La historia que cuenta Kurt Sonnenfeld se parece a un guión cinematográfico de Hollywood que todavía no tiene final. Sonnenfeld es ciudadano estadounidense y fue el “único” documentalista contratado por el gobierno norteamericano para descender al Ground Zero de las Torres Gemelas y registrar las escenas del lugar tras el atentado del 11 de septiembre de 2001. Pero un año después fue encarcelado por el supuesto asesinato de su esposa, del que terminó absuelto, denunció a la policía de Colorado por “torturas y apremios ilegales” y emigró hacia la Argentina, donde volvió a casarse. El Gobierno de Estados Unidos pidió ahora su extradición por el asesinato de su esposa, Sonnenfeld pasó siete meses en Devoto, hasta que el juez Daniel Rafecas desestimó el pedido por “falta de garantías”. Sin embargo, Sonnenfeld asocia su “persecución” a la documentación que recopiló sobre las ruinas de las Torres Gemelas, que asegura “contradicen la versión oficial” sobre el atentado. Con el apoyo de organizaciones de derechos humanos, la Cámara de Diputados comenzará a debatir esta semana un proyecto para otorgarle “asilo político”.
A Sonnenfeld se le acaban los tiempos. La decisión del juez federal Rafecas fue apelada por el gobierno de los Estados Unidos y la resolución final quedó en manos de la Corte Suprema de Justicia. Rafecas consideró poco claras “algunas consideraciones” del pedido de extradición, pero sobre todo que no había las garantías necesarias para que no sea condenado a muerte por el supuesto asesinato en el Estado de Colorado. Desde que estuvo preso en Buenos Aires, distintas organizaciones humanitarias europeas y de derechos humanos de la Argentina reclamaron a la Corte “garantías” por la integridad de Sonnenfeld. Entre ellas, Abuelas de Plaza de Mayo, Serpaj, CELS, APDH y Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas.
Los reclamos llegaron hasta la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de la Nación, donde el martes comenzará a debatirse un proyecto para darle asilo político a Sonnenfeld. Además de “avanzar” en otro que ponga “límites” precisos al accionar de los servicios de inteligencia de otros países en territorio argentino. Este último tiene como referencias las propias denuncias y pruebas que Sonnenfeld aportó en distintos organismos estatales en nuestro país.
En una charla con Página/12, Kurt Sonnenfeld relató su versión de todo el “calvario” que vive junto a su familia. “Primero, asocié toda la persecución que sufría a la denuncia que hice por torturas contra la policía de Colorado. Pero las presiones siguieron en otras ciudades del mismo estado, dentro de Estados Unidos y aquí en Argentina. Ahí supe que en realidad estaban detrás de otras cosas: los casetes de mi registro en el Ground Zero.”
Con un castellano precario, pero con la ayuda de Paula, su esposa argentina, Kurt acompaña la respuesta a cada pregunta con abundante documentación. Saca los papeles que muestran que finalmente fue “desechado” como autor del asesinato de su esposa, firmado por la fiscal de la causa, las notas de periódicos estadounidenses donde denuncia que la policía desestimó las pruebas que demostraban el “suicidio” de su esposa y las fotos de su rostro tras la detención, que muestran la violencia de los golpes que recibió de la policía de Colorado.
Y también la declaración testimonial de dos “convictos” que le “aseguraron, a cambio de una reducción de sus condenas, al mismo policía que acusé de torturas que yo había confesado delante de ellos el crimen de mi esposa”. Esos testimonios reabrieron la causa y anularon la millonaria demanda que Kurt había realizado contra la policía estadounidense. Sonnenfeld muestra documentación y recibos para demostrar que nunca ocultó su identidad y hasta los trámites que hizo en la embajada de Estados Unidos, apenas dos semanas antes del nuevo pedido de extradición y de ser detenido, para regresar a su país con su nueva esposa.
–¿Qué es lo que pudo registrar en el lugar del atentado?
–Fui la única persona, con una cámara en mano, con acceso total y absoluto a cualquier lugar de lo que fuese el Ground Zero y lo que fue el World Trade Center. Cualquier otra cámara que estuviese dentro del perímetro podía ser confiscada y la persona que la llevase, detenida.
–¿Pero qué hay en esas imágenes que puedan contradecir la versión oficial del Gobierno de los Estados Unidos sobre el atentado del 11-S?
–Lo que vi en distintas instancias y momentos... es muy atemorizante decir esto, no sé cómo ponerlo en palabras, lo que vi me llevó a la terrible conclusión de que hubo previo conocimiento de lo que iba a pasar. Precauciones que se tomaron para salvar ciertas cosas que ellos consideraron irremplazables o invaluables. Se removieron por ejemplo ciertos elementos que sólo pudieron haberse realizado con un camión, y todo indica que después de que el primer avión se estrelló contra una de las Torres, todo el tránsito en Manhattan colapsó y nadie pudo acercarse allí para hacerlo.
–¿Qué cosas se sacaron?
–Allí en World Trade Center funcionaban distintas oficinas de los servicios de inteligencia y el segundo edificio en importancia de la CIA en el país. De algunos de esos lugares se llevaron documentación que sería irremplazable. No quiero dar más detalles porque de esto depende nuestro futuro, nuestras vidas. Esa documentación ya está repartida en distintos lugares.
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