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El país|Jueves, 22 de enero de 2015
Diego Lagomarsino, el hombre que le prestó su arma a Nisman, explica los motivos que le dio el fiscal para pedírsela

“Me contó que Stiuso le dijo que se cuidara”

A través de una jueza, hizo llegar su versión a Página/12. Asegura que Nisman le dijo que “el día anterior lo había llamado Stiuso”, cuyo nombre aparece así por primera vez señalado por un protagonista directo.

Por Raúl Kollmann
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Diego Lagomarsino asegura que fue el sábado al departamento de Alberto Nisman para darle el arma que el fiscal le había pedido.

El último hombre que vio con vida a Alberto Nisman, Diego Lagomarsino, se conectó a través de otra persona –una magistrada– con Página/12. “No soy un agente de Inteligencia, no tengo nada que ver ni jamás conocí a Jaime Stiuso”, mandó a decir. El técnico informático relató que el sábado lo llamó Nisman y le pidió la pistola prestada: “Me dijo que era por seguridad. Que el día anterior lo había llamado Stiuso y le dijo que se cuidara de la custodia y que, además, tuviera precaución con la seguridad de sus hijas”. Lagomarsino llegó a la torre Le Parc de Puerto Madero, lugar al que iba habitualmente; la guardia consultó al fiscal, éste lo hizo pasar y no hubo revisación de ningún tipo. Hoy en día, recapitulando lo sucedido, asegura que siente culpa porque en ese momento no se le ocurrió pensar que no debió prestarle una pistola a alguien en esa situación de presión.

La versión de Lagomarsino fue transmitida a este diario a través de una jueza amiga desde hace años de la familia del técnico informático. “Es un pibe joven, casado y con hijas chicas. Tiene mucho trabajo: le decimos ‘Cerebrito’, porque arregla todos los problemas en las computadoras. Yo le creo”, sostiene la jueza. Como es obvio, este diario no tiene elementos para creer o descreer de la versión del técnico informático.

Si fuese cierta la versión que transmite Lagomarsino a Página/12, por primera vez aparece nombrado directamente Antonio Stiuso en relación con los hechos de la última semana. El ex director de Contrainteligencia de la Secretaría de Inteligencia, despedido en diciembre pasado cuando la Presidenta decidió cambiar la cúpula del organismo, mantuvo en los últimos años una estrecha relación con el fiscal Nisman, que el juez Rodolfo Canicoba Corral definió la semana pasada como de subordinación del funcionario judicial al de los servicios de inteligencia. Desde la presentación de la insólita denuncia del fiscal, en la Justicia todos vieron la mano del espía en la iniciativa, como una forma de venganza por su despido, y señalaron a Stiuso como posible responsable del abrupto regreso de Nisman de sus vacaciones para presentar al día siguiente su escrito. Pero la versión de Lagomarsino lo coloca en estrecha relación con el fiscal hasta el último momento.

Página/12 se asentó en hechos objetivos que convierten a Lagomarsino en un personaje extraño pero protagonista esencial en la historia de la muerte del fiscal:

- Es el último que lo vio con vida.

- Le facilitó la pistola de la que salió el disparo que le produjo la muerte. En eso no hay dudas: el plomo encontrado en el cráneo del fiscal se corresponde con la vaina encontrada en el baño y esa vaina salió de la pistola Bersa, calibre 22.

- Tenía un contrato altísimo en la fiscalía, de 40 mil pesos por mes. Los fiscales consultados por este diario se sorprendieron con semejante cifra: “Por esa plata, ese contrato no es lo que parece ser”, afirmaron.

- Iba pocas veces a la fiscalía.

- En la mayor parte de las ocasiones, se veía con el fiscal en su vivienda, últimamente en el edificio Le Parc.

La versión de Lagomarsino, según lo manifestó la jueza que habló con este periodista, es que en la Unidad Especial AMIA había otros contratos altos, del mismo valor. Lagomarsino asegura que se dedicaba a copiar y desbloquear archivos y que realizaba backups de archivos que le pedía Nisman.

–¿No es una cifra desmesurada para ese trabajo?

–Diego dice que a veces el fiscal lo citaba a la una de la mañana de un sábado. Que debía estar listo todo el tiempo. Es cierto que iba poco a la fiscalía. El afirma que la mayor parte del trabajo lo hacía de forma remota: le mandaban los archivos y él los desbloqueaba o copiaba o hacía los backups. Diego dice que nunca conoció el contenido de esos archivos.

–¿Y cómo consiguió ese trabajo tan bien remunerado?

