Un nuevo centro clandestino de detención y tortura durante la última dictadura militar habría sido descubierto en la localidad de Esteban Echeverría. Así lo informaron a Página/12 fuentes de la gobernación bonaerense, de acuerdo con una investigación que se encuentra en manos de la Justicia. De confirmarse oficialmente la noticia, sería el quinto campo de concentración que funcionó en ese distrito y no por casualidad los organismos de derechos humanos centran sus miradas en el intendente del lugar, Alberto Groppi, ya que ejerció la misma función –aunque bajo la denominación de “comisionado civil”– durante los años de plomo. Groppi, que contaba con las simpatías de los militares, fue “comisionado” hasta 1983 y en 1995 fue elegido intendente, al frente de un partido vecinalista que colgó su lista de la de Eduardo Duhalde. En 2003 su partido impulsó como gobernador a Luis Abelardo Patti. En los organismos de derechos humanos se plantea que es imposible que Groppi no supiera de la existencia de este centro clandestino de detención, que según algunos indicios funcionaba como infraestructura sanitaria de los campos El Banco y El Vesubio, cuya existencia es más conocida. En la zona fueron encontrados cráneos con agujeros de bala que datan de esa época.
La sospecha del funcionamiento de un centro clandestino se generó en el 2004 cuando dos jóvenes hallaron en un predio, conocido como Transradio Internacional, restos humanos que aparentemente habrían pertenecido a personas que habían sido privadas de su libertad. La Secretaría de Derechos Humanos de la provincia presentó entonces una denuncia y el juez federal Alberto Santa Marina inició una causa que todavía está en curso.
Fuentes del gobierno bonaerense informaron a este diario que allí aparecieron cráneos con impacto de bala, camas y un camión militar abandonado, entre otros elementos que indicarían la existencia de un centro de detención clandestino. El predio, de 260 hectáreas, está ubicado en la circunscripción VI, del partido de Esteban Echeverría. El núcleo de construcciones derruidas y abandonadas, de aspecto siniestro, está conformado por un edificio central de tres pisos y sótanos, galpones y otras construcciones menores. Ya no quedan techos y en muchos casos también han desaparecido las paredes. En algunas de ellas sólo quedan los cimientos.
Según explicó la subsecretaria de Derechos Humanos, Sara Derotier de Cobacho, podría tratarse del mismo centro clandestino que describió Alipio Paoletti en el libro Como los nazis, como en Vietnam, pero que no está incluido en el Nunca Más que elaboró la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep).
–¿Por lo que la Subsecretaría de Derechos Humanos averiguó, las investigaciones van camino a confirmar la existencia de otro centro clandestino?
–Todo indica que sí. Hasta apareció un camión del Ejército que se olvidaron ahí adentro. Ahora hay una guardia privada. Es raro. Quieren preservar el lugar. No sé qué cuidan. Ni sé quién es el dueño.
–¿En las denuncias aparece involucrado Groppi?
–Me han llegado fotos de Groppi paseando por este lugar, donde había casitas de estilo californiano. Era como un barrio privado. No figuran los testimonios, por miedo. Pero ahí se levantó un esqueleto. El esqueleto lo tiene la policía científica.
La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, también confirmó a este diario la aparición de pruebas contundentes. “Yo no descarto que allí funcionara otro centro clandestino. Los informes que me llegaron hablan de la existencia de un lugar con grilletes en las paredes, hay comentarios de que allí funcionaba una maternidad, que hubo hijos de mujeres detenidas desaparecidas.”
Y, aparentemente, el intendente Groppi, “tenía conexiones con el aparato represivo de entonces ya que también era intendente durante la dictadura”, señaló Carlotto a Página/12. De hecho hay numerosas fotografías periodísticas de 1980 (como la de la tapa de esta edición) que muestran al intendente junto a autoridades provinciales, militares y policiales recorriendo el terreno donde ahora se sospecha que funcionaba el centro clandestino de detención.
No obstante ello, Derotier de Cobacho planteó las dificultades que se presentan para la investigación. “Hay gente que no ha querido testimoniar. Este lugar aparentemente era el soporte sanitario del Banco y del Vesubio. Lo estamos averiguando.” La funcionaria se refirió así a la dependencia policial que operaba como centro clandestino en la autopista Riccheri y Camino de Cintura, frente a Puente 12, y a la dependencia del servicio penitenciario, también de esa zona.
Al evaluar la demora en conocerse la verdad, la subsecretaria de Derechos Humanos bonaerense no dejó de apuntar sus dardos hacia el intendente Groppi, ya que la actividad de estos centros implicaba movimientos muy visibles como zonas liberadas, entrada y salida de vehículos o la presencia de personas que no habitaban en el lugar y que además, cuando dejó de funcionar fue misteriosamente borrado del mapa. Del núcleo de viviendas que lo conformaban sólo quedó un terreno baldío con ruinas oscuras. “No pudo no saber lo que sucedía”, insistió una y otra vez ante este diario.
–¿Por qué?
–Groppi no podía no saberlo. De hecho, hay fotos de este comisionado de la dictadura caminando con Massera y Videla, lo que habla de su cercanía con estos personajes –dijo, en alusión al miembro de la primera junta militar y el presidente de facto.
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