“El Gobierno nunca cortó el teléfono y no va a levantarlo porque está levantado desde siempre, esperando que del otro lado contesten”, fue lo primero que dijo el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, cuando todavía corrían las primeras horas del paro convocado por la Confederación Argentina de los Trabajadores del Transporte (CATT), la CGT moyanista, la de Luis Barrionuevo y la CTA del estatal Pablo Micheli. Después de los piquetes en los accesos a la ciudad de Buenos Aires, el camionero Hugo Moyano dijo que la medida de fuerza tenía “una adhesión muy importante, lo que demuestra una disconformidad con la política que aplica el Gobierno con los trabajadores”.
“Con 17 mil pesos no alcanza para vivir con dignidad. Vamos a seguir aplicando las medidas que sean necesarias para preservar las reivindicaciones de los trabajadores”, aseguró Moyano en la conferencia de prensa que armó junto a los dirigentes sindicales opositores aliados en la sede de la CGT, en el edificio Azopardo. Había pasado ya más de la mitad de la jornada de la medida y los sindicalistas se mostraban optimistas por los resultados. En contraste, nuevamente los piquetes y bloqueos en los ingresos a la Capital fueron la tónica que marcaron el día y la ausencia de trabajadores en sus puestos de trabajo. Apenas despuntaba la mañana el jefe de Gabinete ya había reiterado que se trataba de un “paro político, con objetivos poco claros para generar confusión en un momento determinado y no aporta absolutamente nada e impide a la mayoría ir a trabajar”.
La idea de una nueva medida de fuerza fue anunciada por la CATT a mediados de mayo, cuando Schmid informó que la organización que presidía había decidido una medida para “la primera semana de junio”. Transformada en el ariete de Moyano para bajar el perfil “personalista” del que acusaban al camionero cuando rompió la CGT, los gremios del transporte llevaron la propuesta al consejo directivo de la CGT Azopardo, que finalmente le puso la fecha. Luego se sumaron la CTA de Micheli, aliada al moyanismo, y los partidos de izquierda que sumaron su fuerza en la calle acompañando la medida con piquetes.
“Este paro demuestra claramente, gracias a su contundencia, que hay disconformidad con las políticas que aplica el gobierno nacional sobre los trabajadores”, sostuvo Moyano en la CGT. Ya habían pasado los cortes que la izquierda y algunas organizaciones sociales habían implementado en distintos lugares. Los ingresos a la ciudad habían sido obturados hasta pasadas las 9.30, cuando los manifestantes se retiraron para confluir en una movilización hacia el Ministerio de Trabajo.
“El paro fue un contundente fracaso. Es un paro descontextualizado, que tiene que ver con un paro partidario vinculado a un proceso electoral”, señaló el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, haciendo foco en los dirigentes que encabezaron la protesta. Moyano y sus aliados se pelearon con el Gobierno en el 2011, después de apoyar ocho años al kirchnerismo. En la conferencia de prensa en la CGT se pudo ver a Luis Barrionuevo, que declaró públicamente que “negociaba con los militares” –generando una polémica incluso dentro de la cúpula cegetista opositora (ver aparte), y a quien Tomada vinculó con Massa–, al titular de la Uatre, Gerónimo Venegas, reciente aliado de Mauricio Macri, y a Micheli, quien anunció su posible candidatura a diputado nacional en la lista de Margarita Stolbizer. “Sólo el veinte por ciento de los trabajadores no concurrió a su lugar de trabajo. Claramente esto no fue un paro general”, agregó el titular de la cartera de Trabajo.
“Todas las revoluciones las hicieron personas que ganaban más, así pasó el Cordobazo”, fue una de las definiciones que soltó Moyano en la conferencia de prensa que dieron los dirigentes aliados en el paro de ayer. Sin dejar de lado la analogía entre la revuelta popular contra una dictadura militar en 1969 y la medida de fuerza que el sindicalismo opositor concretó ayer contra un gobierno democrático, Moyano explicó que “algunos piensan que los dirigentes decidimos por nosotros mismos, pero no es así, los dirigentes interpretamos a los trabajadores”. Luego apuntó que “cuando le pongan un techo a la inflación, los trabajadores le pondremos un techo a las paritarias”.
Durante la jornada, el Gobierno cerró su análisis de la medida en tiempos electorales. El ministro de Economía, Axel Kicillof, también apuntó contra la protesta al sostener que fue “un acto político en pleno proceso electoral. Y no es general, es de transporte”. También se sumó a las críticas el gobernador bonaerense, uno de los precandidatos presidenciales del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, al calificar como “un día triste y amargo” por el paro porque “no deben anteponerse cuestiones políticas sobre el interés nacional” y advirtió que “Argentina necesita responsabilidad social”. El ministro de Transporte y también precandidato a la Presidencia por el FpV, Florencio Randazzo, publicó en las redes sociales que “los dirigentes sindicales opositores decretaron la prisión domiciliaria de millones de argentinos. Vengo diciendo que hay dirigentes sindicales que son parte del problema, no de la solución”, todavía con el choque frontal en Temperley de un tren con una locomotora entre ceja y ceja, un día antes de la presentación de las formaciones 0 km de la línea Roca.
Entre las definiciones realizadas por los sindicalistas durante la jornada del paro, Schmid, titular de la CATT y líder del gremio de Dragado y Balizamiento, dejó una advertencia: “El paro se da ahora, pero será una fuerte señal hacia adelante entre quienes tengan que administrar y vean cuál es la capacidad y la posibilidad de acuerdos en la futura gestión”.
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