceso llegó a límites increíbles y la reacción contra el pasado nos sigue inspirando. Tenemos mucho que aprender de la resistencia argentina. En lo que se refiere exclusivamente a Brasil, existe una enorme diferencia en la forma en que los dos países enfrentaron la cuestión militar. Brasil no hizo una transición y por eso seguimos sufriendo las consecuencias de ese equívoco terrible. La Comisión de la Verdad no tiene fuerza política. Los archivos de la dictadura siguen cerrados y no hay movilización del Partido de los Trabajadores, de la izquierda y de la sociedad brasileña para reclamar el debido respeto a los derechos humanos”.
En 1988, Sting hizo subir a las Madres y las Abuelas al escenario en un estadio de River colmado. En su última gira por la Argentina, en 2012, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina les dedicaron un recital a Estela de Carlotto y a las Abuelas. En la Copa del Mundo de Sudáfrica, Estela viajó y la Selección apoyó la difusión de la causa de Abuelas poniendo el cuerpo, o sea la cara, en un objetivo que no sólo encuentra pocas resistencias sino, al contrario, mucho consenso.
¿Ese consenso sirve para que el tema se consolide como parte de la política exterior del Estado argentino? “Sin duda”, opinó D’Alotto. “La cooperación de las Abuelas y la difusión de su lucha ayuda al objetivo argentino de fortalecer las instituciones internacionales de protección de los derechos humanos.”
Palhares coincide en que el tema es parte de la política mundial. “Lo es desde que la represión tuvo un carácter internacional con la Operación Cóndor, que articuló a los órganos represores de varios países. Es una historia conocida, pero creo que aún queda mucho por investigar y por contar. Y en segundo lugar la lucha de Abuelas sirve de inspiración para construir políticas de derechos humanos en el ámbito del Mercosur y de la Unión de Naciones Suramericanas. Sería una integración para el bien (la Operación Cóndor fue una integración para el mal), dirigida a la protección y promoción de los derechos humanos a nivel regional.”
“El reconocimiento internacional del genocidio cometido en la Argentina, y especialmente en el continente, también aumentó notoriamente luego de que en 1981 las Abuelas participaron de la Asamblea General de la OEA en Washington y asistieron a los congresos de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos, de la cual fueron fundadoras, en Costa Rica y en Venezuela en noviembre”, señaló Filmus.
Di Santo, que además de dirigente partidario fue vicencanciller de su país para América latina, no vaciló en nombrar el propio caso italiano al analizar la influencia global de Abuelas. “El hecho de que el gobierno de Italia se haya declarado parte querellante en el juicio por los desaparecidos de origen italiano fue también gracias a la influencia humana e intelectual de ellas. Es importante que tanto el ex ministro de Relaciones Exteriores Massimo D’Alema como la ministra actual, Federica Mogherini, sean amigos personales de Estela.”
Las Abuelas aún no ganaron el Nobel pero sí otros premios. En la Unesco, la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura, la Argentina las presentó como candidatas al Premio Fomento de la Paz Félix Houphouét-Boigny, que ganaron en 2011. Como miembro del Consejo Ejecutivo de la Unesco, Filmus presentó a las Abuelas para el premio junto con el embajador en el organismo, el pianista Miguel Angel Estrella. “El premio tiene por objeto rendir homenaje a las personas, instituciones u organismos que han contribuido significativamente a fomentar, buscar, salvaguardar o mantener la paz según los principios de la Carta de las Naciones Unidas y la Constitución de la Unesco”, dijo Filmus. “Entre los galardonados anteriormente figuran Nelson Mandela; Yitzhak Rabin, Shimon Peres y Yasser Arafat; el presidente de Senegal, Abdoulaye Wade; el ex presidente de Finlandia Martti Ahtisaari; y el ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva.”
En abril de 2008, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró el jardín Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, a orillas del río Sena.
“La Argentina también impulsó la adopción de una serie de resoluciones sobre el derecho a la verdad en el marco del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y patrocinó la creación del mandato del Relator Especial de Naciones Unidas para la Promoción de la Verdad, la Justicia, la Reparación y las Garantías de No Repetición, quien comenzó con sus labores en mayo de 2012”, dijo Taiana. También recordó que el país “impulsó instrumentos específicamente relacionados con el derecho a la identidad y la labor de Abuelas de Plaza de Mayo. Concretamente, las Resoluciones adoptadas por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas sobre Genética y Derechos Humanos”. Aún queda pendiente aprobar “un proyecto de manual sobre el empleo de la genética en el esclarecimiento de graves violaciones a los derechos humanos con destino a la comunidad internacional, con base en la experiencia acumulada en el marco de los casos argentinos”. Uno de los ejemplos sería “la alta formación y vasta experiencia del Equipo Argentino de Antropología Forense –fundado hace 30 años para esclarecer la identidad de víctimas desaparición forzada y ejecuciones extrajudiciales–, que participa de numerosas misiones tanto de capacitación como de investigación en todo el mundo”.
“Ya antes de la restitución de la identidad de su nieto, Estela tenía previsto participar en Ginebra en un evento sobre el derecho a la verdad que organiza la Misión Argentina en Ginebra”, informó D’Alotto. “A la luz de lo ocurrido con la reaparición de su nieto adquiere una nueva dimensión y producirá obviamente un fuerte impacto internacional.”
“La lucha de Abuelas fue y es parte de nuestra política exterior porque hace a la credibilidad de nuestro país y de nuestra democracia”, dijo Despouy a Página/12. “Y la recuperación de cada nieto nos fortalece.”
En opinión de Taiana, “la promoción y protección de los derechos humanos a nivel internacional se convirtió en una política de Estado y parte de la identidad de la Argentina como miembro de la comunidad internacional, junto a la defensa de la democracia como forma de gobierno, y la paz y el multilateralismo en las relaciones entre Estados”.
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