Frente a la cuarta insistencia de la querella de Sandra Arroyo Salgado y también de la propia jueza Fabiana Palmaghini, la fiscal Viviana Fein analiza ordenar un estudio destinado a reproducir el disparo que determinó la muerte de Alberto Nisman. Este tipo de pericia se realiza con el arma original y el objetivo es establecer si queda fulminante en las manos. El barrido electrónico había dado dos veces negativo: es decir, que no había rastros de bario, antimonio y plomo en las manos del fiscal. Ninguno de los dos tipos de prueba es certera. Mientras tanto, los nuevos abogados de la ex esposa de Nisman se llevaron copias de los treinta cuerpos del expediente y la Defensoría General de la Nación decidió retirarle la representación a la madre del fiscal, Sara Garfunkel, que deberá pagarse un letrado.
En un comienzo, Arroyo Salgado y Garfunkel fueron querellantes de manera conjunta con la representación de la Defensoría General, una designación que fue polémica porque no es habitual que este organismo actúe como acusador y cuando lo hace es para asistir a personas que no tienen suficientes recursos para pagar un abogado. En este caso, se consideró que las hijas adolescentes de Nisman se encontraban bajo cierta vulnerabilidad. Pero la semana pasada Arroyo decidió cambiar de abogados y contratar al estudio de Juan Pablo Vigliero, Manuel Romero Victorica (sobrino del ex fiscal Juan Martín Romero Victorica) y Federico Casal. Así, dejó a Garfunkel de lado, lo que puso al descubierto que era una sociedad incompatible la de ellas, ya desde que vinculó a su ex suegra con la cuenta dudosa en el Banco Merrill Lynch de Estados Unidos y con negocios familiares. Por esa cuenta y una gran cantidad de inversiones, Garfunkel está imputada en una causa por presunto lavado de dinero. Como en esa causa sí tiene abogados particulares (al estudio Litvak) y las hijas de Nisman quedaron bajo el ala de su madre, la defensoría sostuvo que no cabía seguir dándole la asistencia gratuita.
Esta situación de recambio de abogados inevitablemente traerá nuevas demoras en la investigación, en momentos en que parecía encaminarse hacia una definición, con la mayoría de los peritajes ya resueltos, en especial el estudio forense y el criminalístico, que arrojaron conclusiones orientadas a descartar un homicidio. Pero a esta cuestión burocrática se sumarán ahora algunas medidas que habían sido sugeridas tanto por la jueza Palmaghini como reclamadas por Arroyo Salgado, según explicaron a Página/12 fuentes con acceso a la causa. La prueba de reproducción del disparo mortal es algo que nunca se hizo. Hubo dos barridos electrónicos que estudiaron los restos de deflagración en las manos del fiscal. En ambos casos no se encontraron restos de bario, antimonio y plomo. Si hubiera dado positivo, ese resultado podía reforzar las pruebas de un suicidio. Pero a la vez, todos los especialistas señalan que no lo descartan, porque puede suceder que el arma no deje rastros.
Ante la insistencia de la querella y de la jueza, la fiscal Fein envió un oficio al laboratorio de Salta. La reproducción se hace con el arma original (la Bersa calibre 22 que pertenece a Diego Lagomarsino) y con los proyectiles que le quedaban. Pero los especialistas salteños aclararon que la reproducción no es exacta y que incluso el hecho de que deje o no rastros de fulminante depende de la posición de la pistola e incluso de quien la acciona y el modo en que lo hace. Distintos disparos con la misma arma podrían dar distintos resultados. De todos modos, dada la sensibilidad del asunto, la fiscal resolvió avanzar y le envió al juzgado las aclaraciones del organismo de Salta y la escasa certeza que ofrece la pericia para que evalúe y se tome una decisión sobre el asunto.
Un dato que ofrecen las tasas de criminalística estadounidenses indica que en sólo el 11 por ciento de los suicidios comprobados con pistolas calibre 22 se detectan rastros de fulminante en las manos. Es decir, es una prueba más, pero para nada determinante.
Otra cuestión que evalúa la fiscalía es hacer lugar parcialmente a un pedido de Arroyo Salgado de hacer una nueva junta ampliada entre criminalistas y forenses para despejar algunas dudas sobre, por ejemplo, los orificios por donde manó la sangre, que están en relación con la proyección de las gotas en el baño.
Todavía están pendientes los resultados del peritaje tecnológico, aunque el dato clave de la conexión a la web en la computadora de Nisman el domingo 18 de enero a la mañana (horas antes de la hora en que la autopsia definió su muerte) estaría confirmado. Restan informes de Google, Microsoft y Fibertel y la evaluación del origen “troyano” que tenía el celular (un software que puede actuar como un virus) y su relación con la desaparición de mensajes de texto anteriores a ese domingo.
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