Sobre la calle Padilla había quedado improvisado un pequeño escenario. La inauguración de un local de Nuevo Encuentro, a metros de la esquina con Gurruchaga recibía a unos 400 integrantes de la militancia kirchnerista territorial que acompañaba en clave de fiesta la apertura del espacio. Daiana, una joven de 19 años, llevaba en brazos a su hermana de 4 años de edad. En el escenario, uno de los diputados del espacio, José Cruz Campagnoli, decidió callarse ante el canto del “vamos a volver” de la calle. En ese momento vio caer algunas ramas de los árboles. Eran las 23.45 del sábado 6 de marzo. A su lado, otra diputada, Andrea Conde, pensó en lo raro de la caída pesada de las ramas en esta época del año. Comenzaron los gritos. Una bala de plomo rozó el hombro de Daiana en el que reposaba la cabeza de la niña de 4 años. “¡Bala, bala!”, se escuchó. Otro disparo perforó el brazo de una militante de La Cámpora. Hubo por lo menos otros dos impactos sobre la fachadas de las casas. Un día después de otro ataque con balas a un local de La Cámpora en Mar del Plata, el episodio fue caracterizó como “atentado” y un acto de “violencia política” sin antecedentes desde la reapertura democrática en un acto de repudio realizado ayer por Nuevo Encuentro (NE) y el Frente para la Victoria.
“Es el inicio más violento de un mandato presidencial en las últimas décadas”, dijo Martín Sabbatella, referente nacional de NE. “No recuerdo hechos de violencia política de este tipo desde la reapertura democrática. Esto es un atentado a la democracia y nos preocupa que sea quien sea, sienta que existe un discurso institucional que lo habilita para hacerlo”. A casi tres meses de la ascensión del nuevo gobierno, el atentado es leído con preocupación en línea de continuidad con hechos de violencia verbal e institucional generados desde los primeros días de diciembre desde los niveles más altos del Ejecutivo. La enumeración abarca desde la detención de Milagro Sala, los despidos masivos y la represión a las protestas. Pero los tiros directos sobre 400 militantes muestran la cara más extrema. “En estos 30 años tuvimos situaciones de gatillo fácil, asesinatos en marchas, tuvimos a la patota sindical que mató gente, actos de violencia institucional, pero no hubo esta construcción social que pone a una parte de la sociedad como algo que hay que extirpar y terminar”, señaló Sabbatella, quien ayer en conferencia de prensa exigió al “gobierno nacional que esclarezca este atentado” y pidió al presidente Mauricio Macri una palabra pública de repudio.
A las 10 de la mañana de ayer Sabbatella habló con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner que le trasmitió una “sensación de profunda tristeza” como “militante pero también como ciudadana por una situación que recuerda las peores épocas del país”. A las 14.30 hubo un acto de repudio sobre la calle ante al local de Villa Crespo también destinado a “desexorcizar” el espanto. Sólo habló Sabbatella. Cantaron Liliana Herrero, Horacio Fontova y Marilina Ross. Estuvieron los diputados Andrés Larroque y Juan Cabandié; el diputado del Parlasur, Daniel Filmus; el presidente del PJ Capital y titular del Suterh, Víctor Santa María; el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi; y, entre otros, el ex director de la Biblioteca Nacional, Horacio González y los dirigentes Mariano Recalde y Gabriela Cerruti.
La celebración con clima de fiesta, baile y música había empezado el sábado alrededor de las ocho de la noche. Padilla estaba cortada. Una línea de banderines cruzaba la calle. Las copas altas de los árboles tapaban el perfil del complejo de edificios ubicado al otro lado de la calle, y uno de los posibles lugares de emisión de los disparos.
“De pronto veo caer algunas ramas y hojas”, explica Campagnoli. “La gente cantaba el ‘vamos a volver’ y escucho gritos, discusión y por un segundo pienso: ‘no pudo ser una bala’. ¿Una piedra?, pensé. Alguna vez nos tiraron agua, puede ser hasta una piedra, ¿pero que intenten matarte? ¡No lo podía creer!”.
Apenas reaccionó, se metió entre la gente. A esa altura, una de las balas había perforado el brazo de Florencia, militante de La Cámpora, con orificio de entrada y salida. Otra rozó el hombro de Daiana. Alguien colocó una bala que encontró en el piso adentro de un vaso y se las acercó. Pusieron a las dos heridas en el local. Llamaron al SAME y a la Policía. Intervino la comisaría de la calle Guzmán de la Metropolitana. Al llegar, encontraron una bala más en el piso y el rastro de dos impactos sobre la fachada de las casas. Conde acompañó a las heridas al Hospital Durand. “Primero creí que podía ser alguien en una moto por un robo. Esto fue un shock pero no se puede leer fuera del contexto –dijo a este diario–: locos o inadaptados hubo siempre, acá o en cualquier sociedad. Por eso no puede leerse esto de modo aislado sino en una trama instalada a partir del 10 de diciembre que incita a la violencia: en la calle, en las redes, hay un sector radicalizado de violencia anti-K que siente como que ahora puede: están legitimados para ser violentos mas abiertamente”.
En el lugar estuvo el ministro de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Martín Ocampo. La denuncia quedó radicada en la fiscalía 44 de Pablo Recchini y del Juzgado de Instrucción 2 de Manuel Gorostiaga. Aunque la causa quedó caratulada como “disparo de arma de fuego con autor desconocido”, NE pedirá el cambio a “tentativa de homicidio”. Para el abogado Sergio Zurano de NE “el homicidio dejó de ser una hipótesis porque encontraron las balas”. Y dijo: “Para nosotros esto fue una tentativa de homicidio con balas a un grupo de gente, hirieron a dos personas, el que lo hizo pudo haber matado pero no pudo hacerlo”.
Las balas correspondían a un calibre 38, según NE. Sobre el origen de los disparos, las primeras hipótesis apuntan a un edificio. Además del complejo de torres ubicado frente al local, se evalúa otro edificio en la esquina de Gurruchaga y Padilla. Los informes extraoficiales de los peritos de la Policía que trabajaron en el lugar señalaron, sin embargo, que por el corte de ramas y la trayectoria de los disparos puede ser más factible que las balas hayan salido de las torres. NE pedirá grabación de las cámaras de seguridad del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Sabbatella pidió reuniones urgente con la ministra de Seguridad Patricia Bullrich y el ministro del Interior Rogelio Frigerio. En principio, hoy a las 16 verá a Bullrich. Pedirá un compromiso con la investigación y en términos más políticos pedirán responsabilidad en el discurso político y el modo de estigmatizar a la militancia. “Ellos deben saber –dice Sabbatella– que ese discurso tiene consecuencias en la sociedad”.
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