–Un juez de San Isidro tenía problemas en la computadora de su casa y recurrió a Diego. Como siempre suele suceder, Diego arregló los problemas. Le aseguro que es un tipo genial. Nisman también tuvo problemas en la computadora y este juez se lo recomendó. Así empezó la relación. Después Nisman le preguntó si no quería un contrato en la fiscalía. El no era monotributista sino responsable inscripto. Diego dice que en la Unidad AMIA había otros contratos de ese nivel.

Consultados por Página/12, en la procuración insisten con que semejante contrato es de lejos el más alto en la Unidad AMIA, que manejaba el fiscal Nisman, y en todas las fiscalías en general. Destacan que, en el momento de su inicio, Lagomarsino sólo tenía el secundario completo.

–¿Cómo fué que le prestó el arma?

–Diego cuenta que Nisman lo llamó por teléfono y, como declaró ante la fiscal, le pidió prestada el arma. Le dijo en esa conversación que Stiuso lo había llamado el viernes y le había dicho que debía tener cuidado. Que desconfiara de su custodia y que les pusiera seguridad a sus hijas. Eso es lo que le contó Nisman a Diego para justificar que le pedía el arma. Hoy en día, Diego llora todo el día. Está destruido y se siente culpable.

–¿Por qué?

–Básicamente porque no pensó en ese momento. Se pregunta cómo no se dio cuenta de que Nisman debía tener facilidad para conseguir un arma y no evaluó por qué se la pedía a él. También piensa ahora que era raro que le pidiera algo por seguridad cuando tenía semejante custodia. Pero, claro, Stiuso supuestamente le había recomendado que desconfiara de los custodios. Aun así, se pasa el día llorando. Hoy en día, cree que Nisman tenía tomada la decisión (de suicidarse) el sábado a la noche cuando Diego le llevó la pistola.

–¿Tiene miedo?

–Diría, más que todo, angustia. Se pasa el día llorando. Cuando se enteró a la mañana temprano del lunes, pidió consejo a otro juez, porque no me encontró a mí. Ese juez le aconsejó presentarse de inmediato. Fue solo a declarar el lunes a las 9 de la mañana. Estaban la fiscal Fein y el juez Manuel de Campos. Diego lloró durante toda la declaración.

–¿Usted sabe cuál era la relación de Lagomarsino con el fiscal?

–No en detalle. Diego siempre dijo que tenía una relación de confianza, pero que siempre el fiscal le hacía sentir que él era el jefe. Quizás dé una pauta que, en los últimos meses, Nisman contó que había dejado terapia y que había optado por respaldarse en El Arte de Vivir (nombre del grupo de autoconocimiento, yoga y meditación fundado por el gurú Sri Sri Ravi Shankar, nacido en India).

–¿Cómo fue el último encuentro, cuando le entregó el arma?

–Diego contó que no fue muy largo. Como era habitual, lo hizo entrar por la puerta de servicio. Nisman estaba solo en el departamento y lo invitó a tomar un café. Le llamó la atención que se lo tuvo que preparar él mismo. Estuvieron sentados en la mesa y Diego dice que lo vio tranquilo. Al ratito se fue, pero esta vez por la puerta principal, algo que no era usual. También recuerda que la despedida fue sin darse la mano porque justo se abrió el ascensor, donde había unas mujeres, y no le dio tiempo.

–¿Relató algún encuentro anterior?

–Creo que dijo que el anterior fue justo el día en que el fiscal iba a hacer la denuncia, el 13. Y ese día le llamó la atención una frase de Nisman: “Yo esto lo tengo que hacer, no tengo alternativa”.

Los investigadores consideran que Lagomarsino no tuvo relación directa con la muerte de Nisman en el sentido de que no estaba en el edificio cuando la autopsia fija el horario de la muerte, entre las 14 y las 15 del domingo. El técnico informático fue a entregarle el arma a las 20 del sábado y se retiró del edificio un rato más tarde. Su ingreso y egreso quedaron registrados en la guardia. Su participación, por lo menos en lo que hasta ahora hay en la causa, consistió en prestarle la pistola. Esa es la razón por la que la fiscal Fein no lo acusa de ningún delito.

Tras su declaración del lunes, Lagomarsino le prometió a la fiscal que no hablaría con los medios, razón por la cual no fue posible dialogar con él en forma directa. Sin embargo, recurrió a una magistrada conocida de su familia, para salir al cruce de la versión del martes que le adjudicaba un posible vínculo con algún servicio de inteligencia. En la procuración ayer le entregaron a la fiscal los detalles de los contratos sucesivos que firmó, pero más allá de eso, no tienen datos, porque Lagomarsino dependía directamente de Nisman.

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